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Hasta la reina Elizabeth II habría ido ya a Zaldibar

Beñat_Zaldua_aurpegia
Beñat_Zaldua_aurpegia

“The Crown” (La Corona). Tercera temporada de la serie dirigida por Peter Morgan. El tercer episodio lleva por título “Aberfan”, nombre de un pueblo minero galés arrasado en 1966 por una avalancha provocada por la mala gestión de los residuos de una mina de carbón. Acabaron cayendo sobre el pueblo, causando 144 muertes, entre ellas 116 alumnos de una escuela.

Salvemos, por tanto, las distancias. No es la dimensión de la tragedia lo que trae a la memoria este episodio, sino la gestión que de ella hace la reina Isabel II, sobre cuyo reinado versa la serie.

Desde el primer ministro Harold Wilson hasta la oposición tory, pasando por su propio marido, así como por su hermana y su suegro, todos se pasan el capítulo sugiriendo a la monarca que visite el pueblo. Pero ella no se siente interpelada y alega, a lo Urkullu, que no querría ser protagonista acudiendo al lugar de la tragedia. Que ya está sin estar, en un misterio más indescifrable que el de la santísima trinidad. A lo largo del capítulo, la ausencia de la monarca va ganando terreno como noticia a la propia avalancha, ante el nerviosismo de todos los que rodean a la soberana.

No es hasta el octavo día que Isabel II acude a Aberfan y consigue arreglar las cosas. Tampoco podía ser de otra manera en una serie de mucha clase que, en cualquier caso, no cuestiona para nada la monarquía.

No se intuye aquí, sin embargo, un Peter Morgan capaz de darle la vuelta al desaguisado de estos días. Urkullu podía haber hecho propósito de enmienda y decir que ok, que quizá tenían que haber reaccionado política y humanamente antes. Saben que es así, como lo muestra la reunión que sí han publicitado hoy, en el quinto día. Podían haber dicho que han tardado demasiado en dar la importancia que tenía al suceso, y no decir que estaban encima desde el primer día. Si lo estaban, ¿por qué permitieron que se iniciase la búsqueda sin la protección contra el amianto que sabían que se almacenaba? Podían haber dicho que estudian qué ha podido fallar –cuando es evidente que ha fallado–, en vez de echar balones fuera y hablar de una catástrofe natural en un terreno privado; de un accidente laboral en una empresa privada.

Podían, en definitiva, haber tratado de mostrar algo de humanidad, tanto con las familias de los dos trabajadores sepultados, como con su propia imagen. No en vano, fue la lágrima derramada en Aberfan la que salvó la reputación de Isabel, según nos cuentan en “The Crown”. Verídico o no, lo que sí es cierto es que hoy sigue siendo el día en el que, cuando le preguntan si se arrepiente de algo, la monarca contesta: de haber acudido tan tarde a Aberfan.

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