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La precaución no tiene retroactividad

Txisko Fernández.

Montar una mesa de crisis siete días después de que se produzca un desastre no es algo para aplaudir. Además, su propia constitución tardía puede dar la impresión de que, hasta ese día, ha habido cierta descoordinación. Se ha hecho tarde, pero espero que se haya hecho bien.

Lo que se ha hecho tarde y rematadamente mal es avisar a la población de Zaldibar, Ermua y Eibar de que el aire que están respirando desde el pasado 6 de febrero presentaba valores en dioxinas y furanos unas cuarenta veces más altos de los que son normales en una zona urbana.

Se ha hecho tarde y mal porque la «alerta» se dio el 14 de febrero, cuando las muestras de aire se recogieron el día 9, siguiendo el relato oficial. El mismo relato en el que, tomando como referencia la web del Ayuntamiento de Ermua, el día 10 se destacaban «los buenos datos de calidad del aire» y se hacía un «llamamiento a la tranquilidad».

Ocho días después de que se produjera el desastre –con la tragedia de las vidas sepultadas de dos trabajadores del vertedero– el Departamento de Salud del Gobierno de Lakua recomienda a vecinas y vecinos de la zona cerrar las ventanas y no hacer deporte al aire libre. Tarde, muy tarde.

Y lo que no es de recibo es que entonces –el 14 de febrero pasadas las 19:30– el viceconsejero de Salud, Iñaki Berraondo, comente que se trata de medidas «preventivas y garantistas» porque, según dijo, no hay riesgo para la salud por respirar el aire de la zona salvo que se produzca una exposición «prolongada».

Del viceconsejero para arriba, deberían rectificar semejante comentario cuanto antes, aunque sea más tarde que temprano.

La prevención no es retroactiva. Si se hubiera actuado con prevención y de forma garantista, esas recomendaciones a los habitantes de la zona se debían haber hecho cuando menos el día 7; se debían haber hecho antes de conocer los resultados de los análisis sobre dioxinas. Por mera precaución y por sentido común.

Hacerlo después, es obligado. Eso lo sabe el viceconsejero. Y lo sabe el lehendakari que llegó tarde a Eitzaga: una semana después de la tragedia y solo un día después de adelantar las elecciones.