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Morir en una residencia es duro y cruel: el caso de Esperanza Ozaeta

El nieto de Esperanza Ozaeta, una mujer de 92 años fallecida en una residencia privada alavesa, ha relatado en las redes sociales las circunstancias en las que se produjo su muerte. Imposibilidad de hablar por teléfono, falta de información sobre su estado y más carencias son elementos que están más allá de una fría estadística que dice que el mismo día que falleció Esperanza Ozaeta murieron once personas por coronavirus en Araba.

Esperanza Ozaeta Viana, de 92 años. (@itsaslapurra)

El vecino de Gasteiz Iñaki Landa, conocido en Twitter como @itsaslapurra, ha denunciado en esta red social las circunstancias en la que falleció su abuela, Esperanza Ozaeta Viana, de 92 años, en una residencia de la capital alavesa. Esparanza Ozaeta falleció hace una semana, en una jornada en la que en Araba se registraron once muertes. Su nieto calificó las circunstancias de su muerte como «deshumanizadas».

Landa recuerda que su abuela quería haber muerto en casa, pero no pudo hacerlo. Falleció en la residencia Lakua, situada en la calle Portal de Foronda de Gasteiz. Junto a ello, denuncia que el centro tiene una serie de deficiencias como saturación, paredes con déficit de mantenimiento o elementos móviles en las zonas de paso.

Tras la llegada de la pandemia, los residentes fueron confinadas en el centro, pero al mismo tiempo, según denuncia Landa, se interrumpe la comunicación telefónica con sus familiares, que tampoco pueden visitarles. La única comunicación que mantienen es una llamada telefónica diaria que la directora de la residencia realiza a una de las hijas de Esperanza Ozaeta.

 

Ante esta situación, el nieto de Esperanza Oazeta presenta quejas en la propia residencia y en varias instituciones. Pero la situación de incomunicación telefónica se mantiene.

Debido a la situación de incomunicación que sufre Esperanza Ozaeta deciden entregarle un teléfono móvil personal, pero las circunstancias no mejoran.

En este periodo de tiempo, Esperanza Ozaeta cumple 92 años y sus allegados insistieron más si cabe en comunicarse con ella. Además de felicitarle, quierían conocer su estado de salud de primera mano.

 

Pasadas 48 horas, la hermana de Iñaki Landa consigue comunicarse con su abuela. La nota delicada, pero, según denuncian, las informaciones que les llegan desde la residencia no son las que deberían ser.

Finalmente, consiguen confirmar lo que se temían, que su abuela de 92 años tiene el maldito coronavirus.

 

El malestar de la familia de Esperanza Ozaeta va en aumento, ya que además de falta de información por parte de los responsables de la residencia, consideran que las instituciones alavesas no han estado a la altura a la hora de gestionar una situación tan delicada.

Los allegados de Esperanza Ozaeta denuncian la situación que se vive en las residencias privadas y destacan son cientos las familias que han tenido que padecer algo similar.

Por ello, consideran que es necesario plantearse un cambio profundo en el modelo de residencias privadas que existe actualmente.