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Netanyahu negocia desde una posición de fuerza un acuerdo de Gobierno con su rival opositor

A horas de que expire la prórroga para negociar un acuerdo, el primer ministro en funciones, Benjamin Netanyahu, negocia con su debilitado rival, Benny Gantz, un acuerdo de Gobierno. Al militar y candidato centrista no le queda sino ceder a las exigencias del actual mandatario. Y es que las alternativas, un último encargo del Parlamento a Netanyahu para formar Gobierno o unas cuartas elecciones, serían su suicidio. Ante «Bibi» el superviviente.

Retratos de campaña de Gantz y Netanyahu. (JACK GUEZ | AFP)

El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, y su principal rival, el exjefe de las Fuerzas Armadas Benny Gantz, han mantenido este martes una maratón de reuniones contrarreloj después de que el presidente, Reuven Rivlin, les diera 48 horas más de plazo, hasta la medianoche de mañana miércoles, para negociar un Gobierno de coalición y evitar las cuartas elecciones parlamentarias en poco más de un año.

Rivlin rechazó el domingo pasado dar dos semanas más al centrista Gantz para conformar un Ejecutivo de unidad.

Pero el presidente de Israel se negó a encargar la tarea a Netanyahu y conminó a ambos a alcanzar un acuerdo antes de la medianoche del lunes, plazo que extendió dos días más a petición de ambos.

Obligados a entenderse y a presentar a más tardar hoy un Ejecutivo que tenga el aval de la mayoría simple (61 diputados) de la Knesset (Parlamento), ambos llegan a esta recta final en circunstancias muy diferentes.

Gantz, quien al recibir el encargo a mediados de marzo para formar Gobierno contaba teóricamente con esa cifra, perdió desde el inicio a varios tránsfugas de su heterogénea e imposible coalición –desde colonos sionistas hasta palestinos, pasando por laboristas y pacifistas– y su propia agrupación centrista, Azul y Blanco, saltó por los aires en seis pedazos cuando  anunció a finales de mes su disposición para negociar con Netanyahu, una de sus líneas rojas en campaña electoral.

Desde entonces, el militar ha ido cediendo a las pretensiones de un reforzado primer ministro en funciones. Así, comenzó tragando que fuera este el que iniciara la rotación en el cargo de primer ministro –el pospuesto juicio contra Netanyahu por corrupción comienza el 29 de mayo–, accedió luego a negociar la Presidencia del Parlamento, cargo que el propio Gantz detenta.

Y, como guinda, se comprometió el pasado lunes ante Netanyahu a disolver la Knesset en caso de que el Supremo dictamine la inhabilitación de Netanyahu como primer ministro.

Sin margen de maniobra

Solo le falta al que fuera su rival en las anteriores tres elecciones aceptar el veto del Likud (formación de Netanyahu) en los nombramientos judiciales, y entregarle, además, la cartera de Justicia. Ambas cuestiones son cruciales para un primer ministro que afronta tres casos flagrantes de corrupción.

Pero no acaban ahí las exigencias de «Bibi».  Sus aliados ultraderechistas de Yamina exigen la anexión inmediata de los territorios palestinos ocupados en Cisjordania. Gantz se resiste y pide esperar hasta que se resuelva la crisis del Covid-19. Una crisis que ha visibilizado  y reforzado a Netanyahu,  a quien las encuestas sonríen. Por contra, Gantz sufre un desplome total.

El líder centrista tiene dos opciones, a cual peor: ser el segundo de Nentanyahu o romper las negociaciones y liderar desde el desgaste la oposición.

Si opta por esto último, el presidente dará el mandato al Parlamento para que elija candidato en 21 días. Netanyahu, con 59 apoyos, sería el nominado. Y le bastarían dos tránsfugas para lograr la mayoría. Y todo apunta a que más de uno le apoyaría antes de perder su escaño en unas cuartas elecciones.