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Las peticiones de asilo en Europa, obligadas a hibernar


Durante esta insólita primavera marcada por la expansión del nuevo coronavirus por gran parte del planeta, Europa no ha dejado de recibir personas que buscaban asilo fuera de sus países de origen. Mejor dicho, no han dejado de llamar a las puertas de la UE miles de migrantes.

Pero las restricciones a la movilidad, tanto en las fronteras europeas como en las de muchos de los países de los que procede la mayoría de estas personas, han frenado en seco tanto las solicitudes de asilo como el pase «ilegal» en los habituales puntos calientes del Mediterráneo, donde no cesan de acumularse las tragedias de quienes hacen ese tipo de travesía.

Como ha ocurrido de nuevo frente a las costas de Túnez: 52 personas, procedentes del África subsahariana, murieron al naufragar una embarcación precaria que había partido de Sfax en dirección a Italia la noche del 4 al 5 de junio. Este balance fue difundido ayer por las autoridades del país magrebí.

Ayer mismo, mientras la Comisión Europea animaba a los Estados miembros a levantar sus barreras internas a más tardar el 15 de junio y a prepararse para abrir las exteriores el 1 de julio, la Oficina Europea de Apoyo al Asilo (EASO, por sus siglas en inglés) publicó un informe especial sobre la cuestión en estos tiempos de coronavirus.

Caída en picado

La agencia remarca que el pasado mes de abril solo se registraron 8.730 solicitudes de asilo en la UE+ (los 27 más Noruega y Suiza), lo que supone una brutal caída (-87%) respecto a enero y febrero, cuando se superaron las 60.000 en cada mes.

Un «recorte dramático» –como lo califica la EASO– que, aun así, arroja una cifra que multiplica por diez la de las personas que intentaron pasar sin papeles en regla (900) durante abril. Esta diferencia obedece, según se explica en el informe, a que, pese a la suspensión temporal de ciertas actividades relacionadas con el asilo, en muchos Estados europeos se siguieron registrando solicitudes.

También se observa una fuerte disparidad según los países de origen. Así, cayeron en picado las demandas de asilo provenientes de América Latina, especialmente de Venezuela y Colombia, que en los últimos años se han convertido en dos de los mayores focos de migrantes hacia el continente europeo.

Aunque en estos momentos Latinoamérica es el epicentro principal del covid-19 en el mundo, en los meses de marzo y abril lo era Europa, por lo que su atractivo se vio muy mermado para quienes llegan buscando un hogar con mejores condiciones que el que dejan.

En el caso de Venezuela (que, según datos del pasado jueves, solo ha reportado 2.800 positivos de coronavirus), los solicitantes cayeron de los 5.013 de enero a tan solo 80 en abril, mientras que los de Colombia (que ahora sobrepasa los 40.000 contagios) pasaron de 5.272 a 64. Igualmente, han descendido considerablemente las peticiones de personas originarias de Siria, Afganistán, Irak y Turquía, como se puede ver en el gráfico anexo.

Posible reactivación

Esta situación de impasse podría concluir en las próximas semanas, en concordancia con la recomendación formulada ayer «con firmeza» por la Comisión Europea para «concluir el proceso de levantar las restricciones a la libre circulación y retirar los controles interiores dentro de la UE antes del 15 de junio».

Para los viajes desde terceros países, Bruselas ha pedido a los Veintisiete que fijen unos criterios comunes para garantizar que solo se permite la entrada de personas procedentes de países donde la situación epidemiológica es igual o mejor que la del bloque comunitario.

Evidentemente, esto dificultará más la llegada de migrantes de los Estados citados anteriormente y de muchos otros de África y América en los que la curva de la epidemia todavía ni siquiera ha alcanzado el pico.

No obstante, la EASO espera que este largo periodo de hibernación concluya pronto. Para ello se basa en que en mayo las solicitudes de asilo volvieron a aumentar, aunque lo hicieron lentamente.

Además, en su informe (“EASO Special Report: Asylum Trends and Covid-19”) indica que no hay indicios de que vaya a darse una menor demanda de protección internacional, por lo que insta a los Gobiernos europeos a estar preparados para un aumento a medio plazo que, precisamente, vendría motivado por las repercusiones del covid-19 en los países con economías más débiles. Es más, incide en que «dos fuerzas diametralmente opuestas parecen estar trabajando a nivel mundial» en este frente de crisis humanitaria. «Por un lado, los efectos interrelacionados de la pandemia, como la contracción de las economías, la inseguridad alimentaria y el malestar social, podrían provocar desplazamientos, incluyendo a las personas con necesidades de protección internacional. Por otro, los modelos de migración seguirán siendo fuertemente interrumpidos debido a restricciones en la movilidad, acompañado posiblemente de una mayor vigilancia digital», señala.

La EASO considera que la combinación de esos dos vectores «plantea importantes cuestiones sobre el número de personas que pueden necesitar protección internacional y su capacidad para acceder a esa protección, ocurra esto en Europa o en otros lugares».

Como ejemplo, se analiza especialmente la situación de Nigeria, el país más poblado de África, con cerca de 200 millones de habitantes. Aunque en los últimos años ha descendido el número de peticiones, sigue siendo uno de los países con más tramitaciones, la mayoría de las cuales son denegadas.

Ahora, la situación podría variar teniendo en cuenta que en abril la curva de contagios se disparó hacia arriba y aún no ha alcanzado el pico