1,5 millones de euros en gasolina; campaña para ayudar a los familiares de presos
Familiares, allegados y amigos de presos vascos han presentado hoy en Donostia la campaña solidaria «Necesitamos dinero para gasolina». El alejamiento se ve agravado ahora por la crisis sanitaria y económica del covid-19. Para poder recorrer los 14.617.304 kilómetros anuales que suponen los 11.752 viajes que realizan los familiares de 226 presos se necesitan 1.140.150 litros de gasolina, lo que equivale a 1.482.195 euros.
«Mientras nuestros familiares no sean acercados al kilómetro 0, a las prisiones más cercanas a su entorno familiar, es decir, a las situadas en suelo vasco, necesitamos dinero para gasolina», ha remarcado en nombre de los familiares Xochitl Karasatorre en la presentación hoy a la mañana en Donostia de la campaña solidaria «Necesitamos dinero para gasolina», impulsada por familiares, amigos y solidarios con los presos vascos.
Y es que al alejamiento se suma la crisis económica y sanitaria del covid-19. Al año, los familiares de los 226 presos vascos dispersados en 48 cárceles francesas y españolas deben de realizar 11.752 viajes, lo que supone recorrer un total de 14.617.304 kilómetros anuales y 1.140.150 litros de gasolina que cuestan casi 1.500.00 euros.
«Estas son las cifras frías y clarificadoras que expresan parte del drama que continúan padeciendo los familiares. Tampoco ahora nos vamos a quedar de brazos cruzados ante esta realidad. Amigos y amigas de los presos y sus familiares, gente cercana a su realidad, ponemos en marcha una dinámica pública de solidaridad, que tiene por objetivo ayudar económicamente a los familiares», ha explicado Jon Ander Resa, solidario con los familiares.
Esta dinámica, ha añadido, «pretende paliar, en alguna medida, las consecuencias que acarrea esta crisis en el entorno de los familiares de los presos y las presas políticas vascas que continúan sufriendo la dispersión y el alejamiento».
En este contexto, han habilitado una página web –www.depositoakbete.eus– en la que informarán de las iniciativas que se desarrollarán durante el verano en pueblos y barrios de Euskal Herria.
Por su parte, Karasatorre, cuyo padre está en prisión, ha remarcado la dureza de estos cien días de estado de alarma «sin visitas, soportando la ausencia y la incertidumbre de desconocer cómo están realmente. Durante la pandemia, el alejamiento de nuestros familiares ha supuesto una pena añadida, la distancia ha acrecentado nuestra angustia. Y la desescalada está evidenciando el carácter de castigo añadido que entraña que los mantengan tan lejos, igual que viene ocurriendo desde hace 33 años».
«El 75% de los familiares y allegados nos enfrentamos a distancias semanales de entre 800 y 2.200 kilómetros para realizar visitas de 40 minutos, como siempre con el riesgo añadido de viajar con nuestros niños y niñas, con nuestras personas mayores y la dificultad añadida ahora del riesgo sanitario, viajando con mascarilla y con la incertidumbre de si un día puede haber marcha atrás en la pandemia».