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Y volvimos a cruzar los puentes nuevamente

Diez de la mañana. Pausu. En un domingo de cuarentena apenas media docena de personas vagarían a esas horas de la panadería al quiosco, y vuelta a casa. Es 21 de junio, ha entrado el solsticio de verano, pero sobre todo han abierto la muga. Y hemos vuelto a pisar los puentes.

Puente sobre el Bidasoa entre Pausu y Behobia. (Guillaume FAUVEAU)

Desde el 16 de marzo, tanto la zona comercial de Behobia como la de Santiago eran un páramo desierto.

El confinamiento acabó a mediados de mayo, pero hasta hoy no se han vuelto a llenar los parkings. Los empleados, algunos recién salidos del ERTE, confiesan que han esperado semanas y semanas a que llegara este día.

Marga ha pasado a ver a su ama en Irun y ya está de vuelta. Todavía tiene una carpeta con los salvoconductos en la guantera del vehículo. La costumbre. «Como han andado a vueltas con la fecha, yo no las tenía todas conmigo de que hoy no hubiera controles», explica.

Patxi y Jose Mari bajan el pie del pedal y se muestran exultantes. «Nos gusta hacer la vuelta de Bera, pero hoy además nos toca subir otra vez por la carretera de la costa, a ver si echamos hasta Donibane Lohizune». Saludo corto y a pedalear otra vez.

Dos cartones de tabaco en la mano. Pierre ya ha repostado hoy en su estanco de Behobia. Como la mayoría de los vecinos que volvían a comprar hoy en las ventas, lleva la mascarilla puesta. Ante algunos comercios, filas más o menos organizadas. Y en el interior una frase que se repite. «¡Cuánto tiempo sin vernos!», pronunciada entre un saludo en euskara y una pequeña parrafada en «francés de Irun» o «castellano de Hendaia». El trilinguismo deriva en un dialecto propio.

Ane y Miren van equipadas «para andar». Hace tres meses que echaban a faltar «hacer el bidegorri de Irun y luego seguir al otro lado del Bidasoa, y caminar hasta la playa de Hendaia, que es la mejor del mundo», explica la primera. La segunda dice que «igual hoy lo celebramos con un chapuzón».

Una base olvidada

Los policías franceses empezaron ya el viernes por la tarde a levantar los parapetos. Pero se han dejado la base de una de las vallas olvidada sobre la acera. Quizás para dejar sentado que el paso que hoy se abre, si se tercia, volverá a cerrarse mañana.

Ya no hay tiendas militares de la Guardia Civil en el paso de autopista, y la bandera española que tenían pegada de aquella manera en una de las jaimas plantadas en Santiago ha desaparecido también.

Sin embargo, la estela de Oteiza sigue marcando la mediana del puente. Y deja grabada en la piedra la advertencia de que la partición de Euskal Herria no desaparecerá hoy.

Con todo, los mugalaris de Txingudi sentimos una alegría y un alivio que nos acerca más que nunca a lo que vivirán los vecinos de Sareta, Bortziriak, Baztan, Baigorri, Arnegi...

Hemos vuelto a pisar los puentes nuevamente. Y nadie nos quita ni la alegría ni tampoco el afán de construirnos, unos al lado de los otros, en este país abierto.