«Como toda la sociedad, el sector minero va a ser sometido a una refracción»
El geólogo Antonio Aretxabala acaba de redactar un informe, editado por Sustrai Erakuntza, sobre la minería navarra que ha presentado esta semana en Iruñea. En el mismo subraya que junto a una minería artesanal, otra industrial y otra especulativa, existe en los últimos tiempos otra ligada a nuevos conceptos ligados al declive de los recursos o al cambio climático.
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En el informe elaborado para Sustrai, Aretxabala destaca que en el futuro inmediato habrá que transitar esa dirección, pero alerta de que el cambio no puede ser cosmético y cita un concepto que muchos no quieren escuchar: el decrecimento, algo que considera inevitable.
¿Qué importancia tiene el sector minero en Nafarroa?
Todo tiene una base que está en la minería: el móvil, el café que nos estamos tomando, ... todo. Si no está hecha aquí, está hecha en otro lado. Navarra también depende, en cierto modo, de la actividad económica del sector minero. En el sector, la gran empresa es Magnesitas. Durante el auge de la construcción, la mayor actividad que ha habido en esta comunidad ha sido la extracción de áridos para hormigón, carreteras, aeropuertos, edificaciones, ... Hay un recorrido histórico, en el que el ferrocarril desplazó a las ferrerías familiares. A esto habría que añadirle todo lo relacionado con la energía, como el carbón o el gas natural, pero que no se producen aquí ya sino que vienen de fuera. En el siglo XXI persiste esa forma tradicional de hacer las cosas. Junto a ello, existe una manera más industrial. Se introduce, de repente, una forma especulativa, en la que aparecen gente como Geoalcali [impulsora del proyecto Muga], que ya está metida en Aemina (Agrupación Empresarial Minera Navarra), lo que es una novedad. Esta asociación se crea en 2008 y Geoalcali entra en 2011. Realmente, esta forma de hacer minería no tiene ninguna base geológica. Esa un base completamente de pelotazo bursátil. Cotizan en los parqués bursátiles, en este caso en el de Sydney, y funcionan a base de mucha propaganda y medios locales que realzan las vetas minerales, que si se abandonaron en 1997 es porque no eran ninguna maravilla. Se toma como referencia Mina Muga, que también afecta a Aragón, y se prometen entre 25 y 18 años de explotación, con la capacidad de otorgar puestos de trabajo, hasta 800. Eso es un caramelo para todos los políticos y los alcaldes. Pero, realmente, esta forma de hacer minería consiste en hinchar un supuesto recurso y venderlo como valores de futuro. Cotiza en bolsa a través de la figura de un inversor, que apuesta. Cuando suben mucho las acciones, coges y las vendes, que es lo que hizo Pedro Fernández, el director de Geoalcali. Luego se preguntaban dónde estaba, había desaparecido. Es que ha pegado un pelotazo que le ha supuesto un montón de millones. Al día siguiente caen las acciones. En este tiempo, en una década, Geoalcali ha hecho esto varias veces. Estaba clarísimo que había una especulación.
¿Este esquema «clásico» está cambiando actualmente con nuevos modelos?
Ahora ha surgido un nuevo tipo de minería, relacionada con las nuevas economías basadas en el dictamen europeo SC/048, que a su vez se basan en la famosa Agenda 2030. En setiembre de 2015 se reúnen todos los líderes mundiales para analizar el declive de los recursos, el cambio climático, la expansión de la pobreza y los problemas medioambientales. Son conscientes de que hay un gran problema y de que esto puede colapsar, poniendo en tela de juicio el futuro de nuestra civilización, e, incluso, el de la especie humana. Se crean los 17 objetivos para el desarrollo sostenible y hasta 2030 todos los gobiernos, especialmente los desarrollados de Occidente, van preparando incentivos fiscales, leyes, dictámenes, directivas, para ir cambiando nuestra economía. Por lo tanto, queda penalizada toda economía relacionada con el extraer, usar y tirar, para ser sustituida por una economía circular. El SC/048 habla de comunidad, de descentralización, de desjerarquización, de descomplejización y de desglobalización de la economía. El planteamiento es que si no la haces tú, se va a hacer de todos modos. Es lo que ha pasado con el covid-19. ¿No estás por la labor? Llega una pandemia y hay que parar el transporte. ¿Se podía parar la máquina? Se podía. ¿Cómo lo hicimos? Por la fuerza. ¿Teníamos que haberlo hecho por las buenas antes? Pues sí. No vamos a crecer económicamente como ha dicho el Banco de España, sino que vamos a caer entre un 13% y un veintitantos por cien. Eso ya supone una retracción del crecimiento de la economía. Lo teníamos en agenda, sabíamos que iba a pasar. Pero sobre todo, la Agencia Internacional de la Energía lo ha dejado clarísimo: No podemos confiar en que el suministro de materias primas y el transporte van a estar siempre ahí para nosotros. Esto nos dejó hechos polvo cuando pasó lo del covid-19 y las comunidades autónomas no tenían ni máquinas para hacer mascarillas. Estábamos todos a expensas de que un transporte saliera de no sé dónde y de que a ese país le diera la gana de hacerlo. En este caso, como casi todo el mundo dependemos de China, le hemos visto las orejas al lobo. No podemos depender de que nos manden todo lo que no tenemos aquí. Hemos confiado todo a una economía en la que se ha arrasado a la clase media, manteníamos cierto nivel siempre y cuando se endeudase, pero los procesos extractivos se llevaban fuera.
Pero, ¿realmente es sostenible esa minería «verde»?
En la minería navarra tenemos, por tanto, la artesanal, la industrial, la especulativa y este nuevo viento que pega de que hay que cambiar. ¿Qué han hecho? Todos los especulativos se han pintado de verde. De repente, sale Mikel Irujo a presentar el Green Deal navarro a bombo y platillo, con unas bonitas páginas en verde. Presentan temas de eficiencia energética, cambios en el modelo energético, cambios en el modelo económico, no sé qué de la huerta a la mesa, … Una serie de pautas que llevamos reclamando hace años, pero a las que, ahora, de repente, les obligan. Pero, ¿por qué hacen esto? Hay 66.000 millones de euros que España puede recibir siempre y cuando demuestre que estén en sintonía con esa forma de la economía circular que dicta el SC/048. Se impulsa la economía de cercanía y la participación democrática absoluta en las decisiones mineras e industriales. Que es lo que no les gusta. Hasta María Mendiluce, consejera del World Business Council for Sustainable Development (Wbcsd), te está diciendo a ti, gran directivo de Geoalcali, que no puedes coger y sacar de aquí potasa, mandarla a Brasil para arrasar allí montando macrogranjas para que luego repercuta en el beneficio de Mac Donald’s.
En cualquier, se impone la necesidad de un cambio de modelo.
Al final, el cambio climático es el cambio climático. O lo uno o lo otro. Si crees que las cadenas de suministro tienen que ser largas estás chocando contra los 17 objetivos de un desarrollo sostenible. Así como toda la sociedad se va a ver sometido a una refracción, el sector minero también. El sector minero tiene que buscarse la vida. Pero no es decirles nada malo. Es lo que hay. Este el estado actual de la situación. Hay una carga de inercia, de gente que todavía no lo sabe, a pesar de ser grandes directivos. Hay un soporte político que apuesta por esa forma de hacer las cosas como siempre, pero se ha acabado. Simplemente, porque no podemos. Estamos viviendo en un sistema que si no crece no funciona y si crece destruye lo que hace que funcione. Eso se llama límite. Y desde el punto de vista termodinámico tiene una explicación. Y no se puede lubricar económicamente. Irujo defiende que se puede disociar el crecimiento económico del consumo de recursos. Eso no ha pasado jamás en la historia del ser humano. No se puede crecer económicamente si no hay una base mineral que lo sustente. Y sobre todo energética. Es que no puede ser. Es una trampa al solitario. Solo se puede hacer externalizándolo, llevando todos los procesos fuera.
Las energías renovables también tienen su cara B.
Una de las cosas que ahora le está poniendo los dientes largos a la industria minera es que para llevar nuestro ritmo de vida pero basado en energías renovables, hay que introducir un factor minero impresionante. Un coche normal tiene una minería, pero un coche eléctrico lleva cinco veces más trabajo de minería. Un autobús eléctrico aquí no deja C02 ni porquería, pero tiene un rastro de cinco veces uno de los otros. Una central energética, eólica o solar, lleva entre ocho y diez veces más minería que una de capacidad similar de ciclo combinado como las de Castejón, por ejemplo. La contaminación es mucho mayor, pero en las ciudades, donde vive la mitad de la población, no se ve. Es como si estás obeso y vas al médico. Te dice que estás como una foca y te dice «¡para ya!». Tienes que dejar de comer y bajar peso o la palmas. Puedes no hacer caso y morir al día siguiente de un ictus o una embolia, o puedes cuidarte, bajar peso y tener una vida mucho más saludable, poder moverte y hacer cosas que antes no podías hacer. Pero para eso hay que poner remedio. Pues ha llegado el momento de poner remedio. Ha venido el médico y nos ha dicho: «Occidente, se os acabo la fiesta. Estáis como focas».
¿Estas cuestiones llegan al sector político?
Están soñando. Con la industria 4.0, con los robots que van a sustituir al ser humano, ... Nada de esto se va a hacer porque exige una cantidad de minería y energía terrible. Vivimos en un callejón sin salida. Pero es algo que los políticos no quieren ver, ni en la izquierda ni en la derecha. Aunque es verdad que la derecha lo tiene mejor asumido. Se ha dado cuenta del problema y ha tomado medidas. Quieren seguir viviendo como ahora. No me considero conspiranoico o antisistema. Me debo a la verdad científica. No cobro del sistema. La izquierda, ni abertzale ni española, no quiere entender esto. Al PSOE la da igual. El otro bloque lo ha entendido, PP y UPN lo han entendido. No quiero decir a nivel de electos locales, pero las cabezas pensantes, sus think tanks, lo han entendido. Y en esas estructuras si lo dice el jefe, obedece hasta el último mono. Piensan que son los elegidos y que tiene que haber una morralla de gente que trabaje para ellos. No van más allá.