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A los oradores, ni agua

Mascarillas, geles hidroalcohólicos, alfombras limpiadoras de suelas, mamparas, reducción de aforos, distancias de seguridad y un punto de crueldad: a los oradores, ni agua.

Mascarillas, mamparas y en el centro, Estefanía Beltran de Heredia que dejará el Gobierno para ser senadora autonómica. (Raúl BOGAJO/FOKU)
Mascarillas, mamparas y en el centro, Estefanía Beltran de Heredia que dejará el Gobierno para ser senadora autonómica. (Raúl BOGAJO/FOKU)

Una de las rutinas que más se repetían en los plenos del Parlamento de Gasteiz en las anteriores once legislaturas era la de un o una ujier retirando de la tribuna de oradores una jarra y un vaso de agua al término de la intervención de cada portavoz y trayendo otra jarra y otro vaso para el siguiente. Y quien más quien menos, casi todos acababan echando un trago antes o después de sus discursos e incluso durante el mismo si este se alargaba. Pero Maddalen Iriarte e Iñigo Urkullu han tenido que afrontar los aproximadamente 75 minutos de alocución de cada uno a palo seco. Ni siquiera una botellita de agua.

Es uno de los efectos de la pandemia y de las medidas adoptadas para evitar contagios. Los más visibles en la Cámara son las mamparas transparentes que separan los escaños, los dispensadores de geles hidroalcohólicos dispuestos en numerosos puntos del edificio, las mascarillas que portan todos los parlamentarios y trabajadores, las flechas que indican prioridades de circulación en los pasillos, la reducción de aforos y el establecimiento de distancias de seguridad. Pero retirar el agua a los oradores tiene un punto de crueldad innecesaria.

Quizá otro de los efectos del covid-19 sea la ausencia de grandes movilizaciones en el exterior del Parlamento. Los plenos de investidura y todos los que despiertan una especial atención mediática suelen ir acompañados de manifestaciones cuyas reivindicaciones muchas veces se escuchan desde dentro del edificio. Esta mañana cinco miembros de Zaldibar Argitu sostenían una pancarta pidiendo responsabilidades por el derrumbe y exigiendo que Iñaki Arriola no repita en el Gobierno. Les han cogido el relevo un grupo de hosteleros disconformes con las medidas restrictivas en los horarios. Por su parte, una decena de militantes de Vox han acompañado a su única parlamentaria hasta la entrada, con banderas de España o otras verdes del partido. Pero nada de multitudes.

La presencia de invitados también se ha reducido. En el palco central los tres diputados generales y el presidente del Parlamento de Nafarroa. En uno de los laterales, los alcaldes de las capitales, la presidenta de las JJGG de Bizkaia, y líderes políticos como Andoni Ortuzar, Arnaldo Otegi, Pilar Garrido e Iñaki Oyarzábal. Ha acudido también el secretario de Coordinación Territorial del PSOE, el navarro Santos Cerdán, de quien se dice que es uno de los dirigentes del partido con mejores relaciones con el PNV. Además ha habido representación de alcaldes de distintas localidades del conjunto de Euskal Herria invitados por EH Bildu y también ha estado su diputado Jon Iñarritu.

Un voto menos

Una de las novedades de la mañana ha sido que la parlamentaria jeltzale Irune Berasaluze no ha podido acudir a la sesión, por encontrarse en cuarentena al ser contacto directo de una persona que ha dado positivo en un test PCR. Por ello, el candidato Iñigo Urkullu tendrá un voto menos de los previstos, puesto que el reglamento solo prevé el voto delegado por motivos de embarazo o parto, un punto que habrá que reformar a la vista de los tiempos que vivimos.

Pese a ello, la candidatura de Urkullu no corre peligro ya que dispone de una amplia mayoría absoluta gracias al apoyo de PNV y PSE. Otra cosa es el entusiasmo que el jeltzale despierte entre sus socios. Cuando Maddalen Iriarte ha acabado su discurso, todo su grupo parlamentario y sus invitados la han aplaudido. Cuando ha acabado Urkullu, los representantes jeltzales han saltado como si tuvieran un resorte, al igual que los consejeros en funciones, pero en las filas del PSE Idoia Mendia ha comenzado a aplaudir sin mucha fuerza y le ha secundado la alavesa Gloria Sánchez. Otros han permanecido inmóviles.

Ni Maddalen Iriarte ni Iñigo Urkullu han agotado los 90 minutos de los que disponían para hacer sus discursos, lo que es de agradecer. Y eso que cuando los escribieron todavía no sabían que no iban a tener ni agua.

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