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Entrevista
ANTONIO SALAS
GENETISTA DE LA UNIVERSIDAD DE SANTIAGO DE COMPOSTELA

«El coronavirus muta, en sentido evolutivo, cada dos semanas»

Antonio Salas es profesor de genética de la Facultad de Medicina de Santiago de Compostela (Galicia). Junto a su colega Federico Martiñón, elaboró el árbol genealógico del coronavirus dentro del Estado español.


Salas es otro de los investigadores que aparcó sus proyectos, en este caso sobre el estudio genética de las poblaciones humanas, para sumarse al mayor esfuerzo científico que ha llevado a cabo jamás la Humanidad: poner fin a esta pandemia. Una de sus aportaciones ha sido rastrear la expansión del virus aprovechando las mínimas diferencias genéticas que también existen dentro del SARS-CoV-2.

¿Qué es un linaje de un virus?

Sería el conjunto de secuencias genéticas que pertenecen a una familia. En virología se habla indistintamente de linajes o cepas. En nuestro artículo usamos linaje o cepa para referirnos a un grupo de genomas similares que tienen que estar evolutivamente relacionados.

Si no todos los coronavirus son iguales, ¿cuántas cepas de SARS-CoV-2 hay circulando?

Nosotros manejamos una base de datos que es limitada, que es una aproximación. Se realizó estudiando más de 40.000 genomas del virus, por lo que solo es una pequeña muestra de los que realmente hay. Es cierto que es la mayor muestra que se haya analizado, pero es eso, una muestra sobre millones de casos. En un trabajo anterior, hicimos una suerte de árbol genealógico y distinguimos unas 164 cepas del SARS-CoV-2 en el mundo. Más adelante, aplicando estos criterios, encontramos 67 cepas circulando ahora mismo en el país. Quizás ahora haya más.

Y ustedes son capaces de saber cuáles de esas cepas son más nuevas y cuáles más antiguas.

Efectivamente. Para nosotros es relativamente sencillo. Los genomas actuales que pertenecen a una familia tienen una cantidad de diversidad genética acumulada y cuánta más diversidad, más tiempo lleva esta familia con nosotros. Así podemos definir cuánto de vieja es cada familia.

Otro genetista me explicó esto con el ejemplo de las buenas canciones. Cuanto más tiempo pasa, más versiones de sí misma acumulan.

No es mal símil. La tasa de cambio es heterogénea, no todo va a la misma velocidad, pero básicamente lo hacemos así.

Su estudio apuntó que los primeros contagios de covid-19 pudieron darse en Gasteiz.

Siempre hemos de referirnos a la base de datos que tenemos. Pudo llegar a otro sitio y no haberlo detectado. Puede, incluso, que la cepa haya desaparecido. Una cepa no dura toda la vida. Una secuencia del coronavirus muta, en sentido evolutivo, cada dos semanas. El coronavirus cada dos semanas es distinto. Esto quiere decir que la mayor parte de las cepas surgen y desaparecen sin más. Pudo haber cepas distintas en algún punto que desaparecieran. Pero, dentro de lo que tenemos en la base de datos, la cepa más antigua es la de Vitoria y habría entrado entre el 5 y el 14 de febrero. Por tanto, la hipótesis es que el linaje más antiguo es el que rastreamos en Vitoria y que hoy sigue siendo uno de los más importantes. Pero no es el único. De hecho, hay otro linaje aún más importante que no surge en Vitoria, sino un poquito después en Madrid.

Se ha reiterado que este era un virus que mutaba poco, que era más estable que el de la gripe. Esto parecía favorecer una vacuna más efectiva y duradera. Le confieso que escuchar que el coronavirus muta cada dos semanas da un poco de miedo.

Yo soy como un notario, documento la realidad. Si el virus muta mucho o poco son valoraciones. El virus cambia. ¡Claro que cambia! Tiene que evolucionar. Lo que ocurre es que la mayoría de las mutaciones no van a ningún sitio. Sin embargo, así como te digo que el virus es distinto cada dos semanas, también te cuento que no hay evidencia alguna de que esas mutaciones tengan importancia o jueguen un rol importante en la virulencia del coronavirus.

 

Se ha especulado mucho sobre la ya famosa cepa italiana, la que hoy es la más común en todo el mundo, salvo en China.

Sí, la 614G, que nació en Italia. Esta mutación nació dentro del macrogrupo A2. Nuestra teoría es que no es relevante, porque por lo menos en España se trata de una mutación poco frecuente. En otros países de Europa es muchísimo más frecuente pero, si realmente fuera más virulenta, no tendría sentido que aquí eso no se notara también, puesto que este es un lugar donde ha habido mucha mayor transmisión. En Galicia tenemos mucho A2a, pero la incidencia en la población es muy baja.

Entonces, ¿qué hace que un linaje se imponga en un lugar?

El auténtico motor de la pandemia no son las cepas, las diferencias entre los virus, sino el hecho de que una cepa encuentre su lugar en un evento de alto contagio. Una cepa se dispara porque halla su oportunidad.

Cuando se despertó el temor por la cepa italiana, recuerdo leer que lo que había cambiado era una única letra de las 30.000 que tiene el código genético del SARS.

Se trata una mutación que genera un cambio en una proteína, que cambia de D a G. Según los autores que lo investigaron, conferiría al virus una mayor infectividad. Yo discrepo, pues esta cepa fue una de las primeras que nosotros encontramos y no nos llamó la atención en absoluto. Luego barajamos que pudiera tener algún tipo de ventaja selectiva. Miramos a fondo y llegamos a la conclusión de que no existen motivos para pensar así. No somos los únicos científicos que sostienen esto.

Es usted un genetista centrado en humanos, pero es uno de los científicos que aparcaron sus proyectos para estudiar el SARS-CoV-2.

Trabajo en genética evolutiva, en genética de las poblaciones humanas aplicada a la biomedicina. He trabajado con genomas que se parecen mucho a este virus, pero que no son de virus. Lo que hicimos fue aplicar el conocimiento que teníamos estudiando poblaciones humanas al coronavirus. Importar este tipo de técnicas a la virología es, quizás, la mayor aportación que hemos realizado. Lo que estamos haciendo también es estudiar la susceptibilidad genética ante el virus, dentro del proyecto GEN-Covid. Queremos saber por qué unas personas generan secuelas o incluso mueren y otros han sido asintomáticos.

Cuando termine la pesadilla del coronavirus, ¿qué materias investigará?

Antes te he contado que estudié poblaciones humanas. Trabajé mucho con ADN mitocondrial y algunas de las publicaciones sonaron allá en el País Vasco, porque hablaba mucho del refugio Cántabro-Francés y su expansión durante el neolítico.

Eso me suena. Hay quien dice que el protoeuskara era la lengua de ese refugio.

Verás que tengo seis o siete publicaciones sobre el tema.

Siga con ello en cuanto pueda. Yo me guardo su número de teléfono para cuando lleguen tiempos mejores.