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El desafío de las mujeres chinas para preservar su apellido

Las mujeres luchan en China por mantener sus apellidos registrando al menos uno de sus hijos con el matronímico. En los últimos meses se ha generado un movimiento para transmitirlos de madres a hijos que está ganando terreno en el gigante asiático.

Una mujer china juega a ping-pong entre hombres en la capital. (Greg BAKER | AFP)

La pregunta sobre qué apellido debe llevar un recién nacido es la que muchas parejas se hacen antes y durante el embarazo, y es una de las decisiones más importantes que deben tomar. Durante el confinamiento de la pasada primavera, en China esta fue una de las preguntas que se empezaron a hacer masivamente después que una mujer asegurara que se había divorciado de su marido porque se negó a permitir que su hijo llevara su apellido.

En un mensaje que se hizo viral en Weibo –el equivalente a Twitter en los países occidentales–, una mujer anónima afirmó que sus suegros y padres también se habían opuesto a su decisión, calificada como destinada a desafiar una costumbre patriarcal. «Incluso si parece ser un buen esposo, todavía tiene todos los privilegios del matrimonio... como darle su apellido a nuestro hijo», explicaba la mujer en este mensaje que ha sido compartido más de 100.000 veces desde que se publicó a finales de marzo. «Quiero libertad», concluye.

En China, como en la mayoría de países del mundo, hijas e hijos llevan únicamente el apellido del padre, con la particularidad de que el apellido se escribe delante del nombre de pila. Según la ley china, las mujeres mantienen el apellido familiar incluso estando casadas y los hijos pueden llevar el apellido de cualquiera de sus padres. Solo la tradición da preferencia al del padre. A pesar de esta práctica, son cada vez más las mujeres que insisten en transmitir los apellidos de sus antepasados a sus hijos y, de este modo, pueden heredar el patrimonio –y el apellido– de sus padres. Pero según los expertos en género, el fin de la política de hijo único del gobierno ha empoderado a más madres para que busquen transmitir sus apellidos a sus hijos como símbolo de la igualdad de género.

Este cambio es debido, en parte, a la política de hijo único vigente desde 1979: las familias que no tuvieron un hijo varón, apostaron todo por sus hijas, y en los últimos años se ha podido ver la progresión de una generación de mujeres bien preparadas, con buena carrera y, a menudo, con mejores empleos que sus maridos que se ven capaces de cambiar incluso las tradiciones seculares.

Zheng Shiyin, experta en estudios de género graduada de la Universidad de Cambridge, señala que la cultura de la transmisión de apellidos está determinada por los sistemas patriarcales de la mayoría de las civilizaciones. A pesar de ser un tema delicado, Zheng opina que el objetivo del debate en Weibo no es luchar contra las normas tradicionales, sino «aumentar la conciencia de la gente sobre la desigualdad de género en las relaciones y los matrimonios».

Combinar apellidos

Ya antes de esta polémica, la tendencia de combinar los apellidos de ambos padres está en auge en la sociedad china. Según un estudio de 2019 sobre nombres chinos, más de un millón de personas tienen los apellidos de su padre y de su madre combinados, diez veces más que en 1990. Y a pesar de no tener estadísticas oficiales a nivel estatal, en Shanghai –la ciudad más desarrollada del país y una especie de laboratorio social chino–, uno de cada diez recién nacidos en 2018 ya tenían el apellido materno. Una tendencia que ha ido al alza a partir de 2016, después de la autorización por parte del Gobierno a tener un segundo hijo.

Algunas familias jóvenes, y otras no tanto, ya han encontrado la solución: han decidido poner el apellido del padre a uno de sus hijos y el de la madre al otro. En algunos casos, el mayor lleva el apellido del padre y el segundo el de la madre; en otros, deciden poner el apellido del padre a los hijos varones y el de la madre a las niñas, lo que es legal en China. En guarderías y escuelas de las ciudades ya se detectan casos de hermanos con diferentes apellidos, según explican algunas madres que han optado por poner el suyo a uno de sus hijos. Esta nueva práctica contrasta con lo que sucede en Euskal Herria, donde el orden de los apellidos establecido en la primera inscripción de nacimiento, es decir, para el primero de los hijos, determina el orden para la inscripción de los posteriores nacimientos con idéntica filiación.

En los países de influencia hispánico-portuguesa se acostumbran a poner dos apellidos, tradicionalmente primero el del padre y después el de la madre (en Portugal, viceversa), pero de acuerdo con lo dispuesto en la Ley del Registro Civil, la autonomía de la voluntad de los progenitores permite elegir el orden de sus primeros apellidos de los hijos.

Según el Artículo 49.2 de la ley, si la filiación está determinada por ambas líneas, los progenitores acordarán el orden de transmisión de su respectivo primer apellido, antes de la inscripción registral. En caso de desacuerdo o cuando no se hayan hecho constar los apellidos en la solicitud, el encargado del Registro Civil requerirá a los dos progenitores, o a quienes ostenten la representación legal del menor, para que en el plazo máximo de tres días comuniquen el orden de los apellidos.

Si transcurre dicho plazo sin comunicación expresa, el mismo encargado determinará el orden de los apellidos atendiendo al interés superior del menor. Donde no hay este problema es en países como Tíbet o Java, donde no existen los apellidos.