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Eguzki cree «descabellado» crear olas artificiales a dos kilómetros de la Zurriola

El posible proyecto de un parque de olas artificiales en Donostia sigue sumando rechazos. En este caso ha sido el turno del colectivo ecologista Eguzki, que se pregunta si «el Ayuntamiento no ha aprendido todavía de los fracasos del campo de golf y de la plaza de matar toros en Illunbe».

Un caserío en la zona de Antondegi, en Donostia. (Google Maps)

El colectivo ecologista Eguzki ha mostrado su rechazo a la construcción de un complejo de olas artificiales en el alto de Antondegi, en Donostia, al considerar que se trata un proyecto «descabellado» porque «no tiene sentido crear un complejo de olas artificiales en una ciudad que cuenta con las suficientes olas naturales para la práctica del surf» a dos kilómetros de distancia.

A su juicio, «no es sostenible ocupar diez hectáreas de terreno natural, rural y agrícola para construir una atracción turística de alto standing», porque .«¿quiénes van a surfear pagando 30 o 40 euros la hora pudiendo hacerlo de manera gratuita y natural en el mar?»

Eguzki entiende que la capital guipuzcoana «tiene que poner freno a la continua urbanización del medio natural», y añade que «los complejos de olas artificiales significan un derroche de agua dulce» y también de energía eléctrica, cuestiones que se evitan surfeando en el mar.

Al margen de cuestiones medioambientales, Eguzki apunta que el alcalde Eneko Goia «ha dejado entrever que las obras correrían a cuenta de los contribuyentes donostiarras  para posteriormente licitar en concurso la explotación del complejo» y que se habla de unos 12 millones de euros «en plena crisis económica, sanitaria y laboral». Este colectivo se pregunta por ello si «el Ayuntamiento no ha aprendido todavía de los fracasos del campo de golf y de la plaza de matar toros en Illunbe. ¿Cómo se puede plantear tamaño desatino?».

Eguzki recuerda que hace unas semanas se retiró un proyecto similar en Donibane Lohizune, contra el cual se habían reunido casi 70.000 firmas, y remarca que «Surfrider Europa hace tiempo que rechaza estos parques de olas artificiales por su insostenibilidad, por su tufo a negocio particular y porque se desnaturaliza una de las claves del surf, la práctica deportiva en un ambiente natural de manera respetuosa».