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El problema no eran Rosa, Iñigo ni Anne; es una Ertzaintza por depurar


El vídeo (y sobre todo audio) de la intervención de la Ertzaintza esta noche en Donostia seguramente se hará viral. Pero a estas alturas más inverosímil será que se traduzca en un cambio de modelo; ni siquiera en época de pandemia este cuerpo renuncia a la política de «vamos a tirar a dar» ni al objetivo de hacerlo en una zona concreta. En 2012 era la herriko de Indautxu y en 2021 son la Trini e Ikatz Kalea de Donostia. Poca casualidad en los objetivos, sectarios a más no poder. Poca novedad en los procedimientos.

Cuando un pelotazo de la Ertzaintza mató a Rosa Zarra hace 25 años en la Paloma de la Paz, dijeron que el problema era el conflicto, la «socialización del sufrimiento». Cuando otro acabó con la vida de Iñigo Cabacas hace nueve años ya no había enfrentamiento armado, pero seguía el ensañamiento político; culparon entonces al material, cambiaron los protocolos, quitaron las pelotas de goma. Pero en 2019 a una joven llamada Anne ertzainas le rompieron la mandíbula con otro proyectil de foam, ante un mitin de Vox. Y en 2021, en una sociedad ya muy destensada políticamente, ertzainas siguen «tirando a dar» con unas pelotas que se asume que pueden ser muy lesivas.

Con Zarra la excusa era el conflicto; con Cabacas, el material; con Anne, la ilegalidad. No, el problema no es qué hay enfrente, sino por qué la Ertzaintza no renuncia a un modelo violento y sectario

En un momento en que se publicitan 700 ertzainas más, la pregunta es si van a ser menos los que tiran a dar a sabiendas de que acabarán impunes, si va a ser menos el grupo de «nagusis» incapaz de afrontar su función de otro modo, si van a ser menos las pelotas (de goma o de foam).

Esta de Donostia ha ido a parar en el tejado del consejero Erkoreka, como antes en los de Balza, Ares o Beltrán de Heredia. ¿Va a limpiar la casa, va a cambiar el modelo?