La fe y el trabajo de la Real obtienen premio con el gol de Isak en el descuento (1-1)
Un tanto de Isak en el tiempo de prolongación permite a los donostiarras sumar un punto en el campo del Villarreal, que se había adelantado con un gol de Parejo a los dos minutos de juego (1-1).
Se puede ver la botella medio vacía, y pensar que se han ganado dos partidos de los últimos diecisiete, que son 9 puntos de los últimos 33. O se puede ver la botella medio llena, y pensar que la Real ha sido capaz de empatar en el campo del quinto clasificado tras verse por detrás desde el inicio, completar una buena primera parte, dominar infructuosamente la segunda –pero dominar, que el Villarreal prácticamente no ha salido de su campo– y no bajar nunca los brazos.
Cada uno verá el recipiente como quiera, que además hay filias y fobias de por medio, pero este punto puede significar un chute de moral para un equipo al que la tostada siempre se le venía cayendo por el lado de la mantequilla. Si en la anterior jornada veía como el Betis le empataba ‘in extremis’, esta vez ha sido al revés. Y el fútbol es, además y también, un estado de ánimo.
La jugada que ha marcado el guion del partido ha llegado pronto, a los dos minutos. Parejo ha enganchado desde 25 metros un trallazo que se ha colado por la escuadra de Remiro (1-0, m.2).
Al inicio de la jugada se podría haber pitado fuera de juego de Alcácer, claramente adelantado y que toca el balón después de lo peine Guevara. Una acción de las que se han sancionado toda la vida, pero ahora vaya usted a saber. Es como lo de las manos, que hace falta un máster en la Universidad Rey Juan Carlos para saber cuándo se castigan y cuándo no.
La reaccion realista ha sido muy buena, e Isak ha podido empatar cinco minutos después, pero su disparo ha pegado en la madera.
Los donostiarras presionaban muy arriba, recuperaban balones y llegaban bien por la bandas, pero faltaba precisión, ora en los centros –16 en esos 45 minutos–, ora en el remate. Isak se ha topado con Asenjo y un balón de Monreal se paseado por el área pequeña sin nadie que lo mandara a la cazuela.
El Villarreal, que generaba peligro cuando encontraba campo para correr, ha tenido el segundo en un remate de espuela de Alcácer que se ha ido fuera por poco.
Lección del Villamarín
En el descanso, visto lo acontencido en el Villamarín, Imanol ha quitado al amonestado Illarramendi para evitar riesgos. A lo largo de la segunda parte ha hecho lo mismo con Guevara y Le Normand, quien no podrá jugar contra el Cádiz por acumulación de amarillas. El estilo de la Real obliga a los centrocampistas a hacer faltas tácticas muy evidentes para atajar contraataques.
La segunda mitad ha sido lo que habitualmente se define como «dominio estéril», 65,6% de posesión en el cómputo global. El Villarreal, no olvidemos que es uno de los gallitos y permanece invicto este curso en el Estadio de La Cerámica, se ha limitado a defender, y a la Real le ha costado encontrar la más mínima fisura.
Imanol ha quemado naves a falta de 13 minutos, dando entrada a Januzaj y Carlos Fernández, y manteniendo asimismo a Isak sobre el verde.
Y el andaluz ha sido providencial. En el 92, jugando ya con el desesperado recurso del balón a la olla, lo ha cabeceado en dos ocasiones, impidiendo de la zaga amarilla lo despejara, y ha caído a los pies de Isak, que han enganchado un derechazo que Asenjo no ha podido detener (1-1).
El punto es además muy valioso en los cuantitativo, porque mantiene a los donostiarras sextos a tres del Villarreal y con el average empatado, cuando el submarimo amarillo podía haberse escapado a seis y con el average a favor. El próximo domingo visita Anoeta el Cádiz y ahí sí, con ocho días de por medio para prepararse, la Real necesita los tres puntos para empezar a revertir definitivamente su mala racha.