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Cómo una ley que pretende despatologizar a las trans se ha vuelto objeto de polémica

El Ministerio de Igualdad español ha presentado la Ley Trans, que pretende despatologizar el camino de las personas trans para conseguir el cambio del nombre y la mención del sexo en el registro. Una ley que habla de derechos ha suscitado la polémica.

Mujeres recuerdan que el machismo también afecta a las trans durante la manifestación del 8M de 2020 en Bilbo. (Aritz LOIOLA/FOKU)

El borrador de la Ley Trans que ha presentado en Ministerio de Igualdad español, a cargo de Irene Montero, ha generado polémica en cierto sector del movimiento feminista del Estado. El debate, aunque con menos ruido por ahora, ya ha llegado a Hego Euskal Herria.

Los objetivos principales de esta propuesta son despatologizar el camino que las personas transexuales y transgénero –a partir de ahora trans– tienen que recorrer para conseguir el cambio de nombre y de la mención del sexo en el registro y garantizar la protección y los derechos a toda aquella persona «cuya identidad de género no se corresponde con el sexo asignado al nacer».

Con la ley vigente (Ley 3/2007) los trans deben acreditar disforia de género mediante pruebas médicas y sicológicas y haber recibido un tratamiento hormonal durante por lo menos dos años antes para conseguir el cambio registral, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminara en 2018 las categorías relacionadas con las personas trans del capítulo sobre trastornos mentales. Es decir, necesitan el diagnóstico de una enfermedad que no existe.

El borrador de Unidas Podemos, sin embargo, plantea el derecho a la autodeterminación de género a partir de 16 años, ateniéndose al procedimiento aconsejado por varias instituciones internacionales como la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa y que ya se aplica en países como Argentina, Portugal, Irlanda, Bélgica o Dinamarca y en varias comunidades autónomas del Estado. De acuerdo con esta ley, sería suficiente la declaración expresa de una persona mayor de 16 años para iniciar los trámites registrales, sin necesidad de pruebas médicas. Los menores de entre 12 y 16 años podrián hacerlo a través de sus tutores o con su consentimiento; y los tutores de los menores de 12, podrián pedir el cambio registral con la conformidad de los niños y niñas.

La única opción que tenía Brayan Altimasberes, miembro y creador de la asociación para las personas trans adultas Loratuz Lotu, para iniciar el procedimiento del cambio registral del nombre y de la mención de sexo cuando decidió iniciar el proceso era esperar dos años de hormonación, algo que no sucedería con la propuesta de ley de Unidas Podemos, la cual considera «bastante completa» y cree que «otorgará libertad a las personas trans». Aunque apostilla que, en su opinión, sería un avance aún mayor dejar de referir el sexo en los documentos de identidad y mencionar solamente el género, pues considera que la «constante categorización sexual» también puede ser «patologizante».

Respecto a la polémica que se ha desatado, apunta que «muchas veces el conflicto surge por miedo o por ignorancia, incluso por miedo a perder privilegios. Pero es cierto que oímos más las voces de las contrarias a la ley que las de las propias personas trans. Es importante preguntar a las personas trans qué opina cada una, porque nos afecta a nosotros».

La ley en Hego Euskal Herria

En la práctica, la aprobación de la nueva Ley Trans no supondría grandes cambios para las personas trans de Hego Euskal Herria, ya que las leyes autonómicas de la CAV y de Nafarroa ya contemplan la autodeterminación de género.

«Aquí puedes cambiar la tarjeta sanitaria, la documentación escolar… lo que no se pueden hacer son los trámites que vienen desde Madrid, el DNI o Pasaporte, por ejemplo. Pero, en el día a día, los niños y jóvenes de aquí ya tienen reconocido este derecho», explica Bea Sever, portavoz de la asociación Naizen que ha participado en nombre de la asociación en la elaboración del borrador del Ministerio de Igualdad español.

Pero más allá de lo estrictamente jurídico, cabe recordar con datos la discriminación que sufre actualmente el colectivo trans. Esta misma semana, Naizen informó de que un niño transexual de menor de edad sufrió una agresión tránsfoba en Iruñea. Un estudio de la Fundamental Right Agency revela que en Europa, el 55% de las personas trans había sido discriminada en el último año, el 62% había sido objeto de acoso y 8% había sufrido algún ataque físico y sexual. Por último, otro estudio de Transgender Europe constata que en el Estado español, el 24,5% había pensado en suicidarse en el último año y casi el 11% lo había intentado.

¿Sería la Ley Trans efectiva para paliar los efectos de la tranfobia social? Los datos dicen que sí. Según estudios anglosajones-americanos, (Suicide risk in the UK Trans population and the role of gender transition in decreasing suicidal ideation and suicide attempt, 2014; Chosen Name Use Is Linked to Reduced Depressive Symptoms, Suicidal Ideation, and Suicidal Behavior Among Transgender Youth, 2018) el 67% de las personas trans pensaba en el suicidio antes del tránsito frente al 3% después. Igualmente, concluyen que el uso del nombre escogido disminuye radicalmente las ideaciones suicidas.

Entonces, ¿por qué una ley que concierne al derecho de la libre identidad de género y que se presume efectiva para luchar contra la discriminación es objeto de polémica? Bea Sever opina que el concepto de la autodeteminación de género ha sido malentendido: «La autodeterminación significa la relación que uno quiere tener con la administración. El hecho de ser quien eres no se puede cambiar, porque estos niños viven como lo que son, a pesar de lo que digan los documentos. Si de verdad fuera posible cambiar lo que somos, seguramente mucha gente no elegiría la transexualidad, no elegiría la vía más difícil».

A pesar de ello, cree que dentro del feminismo en Euskal Herria el debate en torno a la Ley Trans es minoritario, ya que son «muy pocas» las personas que quieren «excluir a las mujeres trans» del movimiento.

Los derechos a debate

Pero lo cierto es que las que se autodenominan como feministas radicales y se posicionan contra el borrador de la ley ya se han asociado mediante la plataforma Euskal Herriko Feminista Erradikalak. La escritora y militante feminista Ainara G. Goitiandia ha mantenido una postura crítica con la propuesta de Unidas Podemos en sus redes sociales, ya que cree que la «esencia» de esta ley reside en la «eliminación de la mujer». «Esta ley no distingue entre sexo y género. El borrador de la ley sostiene que el sexo es un constructo social, negando el biologicismo. Y esto deriva en una desprotección hacia las mujeres. Si eliminamos el sentido del sujeto mujer, la esencia de la violencia desaparece con él, desaparecen todas las leyes que se han conseguido para la protección de la mujer», arguye.

Goitiandia critica también «la medicalización» de las menores porque, a su juicio, no tienen «una madurez» suficiente para valorar por qué no encajan en los roles de género. «Lo que estamos haciendo con esta ley es medicalizar a todos los niños que no encajan en los roles de género». En este sentido, cree que mediante la Ley Trans a «una niña que tiene actitudes masculinas» o al revés, «se le metería automáticamente en este abanico trans».

La escritora denuncia que «en Hego Euskal Herria se ha asumido la ley trans sin nigún criticismo», sin tomar en cuenta que «atenta contra los derechos de las mujeres directamente». Advierte de que la ley tiene como último objetivo «romper el feminismo», y apela por ello al debate.

La militante transfeminista Josebe Iturrioz también cree en el diálogo, pero no en los términos que se está dando en torno a este tema: «Podíamos esperar una reacción así por parte de la ultraderecha, pero, de repente, el debate se ha instalado en el feminismo y no creo que sea legítimo en los términos que se está dando. Las estrategias que están utilizando son insultantes y el conflicto que se está planteando no existe. Además, me parece muy feo plantear el conflicto en nombre del feminismo. Se está creando una fuerte brecha entre feminismo y movimiento LGTBIQ y esto nunca ha sido así». Por ello, defiende que este conflicto no es un debate, sino un «ataque tránsfobo sin sentido».

Respecto a la ley, cree que representaría «un avance importante. Cuando se aprobó la anterior ley, varios colectivos no podíamos entender cómo se podía seguir definiendo la transexualidad como una enfermedad mental y creo que la autodeterminación de género es imprescindible para la comunidad transexual».

Y a las que se posicionan en contra de la ley alegando que «borrará» a las mujeres, les recuerda que «lo que borra a las mujeres es el sistema patriarcal y machista, el que las mata, el que las pega». «Llevamos un montón de tiempo diciendo que hay que complejizar la realidad de los datos, que hay que tener en cuenta la interseccionalidad, que no podemos hablar sobre la mujer, sino sobre mujeres diversas. Por eso, las realidades de las mujeres y hombres trans entran en esa diversidad y, además sufren el mismo machismo, o incluso más grave», concluye.