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Los hosteleros pagan los platos rotos

La asociación Ostalaritza Aurrera denuncia que las ayudas no cubren los gastos fijos y que llegan «cuando el negocio está hundido».

De izquierda a derecha, Jenifer García, Javi Mora y Aitor Salegi, de Lasarte-Oria; Txema Iriberri, de Urretxu; y Asier Aseginolaza, de Ordizia, miembros de la asociación Ostalaritza Aurrera. Andoni CANELLADA | FOKU

La hostelería es uno de los sectores que más ha sufrido las restricciones impuestas frente al Covid-19. En este último año se han perdido 10.000 puestos de trabajo en Hego Euskal Herria y, los autónomos que siguen trabajando no alcanzan para pagar los gastos fijos. Hay incluso quienes han tenido que pedir préstamos para poder pagar la Seguridad Social y estar al día para poder cobrar las ayudas.

GARA-NAIZ ha querido conocer de primera mano cuál es el estado de ánimo de este colectivo, perteneciente a un sector cuya importancia ha quedado en evidencia no solo por su peso económico, sino por el incalculable efecto tractor que tiene en otros sectores. Para ello ha reunido a varios miembros de Ostalaritza Aurrera, asociación que agrupa a unos 4.000 profesionales de 40 localidades del interior de Gipuzkoa. Y lo ha hecho en Lasarte-Oria –donde dio sus primeros pasos–, con los hosteleros de este municipio Jenifer García, del bar Arkupe, Javi Mora, del Jalgi, y Aitor Salegi, del 2KN; así como con Asier Aseginolaza, del Kirkil (Ordizia); y Txema Iriberri, de Eire taberna (Urretxu). Todos ellos con muchos años de experiencia a sus espaldas.

«En nuestra asociación nos hemos ido juntado hosteleros que no estábamos satisfechos con SOS Ostalaritza, porque iba a un ritmo que para nosotros era insuficiente. La situación era muy grave –añaden– y veíamos que era necesario poner en marcha acciones más directas, salir a la calle para mostrar nuestro malestar a la sociedad», explican Javi Mora, Txema Iriberri y Aitor Salegi.

Y es que la hostelería ha sido uno de los sectores más afectados por al crisis. Así, en el último año, calculan que han tenido que permanecer cerrados «como mínimo cuatro meses», a lo que habría que sumar las jornadas que no han podido abrir por estar su pueblo en color rojo. «Y a eso súmale que no hemos tenido fiestas patronales, ni navidades…».

Aitor Salegi lo resume de una forma muy gráfica: «Si nos comparamos con un obrero, nosotros en 2020 solo hemos cobrado cuatro nóminas. Y el resto del año nos hemos tenido que buscar la vida».

En este sentido, recuedan que mientras un empleado que está en ERTE cobra el 70% de su salario base, estos profesionales, al ser en su mayoría autónomos con trabajadores, cobran el 30% de lo que cotizan, una cantidad que no dudan en calificar de «miseria». «En mi caso –señala Txema Iriberri–, aunque esté cotizando más que el mínimo, estoy cobrando 377 euros al mes, vamos, una auténtica ruina».

Pero lo que más les afecta es que aunque estén los negocios cerrados, han tenido que seguir haciendo frente a los gastos fijos. Según sus cálculos, «hoy en día mantener un local en condiciones para poder abrirlo supone un costo de 5.000 euros mensuales de media en concepto de alquileres, seguros, suministros, impuestos, costes aministrativos… Por tanto, una ayuda de 3.000 euros no llega para cubrir esos gastos».

Además, se quejan de que para poder recibir esas ayudas «tienes que estar al día con todas las administraciones. Es decir, primero tienes que pagar todos los impuestos para luego poder cobrar una ayuda que te permita cubrir esos impuestos». En algunos casos, incluso, se han visto obligados a pedir un préstamo, como es el caso de Asier Aseginolaza: «Yo he tenido que pedir un préstamo para pagar la Seguridad Social, porque si no lo pago, ya no puedo optar a las ayudas». En este sentido, coinciden en señalar el coste que supone tener que pagar la Seguridad Social de los trabajadores en ERTE, ya que aunque no estén trabajando, «tenemos que asumirlo, aunque no hayan venido ni un solo día a trabajar».

Junto a ello, denuncian que dichas ayudas llegan meses después de haber pagado los impuestos. «Ahora por ejemplo, acabamos de recibir las ayudas de mayo del 2020. Y esto no tiene sentido. Las ayudas tienen que llegar en el momento en que te comunican el cierre, no cuando ya estás hundido», denuncia Aitor Salegi.

Esta situación se ve agravada en el caso de los establecimientos de ocio nocturno, los bares que no disponen de terraza o los propios restaurantes, cuya actividad se ha visto limitada más aún por las restricciones. «Con los horarios que se han puesto, que son vergonzosos, un restaurante ya no puede dar cenas y tiene que renunciar, como mínimo, a un 50% de su facturación», señala Txema Iriberri.

Negociación de los alquileres

Por ello, uno de los aspectos en los que inciden es el de negociar los alquileres de los locales, algo que a su juicio se debería regular. «Así como han regulado un montón de cosas con el estado de alarma, se podrían regular también los alquileres, pero para eso hace falta voluntad política», resalta Aitor Salegi, a lo que Jenifer García añade la situación de los propietarios de locales con hipotecas a su cargo. «Tú vete al banco y diles que este mes no les pagas, a ver lo que te responden», resalta.

En relación a estos préstamos, Salegi denuncia que las ayudas que se anuncian para hacer frente a las hipotecas tienen los mismos intereses que los que se pueden encontrar en el mercado. «Entonces, ¿qué ayuda me están dando realmente si puedo ir a cualquier banco y pedir un préstamo en las mismas condiciones y sin tanto papeleo?».

Tasas municipales

En cuanto al pago de las tasas municipales, la situación varía mucho de una localidad a otra. En Urretxu, por ejemplo, Txema Iriberri reconoce que en este municipio se les ha bonificado el 100% de las tasas de terraza, basura y agua, y que también se les han concedido ayudas directas. «Ha sido una decisión apoyada en el pleno por todos los grupos municipales a raíz de las demandas que habíamos presentado», señala Iriberri. En Ordizia también les han bonificado las tasas de terrazas y basuras, y les han concedido una ayuda de mil euros.

No obstante, los hosteleros consideran que el no cobrar tasas de basura o terraza no supone realmente una ayuda, «ya que con todo el tiempo que hemos estado cerrados, no hemos hecho uso de esos servicios».

Además, denuncian que a la hora de anunciar las ayudas «se presentan grandes números, pero luego lo que llega a cada hostelero son migajas». En este sentido, señalan que, por ejemplo, una ayuda directa de 1.000 euros «no nos cubre ni para pagar el alquiler y la luz de un mes».

Por ello, reclaman que se diferencien las ayudas destinadas al comercio y a la hostelería. «Al Ayuntamiento de Lasarte-Oria le hemos planteado que hagan dos tipos de ayudas, una para la hostelería, que es el sector más castigado, y otra para el comercio y los servicios, cuya realidad es completamente diferente», resalta Jenifer García.

Aitor Salegi incide en este aspecto y denuncia que las campañas y ayudas de las instituciones «se centran en el turismo, pese a que este sector supone solo el 18% del sector en Gipuzkoa. Mientras, los pueblos del interior estamos completamente olvidados».

 

HASTA DIEZ BARES CERRADOS EN CADA PUEBLO

Ostalaritza Aurrera calcula que en casi todos los pueblos importantes del interior de Gipuzkoa se han cerrado ya entre cinco y diez bares, sobre todo los de ocio nocturno.

Tal y como lo explica uno de los afectados, Asier Aseginolaza, del bar Kirkil de Ordizia, la solución que se les ha planteado ha sido obtener la licencia de la categoría 2 para abrir por la mañana. «Nosotros hemos pasado de vender cubatas a vender napolitanas, pero eso es muy difícil de que funcione. Mi bar es un local pequeñito, no tiene terraza, y la gente no está acostumbrada a venir por la mañana. Hasta las siete de la tarde no empezamos a facturar. Estamos reventados físicamente y mentalmente», afirma.

Es la situación que ha llevado precisamente al cierre de uno de los dos locales que tenía Javier Mora en Lasarte-Oria, el bar Trumoi. «Era un bar que trabajaba mucho por la noche, pero con las restricciones que hay ahora es imposible trabajar. Y antes de arruinarme con los gastos y alquileres, he decidido cerrarlo».

Los miembros de Ostalaritza Aurrera creen además que a partir de ahora se cerrarán más bares. «Hasta ahora la gente ha aguantado, pensando que esto se solucionaría, pero esto sigue, y el colchón que podías tener se acaba», señalan.

Además, una vez se permita abrir los bares, se muestran convencidos de que «no va a haber clientela como antes. La crisis se está llevando por delante muchos empleos en la industria y la gente no va a tener dinero», concluyen.