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La decisión alemana con Moselle disgusta al Estado francés, pionero en reponer fronteras

Desde mañana, 2 de marzo, los ciudadanos de Moselle que quieran entrar en Alemania, incluidos los 16.000 fronterizos que trabajan en Sarre o Renania, deberán presentar un PCR. La medida disgusta en el estado pionero en la reposición de fronteras, genera quejas en Austria, y preocupación en Bruselas.

Un hombre camina en la localidad de Saarbrucken localidad del lander germano de Sarre, limítrofe con Moselle. (Jean-Christophe VERHAEGEN/AFP)

El Consejo Europeo del 21 de enero sirvió para debatir sobre una eventual reposición generalizada de las fronteras internas de la UE ante el avance de las variantes de la covid.

Desde mañana, Alemania limitará todavía más las entradas en su territorio tras clasificar como «zona de riesgo extremo» al departamento francés de Moselle, extendiendo las medidas ya adoptadas con otros países como Austria y República Checa.

Los 27 se mostraron en ese cónclave de enero favorables a limitar los movimientos internos. Con todo, no adoptaron un compromiso firme.

Emmanuel Macron llegó a esa reunión con el trabajo adelantado, ya que para entonces había reimplantado los controles y aplicado el deber de presentar una prueba negativa de PCR para penetrar en territorio francés.

Angela Merkel se mostró favorable a esa medida, pero desmarcándose de las posiciones más favorables a una reposición generalizada de los controles en las fronteras internas.

Ahora la evolución de la situación sanitaria ha llevado al Gobierno de Berlín a estrechar su política de fronteras, en una decisión que, por sus afecciones, no ha gustado paradójicamente a París, pionero en la reposición de controles de la muga, con las conocidas consecuencias, sin ir más lejos, en los pasos entre el norte y sur de Euskal Herria.

Vuelta de tuerca

Efectivamente, la nueva política de fronteras se tradujo en el caso de Euskal Herria, de una parte, en el cierre, el pasado enero, de ocho pasos fronterizos y, de otra, en la exigencia de una prueba PCR a aquellas personas que, no residiendo en el radio de 30 kilómetros de la muga, trataran de franquear la frontera.

Esas disposiciones que, pese a la evolución sanitaria de la pandemia a ambos lados de la muga siguen vigentes, quedaron explicitadas en la siguiente ordenanza. He hecho, preguntado al respecto, el viernes pasado, el prefecto de Pirineos Atlánticos, Eric Spitz, aseguró que no hay fecha para la reapertura de la muga.

Ahora, Alemania anuncia que a partir de la medianoche del 2 de marzo, las personas procedentes del departamento limítrofe francés de Moselle, que en la última semana alcanzó una tasa de incidencia de 310,8 y una prevalencia del 60% de la variante sudafricana, deberán aportar una prueba PCR de menos de 48 horas. Esa medida se acompañará además de la obligación de presentar una declaración electrónica «a cada entrada en territorio alemán».

Las nuevas limitaciones impuestas por Alemania, confirmadas el domingo 28 de febrero y que van más allá incluso de las aplicadas por el Estado francés en los pasos pirenaicos, van a impactar de lleno en ese territorio transfronterizo.

De hecho, las autoridades departamentales de Moselle han informado hoy de que el transporte público de viajeros quedará interrumpido desde mañana, lo que implica la parálisis de los servicios de autobús o tranvía que unen Sarre y Moselle.

También han aconsejado a trabajadores transfronterizos y a familias cuyos hijos-as cursan sus estudios en localidades alemanas vecinas que «se informen sobre las condiciones de acceso a empresas y escuelas y de la cuestión de la financiación de los test».

Berlín asegura que «la frontera no se cerrará». Y añade que no se implantarán puestos fijos en la frontera, para evitar imágenes de colas de vehículos. Los controles se aplicarán de forma aleatoria en el territorio limítrofe.

Quejas en Moselle y en Viena

A pesar de la vuelta de tuerca, Berlín acordaría un tratamiento más permisivo respecto a Moselle, si se compara con el que aplica a territorios a los que califica como «zona de variantes» y que le ha llevado a arbitrar medidas aún más estrictas, por ejemplo, en sus pasos fronterizos con el territorio de Tirol bajo soberanía de Austria o con la República checa.

Ese «trato preferencial» ha servido de consuelo al secretario de Estado francés de Asuntos Europeos Clément Beaune, entrevistado en la emisión de RFI «Questions Politiques».

Las palabras de Beaune no han calmado los ánimos locales. Así, el presidente de la región Gran Este en la que se inserta Moselle, Jean Rottner, ha abogado por pruebas menos costosas y más livianas, como los test salivares, que el Estado francés empezará a aplicar a escolares, para evitar «un colapso» en la zona transfronteriza.

Sin embargo, de momento, Alemania no acepta ese test. De ahí que el diputado de la mayoría macronista en Moselle-Este, Christophe Arenmde, haya tachado de «simplemente ingestionable» la sitiación que se vivirá en la muga franco-alemana, por la que pasan cada día 16.000 franceses que trabajan en los lander de Sarre o Renania-Palatinado.

Tampoco han convencido los argumentos al canciller austriaco, quien ha denunciado que «en función de la situación geográfica Alemania aplica con distinto rigor las medidas en frontera».

En declaraciones al diario alemán ‘Merkur’, Sebastian Kurz considera que «es totalmente lógico en tiempos de pandemia tejer una red de seguridad con test, máscaras y otros instrumentos, pero no aplicar medidas que ponen en peligro el mercado interior y que implican que las personas no puedan ir a trabajar o que las familias se vean separadas».

Se levanta la valla en Andorra

Desde Bruselas se sigue con preocupación la progresión de la pandemia, a través de las nuevas variantes, pero también las dificultades para aplicar medidas coherentes sobre fronteras.

Aunque la gestión de los pasos es competencia de los estados, la dificultad para preservar la libre circulación de personas, uno de los eslabones de la UE, preocupa en Bruselas.

Prueba de esa falta de armonización, la medida de restricción que se aplicará mañana en Moselle contrasta con el levantamiento de la valla entre Andorra y el Estado francés.

Desde enero en la muga con el principado regía también la exigencia del PCR de 72 horas para todos los pasajeros excepto los transportistas y a los trabajadores transfronterizos.

Desde este lunes se levanta esa medida en lo concerniente a los habitantes de dos territorios fronterizos: Pirineos Marítimos y Ariège. Seguirá en vigor para el resto de ciudadanos del Estado francés, a los que se les exigirá esa prueba a su retorno.

La medida ha sido acordada por París con las autoridades andorranas, ya que el pasado 16 de febrero el jefe de Gobierno andorrano, Xavier Espot, solicitó al primer ministro francés, Jan Castex, que se aliviaran las restricciones al flujo transfronterizo a la vista de las fuertes afecciones en el comercio local.