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El FBI alerta del «terrorismo doméstico» extendido por todo EEUU

El director del FBI, Christopher Wray, alertó ante el Senado de que el «terrorismo doméstico», como calificó el asalto al Capitolio, se ha «metastatizado» por todo EEUU y no se trata de casos aislados. En los últimos tres años de han duplicado el número de casos investigados por el FBI

El director del FBI, Christopher Wray, en su comparencencia ante el Senado. (Alex WONG/AFP)

El director del FBI, Christopher Wray, confirmó ayer que este organismo ha clasificado el asalto al Capitolio del 6 de enero, llevado a cabo por partidarios del expresidente Donald Trump, como «terrorismo doméstico».

«Este ataque, este cerco, este comportamiento criminal, simple y llano, es un comportamiento que nosotros, el FBI, consideramos terrorismo interno», indicó Wray en una audiencia sobre el incidente ante la Comisión Judicial del Senado estadounidense.

Según el director del FBI, el número de casos de «terrorismo nacional» investigados por el cuerpo se ha doblado durante su tiempo al frente de la institución, pasando de unos mil en 2017 hasta unos 2.000 para finales de 2020.

En este sentido, alertó de que el «terrorismo interno» se ha «metastatizado» en todo EEUU y recalcó que el evento del 6 de enero no fue «aislado». Además, recalcó que el FBI ya había hecho sonar las alarmas sobre este asunto desde hace varios años. Wray evitó encuadrar a los asaltantes en una única ideología extremista y aseguró que la multitud «incluía una variedad de orígenes».

«Según avanzamos en nuestras investigaciones, crece el número de lo que podríamos llamar milicia de extremismo violento. Y también podríamos incluir a algunos de las personas ya arrestadas en la categoría de extremismo violento por motivos raciales, también blanco», añadió Wray.

Asimismo, confirmó que el FBI no tiene constancia de la participación de antifascistas o personas de ideologías de izquierda en el incidente, como habían llegado a afirmar  Trump y sus seguidores. Partidarios del expresidente asaltaron el Capitolio cuando el Congreso ratificaba la victoria de Joe Biden en las elecciones. Trump rechazó repetidamente el resultado electoral, afirmando que se había producido un «fraude» y arengó a defender su «victoria» ante el Capitolio.

Alrededor de 800 manifestantes lograron irrumpir en el interior, provocando caos, lo que encendió la polémica por la falta de anticipación de las fuerzas de seguridad. Wray defendió la acción del FBI, asegurando que los informes de violencia potencial se habían transmitido a las autoridades a través de un «procedimiento norma» local.

Un informe de la oficina local del FBI en Norfolk  había advertido a la Policía del Capitolio de los llamamientos a «luchar» a finales de febrero, pero el documento no circuló internamente, según el Senado.

La Policía del Capitolio, por su parte, achacó al FBI no haber concretado la gravedad de la amenaza. El incidente dejó cinco muertos. Al menos 280 personas han sido arrestadas y se han presentado cargos contra más de 300.

El «trumpismo», decidido a mantener el control republicano

Donald Trump está decidido a garantizar que su movimiento populista mantenga el control de un Partido Republicano que lucha por ocultar sus divisiones. «El increíble viaje que hemos comenzado juntos (...) está lejos de terminar. Y al final, ganaremos. No vamos a crear nuevos partidos, no vamos a dividir nuestro poder. Estaremos unidos y poderosos como siempre», afirmó el domingo frente a una multitud entusiasta en el CPAC, un importante foro conservador protagonizado por el sector más derechista del partido.

Trump coqueteó con la idea de postularse para presidente en 2024 sin llegar a confirmarlo. «Recuperaremos la Cámara de Representantes, recuperaremos el Senado, y luego un presidente republicano hará un regreso triunfal a la Casa Blanca, me pregunto quién será», dijo entre vítores. «¿Quién sabe? Incluso podría decidir vencerlos por tercera vez», lanzó, confirmando que sigue sin reconocer su derrota. Desde el asalto al Capitolio, el partido muestra enormes divisiones.

Y el ala «trumpista» parece decidida a saldar cuentas. Trump mencionó, uno por uno, los nombres de los siete electos republicanos que votaron a favor de su condena en el Senado y pidió al partido «deshacerse» de ellos.

Según una encuesta entre los participantes del CPAC, el 95% quiere que el partido continúe con su programa populista, pero solo el 68% cree que debería ser el candidato en 2024, una «advertencia», según el analista conservador Karl Rove.

Trump tiene obstáculos en ese camino, amenazado aún por procesos legales y criticado por su papel en el asalto al Capitolio.

Las elecciones de mitad de mandato de 2022 marcarán las posiciones del partido. Si recupera el Senado y/o la Cámara de Representantes gracias a candidatos apoyados por Trump, el camino hacia una nueva candidatura se abrirá de par en par.

Si fracasa, sus opositores saldrán reforzados. Algunos que criticaron su papel en el asalto al Capitolio, como la exembajadora de la ONU Nikki Haley y el senador Ben Sasse podrían disputarle la candidatura. U otros más discretos, como los senadores Josh Hawley y Ted Cruz,  Kristi Noem, o su exvicepresidente, Mike Pence.GARA