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¿Carambola navarra en el harakiri de Ciudadanos?

El más que previsible fracaso de la operación para tumbar al PP en Madrid, augura una época de cambios en el esquema de partidos en el Estado español. En Nafarroa, Ciudadanos juega un papel secundario dentro de Navarra Suma, pero no está libre de salir indemne de ésta. 

Los candidatos de Navarra Suma, en el inicio de campaña. (Iñigo URIZ / FOKU))

El fiasco murciano ha sacudido todo el tablero político en el Estado. Ahora mismo todo asoma muy incierto, como si los ajedrecistas no hubieran tenido tiempo de recolocar las piezas que se han movido.

-¿El alfil lo tenía en la casilla blanca o en la negra?

-En la negra.

-¿Y este peón?

-Ahí. Creo que no lo habías movido todavía.

-Juraría que sí. No hagas trampas. 

Como el movimiento ha desplazado tantas piezas, es imposible que todas vuelvan a su sitio. Y la discusión de los ajedrecistas no está siendo pacífica. La ubicación de la ficha de Ciudadanos –que como mínimo es una torre– está sujeta a enorme debate.

La decisión final se tomará en el Comité Ejecutivo de este lunes, al que todo el mundo acudirá armado como un caballero medieval. Gane la del hacha, el de la alabarda o el de la maza con temibles púas, la torre indefectiblemente caerá en una casilla desprotegida y a tiro de la reina del rival.

Por reina, claro está, me refiero a Isabel Díaz Ayuso que, en unas elecciones, probablemente se coma la torre de Ciudadanos. Pero esa es ya la siguiente jugada y, de lo que se trata aquí es de averiguar si, con los datos actuales, la situación ya tiene una derivada en Nafarroa.

Un hecho cierto es que, de no querer María Chivite –o Ferraz, que a los efectos es casi lo mismo– las próximas elecciones navarras coincidirán con las madrileñas. ¿Cómo puede suceder esto? Porque la normativa electoral es diferente. Las legislaturas en Nafarroa duran cuatro años siempre, salvo moción de censura o que tiren la toalla.

En Madrid no funcionan así. Un adelanto electoral no pone el reloj a cero. Por eso, pase lo que pase en Madrid, el próximo presidente o presidenta que salga terminará su mandato en 2022. Y, desde ese punto de vista, el resultado de la siguientes elecciones en Madrid no es ni de lejos tan importante como las elecciones de 2022, cuando las negociaciones de gobierno transcurrirán en paralelo y puede darse el cambio de cromos. Nafarroa, en Madrid, es cromo.

La siguiente idea a subrayar es el papel que juega Ciudadanos en Nafarroa. Navarra Suma es formalmente un pacto a dos, entre UPN y Ciudadanos con el PP de polizón (ocupa puestos parlamentarios que le cede UPN). Esto que suena tan raro, entonces tenía su lógica, pero ya ha caducado.

Lo importante hoy es que UPN fue bastante generoso en ese pacto, porque C’s era un partido en auge (idea que ha caducado también) y, más importante aún, porque se presumía que los naranjas se llevaban tan bien con el PSOE que podrían eludir así el veto que Chivite les había lanzado encima.

Aquí el murcianazo sí tiene incidencia independientemente del desenlace. Si ganan los que no tocarían a Pedro Sánchez ni con un palo, Ciudadanos dejaría de cumplir su misión principal como componente de NA+. Si, por contra, gana el sector de Arrimadas, entonces ya tendrá más relevancia que que la reina Ayuso se coma la torre.

Hasta hace nada, Pérez-Nievas, el líder de Ciudadanos en Nafarroa, iba con Arrimadas. Pero eso quiere decir poco, pues el tudelano es bastante lagartijo y, si puede, se queda. Otra cosa es que le dejen. Ciudadanos tiene tres parlamentarios en virtud del pacto que, visto hoy, fue magnánimo por parte de UPN. En 2022, una justa revisión del pacto debería dejar a C’s con posibilidades de sacar dos como mucho.