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Laschet gana una batalla, pero puede perder la carrera electoral

La Unión Demócrata Cristiana (CDU) vive su peor crisis interna desde hace veinte años. Para elegir a su candidato a canciller ha tenido que vivir una inusual lucha entre dos aspirantes. La pugna ha dañado la imagen del partido, tocada ya por otro escándalo. Los sondeos no auguran nada positivo.

Armin Laschet, candidato de la CDU a canciller alemán. (Tobias SCHWARZ / AFP)

El presidente de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), Armin Laschet, de 60 años de edad, es ahora oficialmente el candidato a canciller. Pasada la medianoche del lunes, la ejecutiva nacional del partido conservador decidió, con 31 votos en favor, nueve en contra y seis abstenciones que el ministro presidente de Renania del Norte Westfalia liderará la campaña electoral que culminará en los comicios generales del próximo 26 de setiembre. La actual canciller, Angela Merkel, no se vuelve a presentar para un cargo que lleva ejerciendo desde el año 2005.

El precio que Armin Laschet ha tenido que pagar por ser nombrado candidato es muy alto. Primero tuvo que protagonizar una lucha semipública contra su rival interno, el ministro presidente del estado libre de Baviera, Markus Söder. Después de haber estado coqueteando durante meses con que su lugar está en Munich, el líder de la Unión Social Cristiano (CSU) –la socia bávara de la CDU– hace diez días sorprendió a la opinión pública al anunciar que ahora sí le gustaría ser candidato a la Cancillería, pero únicamente «si la gran hermana CDU lo quiere».

La ambición política del bávaro, de 54 años de edad, se ha visto alimentada por los sondeos que pronostican a la CDU/CSU más probabilidades de ganar las elecciones generales si Söder lidera la campaña. Su cambio de opinión ha provocado una lucha por el poder que culminó con la promesa de que para el domingo –pasado– los dos rivales su habrían puesto de acuerdo. No la cumplieron. Finalmente, Laschet convocó a su ejecutiva nacional para evitar que, tal vez, el grupo parlamentario de la CDU/CSU decidiera en su contra. El histórico dirigente y actual presidente del Parlamento alemán, Wolfgang Schäuble (CDU), transmitió a Laschet las dos opciones que le quedaban: «o ser candidato a canciller o dejar la presidencia» del partido, según el diario sensacionalista “Bild”. Söder aseguró que respetaba la decisión adoptada por la CDU y que respaldaría a Laschet.

El presidente de la CDU ha logrado una victoria que podría ser pírrica si no consigue ganar las elecciones generales. Merkel le ha puesto el listón en el 32%, obtenido en 2017. Actualmente, los sondeos sitúan a la CDU con un 27% de los votos.

La primera fuerza política ha perdido fuelle debido a los suculentos negocios que un puñado de diputados de la CDU/CSU ha hecho en plena la pandemia. A ello se le suman las críticas por la gestión de la crisis, marcada por el lento progreso de la vacunación, por el casi colapso de las UCI y por las nuevas restricciones, que, por un lado, son necesarias para frenar la tercera ola, pero, por otro, interfieren en las libertades básicas cuando varios estados federales ni siquiera aplican las reglas acordadas con Merkel a principio del mes. Laschet, en su afán de querer ser amigo de todos y todas, ha sido uno de los jefes regionales que ha puesto en duda lo que ha acordado con la canciller.

He aquí una razón por la que las encuestas hablan ya del «factor Laschet», que, hoy por hoy, podría costarle al conjunto de la CDU/CSU hasta un centenar de escaños. Si los sondeos tienen razón, ahora con Laschet como candidato la CDU va a perder bastante más apoyos. Se estima que por su causa un 27% del electorado en su propio land podría cambiar su preferencia de voto, y en el este alemán incluso hasta un 40%.

También influye en ello el hecho de que él y Söder hayan protagonizado su pugna según el cliché de «dos viejos hombres blancos» incapaces de arreglarse de una manera civilizada.

Que Laschet ha tenido que echar mano a su control sobre el aparato del partido, instrumentalizando especialmente a la ejecutiva nacional, ha dañado su relación con las bases y con las y los diputados. Esta por ver si logra recuperar la confianza pérdida.

Su otro rival interno, Friedrich Merz, quien perdió la contienda por la presidencia del partido, ha conseguido que su comité local le incluya en la lista de los candidatos al Parlamento.

El estilo autoritario mostrado por Armin Laschet es un problema estructural que la CDU lleva arrastrando y que le hace perder terreno electoral y simpatizantes, sobre todo en las grandes ciudades del oeste alemán.

De esa debilidad se aprovechan los Verdes ecologistas que, por primera vez en sus 40 años de historia, podrían salir elegidos primera fuerza política a nivel nacional y abrirle así el camino a la Cancillería a otra mujer. Totalmente opuesto a la CDU, y también a su propio pasado lleno de luchas internas, los Verdes han nombrado Annalena Baerbock, de 40 años de edad, como candidata y no a su copresidente, Robert Habeck. El congreso del partido confirmará en junio su nombramiento.

Una encuesta realizada para RTL-ntv ayer, puso por primera vez a los Verdes en cabeza, con un 28% de los votos, por delante de la CDU (21%).

Por el momento, los números sólo darían para formalizar una Gran Coalición liderada por Laschet y Baerbock.

El presidente de la CDU ha de mirar también por el «cordón sanitario» contra la xenófoba Alternativa para Alemania (AfD), agujereado desde que algunos sectores de su partido maniobran para colaborar con la formación ultraderechista en el este alemán.