Penas con chocolate son la misma pena
Vivimos en un puro meme en que la frontera entre lo grave y lo leve, lo amargo y lo dulce... es así de fina.
Empiezo por avisar de que Zugazart estuvo más sutil en un género más difícil, cuando se preguntaba anteayer aquí mismo, en la página de al lado, si la Legión Cóndor tiró huevos Kinder. La prosa tiene más riesgo de herir. Y sin duda, sobra decirlo pero ahí va, los gozogiles que han elaborado ese ‘Guernica’ gigante de chocolate no albergan otra cosa que buenas intenciones, pero... ze nezesidadea?
Hay un debate continuo en el mundo sobre si el humor debe tener límites; quien crea que no siempre puede reírse a mandíbula batiente de sí mismo, ejercicio sano donde los haya. Las polémicas sobre símbolos religiosos y similares son colindantes a esta. Hace unos meses también se habló mucho de la tendencia a trivializar turísticamente los escenarios de grandes catástrofes humanas, de Auschwitz a Chernobil. En Euskal Herria no somos ajenos al resto del mundo; aquí en los últimos años se han banalizado hasta los mayores tótems de nuestro sufrido conflicto político. ¿Y tiene que ver algo el ‘Guernica’ de chocolate con esto? Pues no lo sé muy bien, solo pregunto en voz alta.
Afinando más el tiro (bombas de chocolate, insisto), quizás no haya error alguno en la obra y sí en el momento; ¿no había mejor día en el calendario para presentar el pastel que la víspera del aniversario, el día del duelo? O quizás no sea tanto el cuando sino el donde: ¿a que quedaría más acertado el lienzo de Picasso en Gernika y la dulce réplica en el Reina Sofía? O quizás sea la fase histórica, porque una pandemia lleva más a ponerse quisquilloso que frívolo.
Pero puede ocurrir también que sea verdad lo que refieren antropólogos, sociólogos, sicólogos, y constatamos todos: que vivimos en un proceso de infantilización colectiva, en un puro meme en que la frontera entre lo grave y lo leve, lo solemne y lo intrascendente, el drama y la risa, lo amargo y lo dulce, correcto y lo inoportuno, lo que piensan los demás y lo que queremos nosotros, es tan fina como una capa de chocolate, pero bastante menos dulce.