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Entrevista
Domingo Guinea
Director del Laboratorio de Energías renovables e hidrógeno (LERH) del CSIC

«Con el hidrógeno vamos a ver negocio con fondos europeos, no se va a generar tecnología»

Domingo Guinea es director del Laboratorio de Energías Renovables e Hidrógeno del CSIC. Lleva dos décadas investigando el hidrógeno y cree que puede ser útil para avanzar hacia un cambio de modelo energético. De ahí su recelo ante los proyectos de grandes empresas al calor de los fondos europeos.

Domingo Guinea, director del Laboratorio de Energías Renovables e Hidrógeno del CSIC. (D.G.)

El Gobierno de Lakua y Petronor presentaron en febrero el Corredor Vasco del Hidrógeno (en la fotografía de la derecha), anunciando una inversión de más de 1.300 millones, unos cuantos de los cuales esperan cubrir con los fondos europeos. Iberdrola también ha presentado proyectos ambiciosos. En el Estado español, hasta 1.500 millones de euros de los fondos comunitarios podrían destinarse al desarrollo de este vector energético, casi siempre de la mano de proyectos impulsados por las grandes empresas del sector energético. No es una ocurrencia vasca ni española, la UE ha situado al hidrógeno como uno de los pilares en sus promesas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Si oímos a sus más fervientes defensores, es la fórmula mágica contra la emergencia climática. Domingo Guinea, tras más de dos décadas de trabajo con el hidrógeno, trenza un discurso sensiblemente diferente.

El potencial del hidrógeno no es precisamente nuevo.
Viene del siglo XIX. La primera pila de [Alessandro] Volta es prácticamente coetánea a la primera pila de combustible con hidrógeno, en tiempos de Napoleón. Luego se desarrolla a partir de la primera guerra mundial, pero después queda retenido, sobre todo por la complejidad de su manejo. Se retoma décadas después, primero con el proyecto Apolo de la NASA, y después tras la crisis del petróleo de los 70, cuando se vuelve a reconsiderar, especialmente para el transporte. Pero resultaba inviable, porque había que multiplicar el depósito para poder colocar un tanque de acero mucho más grande.

Para entender de qué hablamos, hay varias maneras de obtener el hidrógeno.
Resumiendo, se puede obtener a partir de carbón o de productos petroquímicos a alta temperatura, liberando el CO2 que se genera. Luego hay una opción un poco más limpia, que consiste en capturar ese CO2. Y por último, mediante la electrolisis del agua, que tiene una enorme ventaja, porque solo genera oxígeno e hidrógeno.

Para obtener ese hidrógeno verde hay que romper el agua.
Y lo que pasa es que el agua es una de las moléculas más estables. Claro, generar hidrógeno del agua es como generar carbón a partir del CO2, para luego quemar ese carbón y utilizarlo como combustible Es decir, es muy ineficiente; tiene una eficiencia de cerca del 50%, y el coste es elevado.

Una vez obtenido, ¿cómo se puede guardar?
Hay muchas técnicas, pero fundamentalmente son tres. Una es comprimirlo, lo que requiere tanques de acero que pesan mucho para soportar altas presiones. Otra es el hidrógeno líquido, que hay que mantenerlo a temperaturas muy bajas y es imposible cerrarlo; tiene que estar continuamente evaporándose, con lo cual se pierde. La tercera vía son determinados materiales que acumulan el hidrógeno con altísimas densidades. Resulta prometedor, pero todavía no está desarrollado.

Ya solo falta usarlo. ¿Cómo?
Hay dos formas de utilizar ese hidrógeno. La más antigua, y la más utilizada –era el principal componente del gas-ciudad de toda la vida–, es la que le da un uso térmico, con una turbina o un motor de explosión. El problema es que la eficiencia de un motor de este tipo en un vehículo, por ejemplo, es bajísima. La alternativa actual son las pilas de combustible, con las que ese hidrógeno se retoma como electricidad.

¿Cuánta electricidad se pierde por el camino?
Mira, de cada kilovatio eléctrico, perdemos la mitad en el proceso de electrolisis. Si guardamos el hidrógeno comprimido, perdemos en torno al 15% de lo que quedaba en el proceso de compresión, y una pila de combustible tiene una eficiencia del 50%. En esa cadena perdemos más del 75% de la energía, y a eso tendríamos que sumar la amortización de los equipos, que no son baratos, en absoluto. Hoy en día es inviable económicamente.

Otra cosa, que es por donde yo creo que irán los proyectos que vamos conociendo, es utilizar el hidrógeno verde en las aplicaciones que ahora utilizan hidrógeno procedente de gas natural. Ahí podría haber un pequeño nicho rentable.

Entonces, hablar del hidrógeno como sustituto de los hidrocarburos puede ser un tanto exagerado.
Vamos a ver, hay que reducir el hidrógeno a lo que es. El hidrógeno puede ser estupendo, pero no aporta energía, la guarda.

Llevan más de dos décadas trabajando con el hidrógeno. ¿Para qué puede servir?
Empezamos a trabajar en el 98. Vimos que en los vehículos, en aquellos años, era inviable, pero que podía ser posible en aplicaciones estacionarias. La energía disponible en los países templados es tremenda. La relación en los edificios entre energía disponible y consumo real es de 15 a uno. Existe una posibilidad de autosuficiencia clara, pero va en contra de todos los modelos energéticos convencionales. De ahí que veamos con asombro cómo todo el mundo va ahora al hidrógeno, un poco como pollo sin cabeza, a nuestro juicio.

¿Qué papel cumpliría el hidrógeno en esa autosuficiencia?
El hidrógeno no genera energía, pero es capaz de gestionar fuentes de energía que hasta ahora son competitivas en la generación, pero no en el uso, porque falta acoplar los perfiles temporales. Es decir, acoplar cuándo tengo sol, viento u olas, con cuándo quiero encender la luz o el horno. El hidrógeno ahí sí que puede ser un elemento intermedio de alta capacidad, si se gestiona adecuadamente, tanto en los aspectos técnicos como en los económicos.

Por lo que dice, no es una tecnología muy desarrollada ¿Es razonable una inversión de 1.500 millones de euros de los fondos europeos en el hidrógeno? ¿Se va a sacar partido a semejante inversión?
En mi experiencia, el desarrollo como gasto público es un despilfarro que no podemos abordar. La rentabilidad del conocimiento es esencial, y yo creo que no tenemos que esperar a esos fondos para hacer estos desarrollos. En el caso del hidrógeno, son rentables per se. Lo que se ha hecho ahora es emborronar, crear intereses de pelotazo científico-técnico en una tecnología que tiene valor per se, y a muy corto plazo además. Estamos viendo cómo, al olor del dinero, llegan empresas que hasta ahora se han opuesto sistemáticamente al hidrógeno. No es serio, va a pasar lo que pasó con las renovables, que perdimos el tren porque se malgastó dinero público en algo que, como se ha demostrado, podía ser rentable simplemente con un desarrollo ordenado, racional y sin carga pública. De hecho, al contrario, rentabilizando el conocimiento existente.

¿Puede concretar a qué se refiere cuando menciona lo ocurrido con las renovables?
Con la eólica no tanto, pero la fotovoltaica, por ejemplo, ha sido un desastre, porque el propio desarrollo se planteó como negocio. Entraron capitales extranjeros, hubo peleas entre comunidades, acaparamientos, se crearon retribuciones ficticias a cargo de los usuarios que dispararon el coste eléctrico. Y 20 años después, vemos que son los sistemas de generación de menor coste. Son los que están tirando del mix hacia abajo. Con el hidrógeno podemos estar hablando de lo mismo, ya hay enormes proyectos en que los electrolizadores y los generadores se compran fuera. Volvemos a utilizar la tecnología del hidrógeno como una inversión no productiva, una inversión de pura subvención, cuando es rentable por sí misma.

El desarrollo podría ir por otros caminos.
Nosotros llevamos 20 años con esto. El hidrógeno a partir del agua no es factible ahora mismo, por los costes y por la poca eficiencia. ¿Hay alguna manera más eficiente de obtener hidrógeno? La del agua es una molécula muy estable, pero hay otras que se rompen más fácilmente y tienen hidrógeno. ¿Por ejemplo? Se puede obtener hidrógeno a partir de residuos, limpiando aguas o sólidos residuales y eliminando la parte conflictiva; los purines, por ejemplo. Es más eficaz, más barato, y puede ser rentable a corto plazo, pero claro, ahí no hay subvención directa, así que cuando nos lo vendan los alemanes o los japoneses, podremos abordarlo. Lo que vamos a ver ahora es negocio a corto plazo con fondos europeos, no vamos a generar tecnología, ni vamos a exportar esa tecnología fuera.

¿Ese desarrollo requeriría de un cambio de modelo?
Como te he dicho, cada edificio en la península ibérica recibe 15 veces más energía de la que consume, pero a nosotros nos cobran a tanto el kilovatio/hora, parte de lo cual va a la compañía, y parte al Estado. No parece que ni a la compañía ni al fisco le interese que haya menos consumo. Por eso, cuando hablan de ahorro, hay que tomarlo entre comillas. La idea del autoconsumo, recogida en la ley, es estupenda, pero luego los reglamentos han hecho todo lo posible porque sea inviable. En Alemania reciben la mitad de sol y consumen tres veces más energía en los edificios; resulta que haciendo las cosas un poco mejor, sin un gasto excesivo, redujeron un 90% el consumo de los edificios. Aquí, los edificios y el propio transporte podrían ser exportadores netos de energía.

¿Es real pensar en una transición tecnológica que, simplemente, cambie los combustibles fósiles por otros de origen renovable?
Vamos a ver, lo que no podemos es sustituir una central nuclear por no sé cuantas hectáreas de parque fotovoltaico. Lo que hay que cambiar es el modelo. No tengo porqué acudir a una compañía, pagar el transporte y la gestión de la energía, cuando la tengo sobre mi casa, en la calle, literalmente encima de mi cabeza. Eso es autoconsumo real, tú lo tienes, tú lo usas.

¿Eso, tecnológicamente, es viable ahora mismo?
Con alguna salvedad, totalmente. El 70% del consumo de una casa es térmico, y yo no necesito una batería para guardar esa energía, existen materiales suficientes y conocidos, que puedo tener perfectamente en mi casa. La transición energética no pasa por sustituir térmicas y nucleares por campos solares, sino por el aprovechamiento de la energía inmediatamente accesible, que es mucha, está muy distribuida y es gestionable desde hoy mismo. No hay más remedio, si no lo hacemos nosotros, nos lo van a vender de fuera, es de sentido común. Los números cuadran y la tecnología está ahí, al alcance de la mano.