«La independencia es una opción muy real»
Miembro de la Ejecutiva del Frente de Liberación Nacional Kanaky Socialista (FLNKS) y responsable de sus relaciones internacionales, Mickaël Forrest analiza lo que considera un momento crítico, «la fase final de una lucha por la plena soberanía».
El kanako Mickaël Forrest impresiona con su presencia. Fuerte, enorme, pasea con chancletas y falda por el Parlamento de Gasteiz. A primera vista, no parece un vicepresidente al uso. Con su habla pausada es brutalmente pedagógico. Ofrece contexto y claves sobre una nueva fase –un estado independiente para Kanaky-Nueva Caledonia– que «hemos tenido 20 años para prepararla». Pero como ocurre con las grandes potencias coloniales, no les han faltado problemas: inmigración, fraude electoral, falta de respeto al empleo local, etc… Forrest, consciente de que Francia es también una potencia europea, señala que para ellos es importante estrechar lazos con vascos, catalanes y corsos, con las Islas Feroe y Escocia, «son pueblos hermanos en nuestra búsqueda de la emancipación y de la plena soberanía».
12 de diciembre, tercer referéndum sobre la independencia de Kanaky. ¿Cuáles son sus sentimientos y expectativas?
En 2008 los sondeos eran muy negativos, preveían un 75% a favor del «no» y un 25% por el «sí». Aunque el FLNKS haya dado una línea y un tempo, todo un pueblo se ha implicado, todo el país se ha movido, los jóvenes notablemente, los sindicatos, la Iglesia… están a nuestro lado, a su nivel claro está, pero a favor de que el derecho innato y activo a la soberanía corresponde al pueblo concernido. Hemos desarrollado una estrategia a varios niveles; en torno a la comunicación, a nuestro programa político, por la visión de un estado independiente en el Pacífico. Hemos hecho mucho trabajo de base, de puerta a puerta, con muchísimas reuniones en las aldeas, en los barrios, con las tribus, para sensibilizar a la población en relación al derecho a votar, para presentarles nuestra visión, y tuvimos un 43% de síes el 4 de noviembre de 2018, que es un resultado más que honorable para nosotros. Hemos surfeado aprovechando esa ola. Por ejemplo, en mayo de 2019 celebramos elecciones territoriales, y por primera vez desde 1988 tenemos más escaños en el Parlamento que los partidarios de Francia. 26 frente a 25, más oportunidades de poner en marcha políticas públicas y programas favorables a la solidaridad, contra la evasión fiscal, etc.
En las municipales de 2020, además de confirmar el poder en nuestros bastiones, hemos conseguido cuatro alcaldías que tradicionalmente votaban pro-francés. Eran signos positivos, que nos llevaron al segundo referéndum del 4 de octubre del 2020. Y ahí obtuvimos un 47% por el «sí», que nos ha dado mucha moral, ha reforzado al nacionalismo, se nota una especie de ‘ya está, estamos ahí’. Somos 280.000 habitantes y ese 47% también ha hecho mella en París. Por primera vez han traído documentos a la mesa de negociación sobre la implicaciones del «sí» y del «no», con todas las incidencias, en todos los planos, financiero, militar, etc… Es otra señal. Desde 1986 estamos en la lista de territorios a descolonizar de la ONU. Miramos al Pacífico, ese es nuestro marco natural, y sabemos que ahí se están manifestando los retos más acuciantes del siglo XXI: el clima, la subida de las aguas, las tensiones entre potencias. Este año hemos conocido dos fenómenos climáticos de categoría 5.
Desde 1986 estamos en la lista de territorios a descolonizar de la ONU
Ustedes tienen una mesa de negociación articulada con París, discuten y acuerdan directamente.
En primer lugar, hay que recordar que esa mesa de negociación no cae del cielo. Hay resistencia, sangre derramada, también juega nuestro alejamiento geográfico, estamos a 15.000 kilómetros de Europa. Esa mesa está en vigor desde los Acuerdos de Matignon, que costaron la vida a dos de nuestros líderes, Jean-Marie Tjibaou y Yeiwéné Yeiwéné. El 47% cambió muchas cosas en la mentalidad de París, se están haciendo a la idea de que ya está, se ha terminado. En las últimas décadas negociábamos con el primer ministro y con el de Asuntos Exteriores, la semana pasada nos hemos reunido con los ministerios reales, con el Ejército, se nota otro peso, París ya no ve la independencia como una hipótesis inalcanzable.
¿Existe la sensación, por tanto, de que no hay dos sin tres y de que esta vez sí, el próximo 13 de diciembre podrían abrirse las puertas a la independencia?
Es una opción muy real y es por ello que París ha propuesto un periodo de transición de dos años, de 2021 a 2023, para organizar justamente los contornos y contenidos del futuro estado. Es cierto que hemos observado un cambio muy real, pero no somos cándidos, conocemos bien el sistema colonial francés, estamos alerta y no nos quedamos de brazos cruzados esperando a Francia. Por ejemplo, los documentos que nos han presentado deberían haberlos traído hace una década, pero nosotros hemos avanzado en la definición de competencias reales, sobre el ejército, la justicia, la moneda, el orden público y la relaciones exteriores junto con los países de Melanesia. Porque el movimiento independentista kanaky es miembro permanente del Grupo Punta de Lanza de Melanesia, cuya sede está en Port Vila, Vanuatu. Ellos nos han lanzado durante 40 años a la escena internacional, particularmente a Nueva York. Hemos tocado con la punta de los dedos todas esas competencias reales: para el crédito y la moneda, nos ayudan las Islas Salomón y Vanuatu, con los que hemos proyectado una estructuración jurídica de lo que sería nuestro sistema monetario; la academia regional de Policía con Fiyi, que envía más de 2.000 cascos azules por todo el mundo y están dispuestos a ayudarnos para vigilar los mares y el espacio aéreo, en el mantenimiento del orden público. Siempre a nuestro nivel, como isla del Pacífico, con nuestros hermanos melanesios. Pero todas las potencias coloniales hacen tonterías, y ya te lo digo yo, el Pacífico es su próximo terreno de juego. Hay que prestarle mucho atención.
¿Se están descontrolando las tensiones en el Pacífico?
En el Pacífico no estamos solos los melanesios. Hay tres grandes bloques: Melanesia, Polinesia y Micronesia, que están asociados en el Forum de las Islas del Pacífico. Macron dice que quiere impulsar el eje Indo-Pacífico (básicamente Francia-India-Australia) para contrarrestar las tensiones entre superpotencias, pero nosotros no tenemos vocación de jugar en esa liga.
Tenemos el derecho innato y activo a nuestra plena soberanía que vamos a ejercer, y después vamos a hacer bloque con nuestros hermanos melanesios, para hacer valer nuestros intereses políticos, comerciales y humanos.
Tenemos el derecho innato y activo a nuestra plena soberanía que vamos a ejercer
En el debate sobre la independencia, aquí y allí, los unionistas utilizan clichés de manera obsesiva. Que si fractura al pueblo en dos, que la provincia del norte es independentista y la del sur pro-francesa.
Con nosotros no harán como con Mayotte y Comoras en el Índico; no existen los kanakos del norte, los del sur, los de las islas, Kanaky es un solo país. Sí, los unionistas repiten eso, pero hacen lo que siempre han hecho: son los portavoces de la potencia colonial. Por ponerte un ejemplo, el proyecto con el que hicimos campaña en el referéndum de 2018, lo empezamos a trabajar en 2013, durante cinco años hemos llevado a cabo un montón de dinámicas y grupos de trabajo sobre la constitución, los valores del futuro estado, su organización política, sobre el papel de la laicidad. En realidad, nuestra vía es la de un pueblo indígena, la de los espíritus de la tierra. Pero no creas que los unionistas son monolíticos. Hemos visto cómo delante de ellos el Gobierno francés ha dicho que mienten, que si gana el «sí» no vendrá el caos, que las economía seguirá funcionando, que París no va a cortar el grifo de la financiación. No hay que decir tonterías, y se dicen con demasiada alegría.
También está la economía, que el desastre sería inevitable, que no se puede dejar en manos de «gente tribal», que para la industria del níquel sería una maldición.
Llevan cuarenta años con ese mensaje. Pero hay que decirles que hemos sabido buscar otros socios que salen del eje francés y europeo. Por ejemplo, tenemos fábricas en Corea del Sur. Ellos construyen la fábrica, nosotros les enviamos el níquel, pero es nuestra al 51%. Queremos ser independientes para elegir nuestras interdependencias y nuestros socios económicos y comerciales. Los franceses creen que solo está París, que si te sales vendrán los ciclones y diluvios. También hay que decirlo, la independencia es la manera de volver a preguntarnos cómo queremos vivir, consumir, cómo vamos a atender la llamada de la Tierra y todos las preocupantes señales que nos está enviando. Queremos aportar a nuestro nivel.M.Z.