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Cuatro muertos en dos ataques contra Médicos Sin Fronteras en la RCA y Etiopía

Tres trabajadores de la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) murieron el jueves en un ataque mientras trabajaban en la región etíope de Tigray. Este ataque tuvo lugar el mismo día que otra cooperante de MSF muriera tras una emboscada en la República Centroafricana (RCA).

La organización ha señalado que este es el tercer ataque en junio que afecta a MSF y a sus pacientes. (Thomas COEX/AFP)

Tres trabajadores de la ONG Médicos Sin Fronteras murieron el jueves en un ataque mientras trabajaban en la región etíope de Tigray, escenario de un conflicto en estos últimos meses.

MSF incluyó entre las víctimas a María Hernández, de 35 años y originaria de Madrid, coordinadora de emergencia de la ONG en Tigray, Yohannes Halefom Reda, de 31 años y asistente de coordinación, y Tedros Gebremariam, conductor de 31 años, ambos etíopes.

«Perdimos contacto con ellos y el coche en el que viajaban ayer por la tarde y esta mañana el vehículo ha sido hallado vacío y, a unos metros de distancia, sus cuerpos sin vida», informó MSF, en un comunicado en el que condenó «con dureza» el ataque.

En este sentido, recordaron que «María, Yohaness y Tedros estaban allí ayudando a la población y es impensable que hayan pagado con sus vidas por ello». MSF se mantiene «en contacto estrecho» con familiares y autoridades ante lo que ha descrito como «un golpe devastador».  

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, mostró este viernes sus condolencias por la muerte en Etiopía de Hernández,  y mandó «un sentido abrazo» a sus familiares y compañeros por «este brutal ataque».

El Gobierno de Etiopía transmitió asimismo sus condolencias por la muerte de estas tres integrantes de la ONG e indicó que el asalto que costó sus vidas tuvo lugar en una zona donde operan los rebeldes del Frente para la Liberación Popular de Tigray (TPLF).

En un comunicado publicado en su cuenta de Twitter, el Ministerio de Exteriores etíope señaló que las tres víctimas murieron en la localidad de Abi Adi, en el centro de la región septentrional de Tigray, escenario desde hace meses de combates contra el grupo armado.

El primer ministro etíope, Abiy Ahmed, anunció en noviembre de 2020 el inicio de una ofensiva militar contra el Frente Popular para la Liberación de Tigray (TPLF), en respuesta a un ataque del grupo contra la principal base del Ejército en Mekelle tras un drástico repunte de las tensiones entre la formación y el Gobierno central.

Las agencias de la ONU y las ONG han visto limitado su margen de maniobra, en un contexto marcado por una grave crisis humanitaria. La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) denunció el viernes, en su último informe sobre la situación, los  casos de «acoso, intimidación y detención» de cooperantes, así como de la confiscación de ayuda.

Otra muerte en la RCA

En la República Centroafricana (RCA), una persona murió y tres resultaron heridas después de que dos motoristas contratados por Médicos Sin Fronteras sufrieran una emboscada de hombres armados mientras derivaban pacientes a Batangafo, localidad del centro-oeste del país africano, según denunció ha denunciado este sábado la organización humanitaria.

En el incidente, que también ocurrió el pasado jueves, falleció la cuidadora de uno de los pacientes por el impacto de las balas de camino al hospital y resultaron heridas otras tres personas, uno de los motoristas contratados por MSF y dos pacientes, una mujer y su bebé, indicó la organización en la red social Twitter al señalar que los heridos están estables en el hospital de Batangafo.

«Condenamos los continuos incidentes que afectan a la misión médica en la República Centroafricana y que repercuten gravemente en el acceso a la atención sanitaria de la población», ha indicado la organización al advertir que este es el tercer ataque en junio que afecta a MSF y a sus pacientes en la zona.

La RCA vive un escenario de violencia sistémica desde finales de 2012, cuando una coalición de grupos rebeldes procedente del noreste de mayoría musulmana –los Séléka– tomó Bangui, la capital, y derrocó al presidente François Bozizé tras diez años de Gobierno (2003-2013), dando inicio a una cruenta guerra civil.

Como resistencia contra los ataques de los Séléka se formaron entonces milicias cristianas anti-Balaka que, como el primer grupo, terminaron fragmentadas en una miríada de facciones armadas.

A día de hoy, y pese a la firma de un histórico acuerdo de paz en febrero de 2019, todavía dos tercios del país –rico en diamantes, uranio y oro– están controlados por milicias y la violencia ha provocado ya la muerte de miles de personas y el desplazamiento de más de un millón.

El secretario general de la ONU, António Guterres, y varios altos cargos más del sistema internacional han condenado la muerte de los tres cooperantes. Guterres ha afirmado estar «profundamente conmocionado» por la noticia, unas muertes «totalmente inaceptables, una violación flagrante del Derecho Internacional Humanitario».

Por su parte, la la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, ha recordado que los trabajadores humanitarios «jamás deben ser atacados». «Las partes del conflicto deben respetar plenamente los Derechos Humanos internacionales y el Derecho Humanitario».