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Moscú provoca indignación en el Estado francés con la «guerra del champán»

Rusia ha encendido la indignación de los productores de champán con una ley que solo les permite usar esta denominación en caracteres latinos, pero no cirílicos, en los que deberán usar el nombre de «vino espumoso». Los productores de la DOC denuncian una afrenta a una seña de identidad.

Botellas de «champán» ruso en un supermercado de Moscú. (Alexander NEMENOV/AFP)

Las disputas entre la UE y Rusia, marcadas en los últimos meses por diversos conflictos diplomáticos, ha alcanzado esta vez a un tema especialmente sensible para el orgullo francés. 

Acostumbrados a lidiar con el uso del nombre de su preciado vino espumoso, los productores franceses de champán se han encontrado ahora con la afrenta de una ley firmada por el propio presidente ruso, Vladimir Putin.

El Gobierno francés apela al diálogo aunque advierte de que la cuestión podría resolverse ante la OMC.

Esta nueva ley, firmada el pasado viernes, obliga a los distribuidores de marcas de champán a escribir en la contraetiqueta, colocada en el reverso de la botella, las palabras «vino espumoso», reservando la traducción del champán al ruso «champanskoye» para los productores rusos de vinos espumosos.

La decisión ha escandalizado a los productores de champán, que apelaron el lunes a la diplomacia francesa y europea para que intervenga en este caso.

«Si hay comprobadas violaciones a las reglas de la Organización Mundial del Comercio, procederemos, como hemos hecho en ocasiones anteriores, con respecto a Rusia. Espero que el diálogo permita resolver esta dificultad», ha indicado este martes el ministro francés de Exteriores, Jean-Yves Le Drian, en la Asamblea francesa.

«Privar a los ‘champenois’ del derecho a utilizar el nombre «champagne» (en cirílico) es escandaloso; es nuestra herencia común y la niña de nuestros ojos», han denunciado Maxime Toubart y Jean-Marie Barillère, copresidentes del Comité Champagne.

Parar los envíos a Rusia

Además, han pedido a las empresas de Champagne que detengan todos los envíos a Rusia, hasta nuevo aviso. Según el Comité Champagne, aunque los vinos de esta región conservan el derecho exclusivo de utilizar el nombre «champán» en caracteres latinos en la etiqueta principal, esta nueva ley los obliga a renunciar al término «champanskoye» y presentarse bajo el término «vino espumoso» en caracteres cirílicos en la contraetiqueta.

«¡Lo que leen los rusos no son los caracteres latinos, son los cirílicos!», ha subrayado Charles Goemaere, director general del Comité Campagne.

Por el contrario, Moët Hennessy (grupo LVMH) anunció el domingo que reanudará las entregas de champán a Rusia «lo antes posible», suspendidas para adaptarse al cambio de la ley rusa.

Rusia es solo el decimoquinto mercado de exportación de champán, con alrededor de dos millones de los 150 millones de botellas vendidas en promedio cada año fuera del Estado francés, pero está relativamente bien valorado», porque los rusos compran cuvées bonitos, según Goemaere. 

El Comité Champagne lamenta que esta ley «ponga en tela de juicio más de veinte años de discusiones bilaterales entre la Unión Europea y Rusia sobre la protección de las denominaciones de origen».

Deplorando que no se le hubiera informado de la implementación de esta nueva legislación, el comité ha advertido de que está decidido a continuar las discusiones con las autoridades rusas «para obtener el derecho exclusivo de usar el nombre ‘champán’».

Bebida para el pueblo

Lanzada en 1937, bajo la presidencia de Stalin, la marca ‘Sovetskoye champanskoye’ intentó desacralizar una bebida burguesa haciéndola accesible a todos los proletarios de la Unión Soviética.

Al mismo tiempo, varias repúblicas también lanzaron su coñac o ‘koniak’. Estas bebidas se produjeron en masa y se vendieron a un precio asequible. Pero al mismo tiempo se convirtieron en sinónimo de débiles copias de sus versiones francesas.

Después de la desintegración de la URSS, el nombre ‘champanskoye’ persistió, lo que comenzó a plantear un problema, en particular después de que Moscú se unió a la Organización Mundial del Comercio en 2012.

Hoy sigue asociado con una bebida festiva y económica. Según la Asociación Rusa de Productores de Vinos Espumosos, las fábricas del país pueden producir hasta 220 millones de botellas al año, la gran mayoría (216 millones) en base a un método de producción muy diferente al utilizado en el Estado francés.

Conflictos ancestrales de la denominación

El término «champagne», Denominación de Origen Controlada, es defendido celosamente por París, que recuerda que el vino debe provenir de un perímetro específico en la región del mismo nombre para tener derecho a su uso.

La defensa de la denominación Champagne es una lucha ancestral de los productores, que unieron sus fuerzas en 1843 «contra los usos engañosos de los productores de vino espumoso», recuerda el Comité de Champagne en su sitio web.

Desde mediados de la década de los ochenta, ha buscado ampliar el alcance de la protección de la denominación champagne contra usos parasitarios que la desvían y debilitan su notoriedad. Una lucha que comenzó contra un cigarrillo y que en particular, puso en conflicto a los viticultores de este prestigioso viñedo con una fragancia de la firma de Yves Saint Laurent.