Thomas Deng, de refugiado a capitán de la selección de Australia de fútbol
Nombrado Mejor Jugador del partido inaugural contra Argentina, nació en Kenia a donde llegaron sus padres huyendo de Sudán del Sur y fue acogido en Australia como refugiado. Ahora es el líder de su selección.
Thomas Deng tiene 24 años y es el único jugador negro de la selección australiana de fútbol que participa en los Juegos de Tokio.
Se podría pensar que le han nombrado capitán del equipo como un premio por su duro recorrido vital hasta llegar a la élite del fútbol australiano.
No es así y al escucharle uno se da cuenta de que en toda la plantilla no hay nadie como él capacitado para llevar el brazalete que refleja quién es la autoridad en el vestuario y el campo.
Posiblemente Deng sería el capitán en la mayor parte de las selecciones presentes en estos Juegos. Le avalan su capacidad de liderazgo, sus dotes para motivar, su preocupación por el día a día de cada uno de los miembros de la plantilla, por los técnicos, fisios, utilleros…
Manda en el campo, desde su posición de central, y fuera de él, animando a sus compañeros y haciéndolos mejores de lo que son. De hecho Deng ha sido uno de los responsables de que a la selección australiana se la tenga en cuenta en estos Juegos tras una brillante fase de clasificación. Hoy, miércoles, se jugará su pase a los cuartos frente a Egipto.
Sin embargo, ningún experto daba opciones a Australia. Enclavada en el Grupo C, todos colocaban por delante a Argentina y España, relegándola a la pelea por la tercera plaza con Egipto.
Sin embargo, antes de llegar a Tokio, Deng, que actualmente juega en el Urawa Red Diamonds japonés, destacaba que nadie les había relajado nada, que están en Japón por méritos propios y que, cuando se está a ese nivel, ya no hay límite para los sueños.
«Disfrutar cada momento»
«Ha pasado demasiado tiempo desde que el equipo masculino se clasificó para los Juegos Olímpicos –fue en Beijing 2008–, así que es bueno estar de regreso. En estos momentos no quisiéramos estar en un lugar diferente», confiesa.
Añade que es «un privilegio porque que no hay mucha gente que pueda ir a los Juegos Olímpicos. Soy el primero de mi familia que lo hace, así que es algo importante. No debe tomarse a la ligera porque es algo de lo que debes estar orgulloso y celebrarlo».
Explica que «cuando llegas a estos grandes torneos, te enfrentarás a rivales muy duros, a los mejores jugadores. Y ésa es la mejor manera de ponerte a prueba para luego esforzarte y tratar de superar el siguiente nivel».
«A mis compañeros, algunos de ellos muy jóvenes y con posibilidades de jugar los Juegos de París les digo que traten de disfrutar de cada momento, pero también que agarren con las dos manos esta oportunidad».
Como líder del grupo que es les insiste en que se lo pasen bien, pero también en las posibilidades que tienen de haber un buen papel. En este sentido, su optimismo sobre lo que les puede deparar la competición le lleva a tener la esperanza en superar la mejor actuación de los Olyroos –nombre popular de la selección sub’23– en los Juegos Olímpicos. Fue en Barcelona 1992, donde alcanzaron las semifinales, en las que cayeron ante Polonia en el Camp Nou.
Cree, además, que completar unos buenos Juegos sería «la mejor manera de compensar al seleccionador Graham Arnold –que fuera jugador olímpico en Seúl 1988–». «Por todo ello –añade– no es importante sólo estar, una vez que se está hay que presionarse hacia la medalla de oro».
Así se explica que haya sido nombrado capitán. «Es un gran honor y un privilegio llevar el brazalete y la camiseta verde y dorada», confiesa.
«Cuando eres niño y les ves jugar es algo con lo que sueñas. Ahora tengo esa oportunidad, es algo de lo que puedo estar orgulloso. Pero, ahora y aquí, el cielo es el límite. Si creemos en nosotros mismos y trabajamos duro, todo es posible».
Deng irradia felicidad y espíritu de superación y está disfrutando como muy pocos de los presentes en Tokio. Sin embargo, las cosas podrían haber sido muy diferentes para él.
Familia dividida
Sus padres huyeron de la guerra en Sudán del Sur hasta la vecina Kenia, en cuya capital, Nairobi, nació Thomas Deng. Cuando tenía 6 años Australia concedió a la familia la condición de refugiados.
Allí se trasladó junto a su madre y sus cuatro hermanos mayores, mientras su padre se quedaba en Kenya trabajando para una ONG. Después, nunca se volvería a reunir toda la familia.
Antes del éxodo a Adelaida Thomas ya jugaba a fútbol junto a sus hermanos. El mayor de ellos, Peter, ha llegado a formar parte de la selección de Sudán del Sur.
Después, ya en Australia, siguió jugando, cada vez con más pasión. Así fue como entró de niño en el Adelaide Blue Eagles Football Club. Posteriormente, de juvenil, le fichó el Melbourne Victory, que le hizo su primer contrato. Hasta que en 2015 debutó con el equipo senior y ese mismo año se estrenaría en la máxima categoría australiana.
Posteriormente, jugó en Polonia y ahora lo hace en Japón, en el Urawa Red Diamonds, que le fichó tras su gran actuación en la Copa de Asia 2020 sub’23.
Además, de a los Olyroos ha dado el salto también a los Socceroos –nombre que dan en Australia a la selección absoluta–, que ya le han convocado en alguna concentración y con los que jugó un partido amistoso en Kuwait en el que coincidió con su compañero refugiado sursudanés y amigo de la infancia, Awer Mabil.
Ahora está de Juegos Olímpicos y su comienzo no pudo ser mejor con la merecida victoria 0-2 contra Argentina en un encuentro en el que Thomas Deng fue nombrado Mejor Jugador del Partido.