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Emma Mckeon y Caeleb Dressel, dominadores de la natación

Las nadadoras australianas han dominado con superioridad la categoría femenina, destacando los siete metales, cuatro de oro, de Emma McKeon. En categoría masculina el número uno ha sido para Caeleb Dressel, que cierra su participació nen Tokio 2020 con cinco oros.

Emma Mckeon, con su último oro. (Attila KISBENEDEK / AFP)

Emma Mckeon y Caeleb Dressel son los dos nombres propios de la natación en los Juegos de Tokio 2020. La australiana ha cerrado su participación con siete metales, cuatro de ellos de oro, mientras que el estadounidense Caeleb Dressel ha completado unos juegos con cinco oros y varios récords.

La natación femenina ha estado dominada por Australia. La juventud de Ariarne Titmus, que hizo tambalear en su pedestal a toda una leyenda como Katie Ledecky con sus triunfos sobre la norteamericana en los 200 y 400 libre, o Kaylee McKeown, que se consagró como la dominadora de la espalda con sus victorias en el 100 y el 200, anticipan un largo reinado por delante a las representantes oceánicas.

Forman un grupo de sensacionales nadadoras que ha tenido su representante más prolífera en estos Juegos de Tokio en la velocista Emma Mckeon, que se ha despedido de la capital japonesa con un total de siete medallas, cuatro de ellas de oro.

La dos últimas las cosechadas ese domingo en las finales de los 50 libre y en la de relevo 4x100 estilos que ha reflejado mejor que nada el dominio de las aussies en estos Juegos de Tokio.

McKeon llegó a esta final ya con el título de velocidad tras añadir a las victorias que logró en los 100 y 4x100 libre, el triunfo en los 50 libre, tras volver a batir el récord olímpico que ella misma ya había rebajado en las series y las semifinales con un tiempo de 23.81 segundos.

Nueva plusmarca olímpica que el formidable cuarteto australiano, integrado por Kaylee McKeown, Chelsea Hodges, Emma McKeon y Cate Campbell, también ha establecido en la final del 4x100 estilos con un tiempo de 3:51.60 minutos.

Dressel, sucesor de Phelps

Por su parte, el nadador estadounidense Caeleb Dressel se ha ganado el derecho a reclamar el trono de la natación mundial, vacante desde la retirada del legendario Michael Phelps tras los Juegos de Río, tras cerrar su participación en Tokio con cinco medallas de oro, una menos de las que aspiraba en la capital japonesa.

Pero aunque el norteamericano, que cumplirá 25 años en apenas un par se semanas, no ha logrado el pleno de victorias que buscaba en el Centro Acuático de Tokio, nadie la puede discutir a Dressel el número uno.

No sólo ya por sus cinco medallas de oro, ni por el récord del mundo -49.45- con el que adornó su victoria en la final de los 100 mariposa, sino porque Dressel ha transmitido grandeza incluso en la derrota. Tardará tiempo en olvidarse la portentosa actuación del de Florida en la última posta de la final del relevo 4x100 estilos mixto.

Pese a la última posición en la que arrancó el último nado, pese a los ocho segundos de desventaja con los que contaba, Caeleb Dressel no dejo de luchar hasta el final pese a ser consciente de que se enfrentaba a un imposible.

Pero ni aun así dejó de competir el norteamericano, que tras reducir en cinco segundos su desventaja llevó a EEUU a un quinta posición, que acabó con la posibilidad de que Dressel lograse las seis medallas de oro.

Una decepción de la que el nadador estadounidense se ha resarcido y con creces este domingo en una jornada final en la que Dressel ha arrancado con un triunfo en la final de los 50 libre. El cuarto oro en su cuenta particular lo ha adornado con una nueva plusmarca olímpica, tras imponerse con un tiempo de 21.07 segundos a dos clásicos del esprint corto como el francés Florent Manaudou, que se ha colgado la medalla de plata, y el brasileño Bruno Fratus, bronce.

Pero a Caeleb Dressel, ganador además del 50 libre de los 100 libre, los 100 mariposa y los 4x100 libre, le quedaba todavía un último esfuerzo para irse de Tokio, al menos con 5 oros, una cifra sólo superada por dos leyendas como Michael Phelps, ganador de ocho oros en Pekín 2008 y Mark Spitz, que se colgó 7 en Múnich 1972.

Un triunfo que no sólo dependía de Dressel, sino que necesitaba además de una notable actuación de sus compañeros ante la seria amenaza que representaba el equipo británico, el vigente campeón del mundo, con el formidable bracista Adam Peaty a la cabeza.

Pero en esta ocasión, y a deferencia de lo ocurrido en el fallido relevo mixto, los compañeros no han fallado a un Dressel, que, por si acaso, ha dejado a su equipo al inicio de la última posta con una diferencia de 60 centésimas.