INFO

Rumanía pone en marcha un inédito censo de osos entre temores de ambientalistas y pobladores

Rumanía ha iniciado un censo inédito para registrar la huella genética de cada oso en los Cárpatos, una medida que ha despertado el temor de ambientalistas de que los convierta en blanco de cazadores, mientras pobladores viven asustados por la presencia de estos mamíferos omnívoros.

Una osa ronda con una cría cerca de la localidad turística de Tusnad, en el centro de Rumanía, en una imagen de octubre de 2019. (Daniel MIHAILESCU / AFP)

En los próximos meses, «400 expertos y voluntarios estarán en el terreno para obtener muestras» de excrementos y pelos para un análisis de ADN, explica a AFP el ministro rumano de Medio Ambiente, Barna Tanczos.

El objetivo del proyecto financiado por la Unión Europea (EU) y valorado 11 millones de euros (13,2 millones de dólares) es «evaluar el tamaño de la población de osos».

Cálculos de los años 90 indican que los bosques rumanos albergaban unos 6.000 osos pardos, el mayor número de Europa fuera de Rusia. Pero las autoridades locales consideran esta cifra lejana de la realidad, ante la cantidad de plantígrados que aparecen en los pueblos de Transilvania (centro) en busca de comida. Y se han registrado un centenar de ataques en los últimos tres años.

Dos cachorros de oso tratan de trepar a un árbol en Tusnad, en una imagen de octubre de 2019. (Daniel MIHAILESCU/AFP)

A fines de julio, un pastor resultó gravemente herido mientras que un segundo que logró huir fue encontrado muerto a 300 metros del sitio, con marcas de mordeduras y marcas de garras de oso.

Hasta ahora, se medía a la población de osos por las marcas dejadas en la nieve o el fango.

Sin embargo, la recolección de heces y pelos permitirá elaborar una base de datos en la que cada muestra será conservada y debidamente registrada con un código de barras, según el ministro.

Censo completo

Robin Rigg, presidente de la Slovak Wildlife Society, conoce bien el procedimiento, que él ha usado para contar los lobos.

Puede brindar un tesoro de informaciones, según el experto irlandés consultado por AFP: el sexo del animal y eventuales relaciones de parentesco con sus pares.

Lo importante es rastrear ampliamente y «recoger tres veces más muestras que el número calculado de animales», indica Djuro Huber, profesor de la Universidad de Zagreb, Croacia.

Sin embargo, los defensores de los animales temen que la iniciativa abra la puerta a una reanudación de la caza si se determina que hay «demasiados» plantígrados.

Cristian Papp, del Fondo Mundial por la Vida Silvestre (WWF), pide, en ese sentido, «transparencia en la recolección e interpretación de los datos».

Desde ya, un decreto causa preocupación: para tranquilizar a la población, el Gobierno ha optado por dar a las autoridades locales el derecho de decidir sobre la vida o la muerte de un oso agresivo. Hasta ahora solo el Gobierno podía autorizar la matanza, caso por caso.

La caza deportiva, que atraía a aficionados de todo el mundo en busca de un «trofeo», está prohibida desde 2016 para proteger a la especie, aunque algunas ONG denuncian violaciones, como el caso del príncipe de Liechtenstein, acusado de matar al «más grande» de los osos rumanos, conocido como Arthur.

Imagen de archivo del oso Arthur. (AFP)

Pobladores asustados

«Con el pretexto de su peligrosidad, se prepara una masacre de estos animales muchas veces hambrientos, víctimas de la explotación forestal, de la reducción y destrucción de su hábitat, y de un intento de demonizarlos por grupos de cazadores», reclama la Fundación Brigitte Bardot sobre el decreto.

«Esas acusaciones son infundadas», sostiene el ministro Tanczos. «Un oso no será abatido a menos que ponga una vida humana en peligro», asegura.

Para Marton-Csaba Bacs, alcalde de la localidad de Bixad (centro) «la situación se ha vuelto insostenible». «Todos los días los osos destrozan huertas, atacan corderos, incluso han entrado al patio de la clínica», explica a AFP.

En el departamento vecino de Harghita, osos fueron vistos en un andén de la estación o incluso en la cocina de un restaurante, según la Policía, que en un solo fin de semana recibió 12 solicitudes para sacar a osos que se encontraban en zonas turísticas.

«Aquí estamos en las fauces del oso, los pobladores están asustados», sostiene Bacs. El alcalde sostiene que la relación entre humanos y osos «se ha degradado»: «Si el Estado no interviene, gente desesperada se expone a tener que recurrir a soluciones ilegales».