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«The Last Duel»


A sus 83 años, Ridley Scott sigue haciendo el cine que siempre le gustó hacer, e incluso con una clara referencia a su ópera prima ‘Los duelistas’ (1977), basada en la novela de Joseph Conrad, y que seguramente ha quedado como su mejor realización. Esta vez colabora con Matt Damon y Ben Affleck, para quienes también este trabajo supone una vuelta a sus orígenes, cuando ganaron el Óscar al Mejor Guion por su colaboración con Gus Van Sant en ‘El indomable Will Hunting’ (1997). Su nuevo guion escrito al alimón, que vuelven a compaginar con la obligada presencia actoral, se basa en una novela de Eric Jager ambientada en el siglo XIV, y totalmente alejada de su habitual contemporaneidad. Pero quien se está llevando los honores dentro del reparto estelar es Jodie Comer, sin duda la actriz del momento, y por la que ha sabido apostar Ridley Scott antes que el resto de la profesión.

El triangulo que dibuja la película lo encarnan el matrimonio De Carrouges interpretado por Jodie Comer y Matt Damon, con el añadido de Adam Driver en el papel de Jacques Le Gris, que hace las veces de tercero en discordia. Que ostente el título de Caballero no quiere decir que sea un hombre de honor fuera de toda duda, pues su comportamiento se verá manchado por un grave incidente, que para su inseparable amigo Jean De Carrouges supondrá una afrenta y una traición. De ahí el inevitable duelo final del título, anticipado en el montaje a modo de introducción para dar paso al relato de cómo se ha llegado a esa inevitable situación.

Aunque se trate de un punto de partida violento lo que se está dirimiendo a fin de cuentas es una cuestión de alcoba, por lo que un Ridley Scott, que parece haberse atemperado con la edad, renuncia a la acción bélica, sólo utilizada como telón de fondo, para decantarse por un sentido de la épica medieval más intimista.

Visualmente Scott se decanta por los planos medios y cortos, dando más importancia a los diálogos y a la cercanía entre los personajes. Los planos generales son contados y se recurre a ellos única y exclusivamente cuando son imprescindibles y la narración los reclama. Una elección de estilo que se ha comparado con la obra de Akira Kurosawa, debido a que el británico toma como referencia del maestro japonés su clásico ‘Rashomon’ (1950) a la hora de intercalar los diferentes puntos de vista sobre los hechos de los tres personajes directamente implicados en ellos.

Por lo tanto ‘The Last Duel’ (2021) se apunta a lo largo de sus dos horas y media pasadas de duración al esquema de encuesta o investigación detallada, el mismo que se suele utilizar en los dramas judiciales. Un método de búsqueda de la verdad que deja las pesquisas muy abiertas, pues los tres testimonios no coinciden entre si, sin que se sepa a ciencia cierta quien es sincero o quien miente. Es una forma de ver la realidad bajo diferentes prismas, a la vez que permite revisar un lejano periodo histórico con una mentalidad más actual y deductiva, por así decirlo.

Lo que se está poniendo en cuestión son unos códigos de honor o de caballería que se han ido perpetuando en cierta medida a través de las sociedades patriarcales. El hombre tenía poder sobre las tierras, sobre las propiedades, los castillos, los palacios, sobre poblados enteros, sobre las cosechas, sobre sus caballos y sobre sus mujeres. La protagonista afirma que el mejor amigo de su marido la ha violado, y la única solución que encuentran ambos es la de batirse en duelo, para que a la postre sea la hombría la que quede a salvo.

Estamos en el París de 1386, cuando no era más que un núcleo poblacional en vías de desarrollo, lo que queda reflejado mostrando el esqueleto en construcción de la futura catedral de Notre Dame. Una vez marcado el contexto temporal, Scott deja la espectacularidad a un lado y se entrega de lleno al texto y su declamación por parte de un reparto que completan además de Ben Affleck, Alex Lauther, Sam Hazeldine, Marton Csokas y Clare Dunne.