INFO

Parece que una amplia mayoría social vasca no piensa que «ETA nunca debió existir»

Gráfico que muestra las respuestas a la pregunta de ¿Cuándo tenía que haber dejado ETA las armas?.

Para el décimo aniversario de que ETA declarara el fin de su actividad armada, EITB encargó una encuesta a Gizaker, de la que ayer destacaron que un 72,3% de la ciudadanía «ha pasado ya página» y que «horror» y «error» son las palabras que la mayoría elige para definir a ETA (aunque sobre esto último no hay soporte en la documentación remitida al resto de medios).

Además, en el apartado de «¿qué queda pendiente?», la respuesta más repetida es la de «presos», con un 19,4%, por encima de «arrepentimiento y reconocimiento de ETA y la izquierda abertzale» (15,4%), «unión de la sociedad» (13,85) y «víctimas» (9,1%). En relación a la cuestión de los presos, el 76,2% asegura estar «a favor» del acercamiento de presos, por solo un 10,4% que se muestra «en contra» y el 3,9% que contesta con un «depende». El 9,5% no sabe o no contesta.

Por otra parte, un 58,3% de los encuestados responde que «las víctimas de ETA no han tenido suficiente verdad, justicia y reparación» y un 73,2% contesta con un «sí» a la pregunta de si «¿ETA debería haber reconocido que el daño causado fue injusto?».

Pero hay un punto de la encuesta que llama la atención porque rompe con el discurso oficial dominante y en el que tanto se ha insistido últimamente sobre todo desde Lehendakaritza y Sabin Etxea. Frente al eslogan de que «ETA nunca debió existir», cuando a los 1.600 encuestados (400 por cada uno de los cuatro territorios de Hegoalde) se les pone sobre la mesa «¿cuándo tenía que haber dejado ETA las armas?», apenas un 12,5% responde que «nunca las tuvo que usar». Un 67,4% cree que debió hacerlo «antes» del 20 de octubre de 2011, un 9,3% contesta que esa fecha «fue el momento oportuno», mientras que hay un 0,6% que habría preferido que lo hubiera hecho «más tarde». Queda un 10,2% que tampoco en esto sabe ni contesta.

Atendiendo a la literalidad de la pregunta y las respuestas, frente al 12,5% que afirma que ETA «nunca» debió usar las armas, hay un 77,3% que acepta que entre 1968, año en el que las empleó por primera vez, y el 20 de octubre de 2011, cuando oficializó que nunca más las volverían a emplear, hay distintos periodos de tiempo en los que entienden que todavía no era el momento de dejar la lucha armada.

Es cierto que de ellos, la mayoría sostiene que ETA debía haber abandonado las armas «antes», aunque no detalla cuándo. En todo caso, la cifra no es sorprendente. En Euskal Herria hay una buena parte de la ciudadanía que entiende que ETA debió dejar su lucha cuando él o ella dejó de estar de acuerdo con su actividad.

Para algunos de los que celebraron en la intimidad que ETA matara a Melitón Manzanas (que si hubiera seguido en activo nunca habría sido juzgado por sus salvajes torturas y hasta lo habrían amnistiado) o los que brindaron porque volara el coche blindado de Luis Carrero Blanco (que estaba llamado a ser el sucesor del dictador Francisco Franco), la organización debió dejar de existir al morir el dictador. Otros pondrán como fecha la amnistía de 1977.

Están los que situarán el límite en 1982, cuando ETA pm (VII Asamblea) negoció con UCD; y otros, unos pocos años más tarde, en 1986, al diluirse ETA pm (VIII Asamblea). De todos ellos, algunos hoy militan en las filas del independentismo, pero varios de sus dirigentes han acabado en PNV y PSE, incluso ocupando cargos públicos sin que conste que se les exigiera arrepentimiento alguno de su pasado.

Seguro que en julio de 1997, con el secuestro y muerte de Miguel Ángel Blanco, fueron muchos quienes renegaron de su anterior «comprensión» hacia ETA. Como diez años antes tuvo su repercusión el atentado de Hipercor en Barcelona. Otros se bajarían del carro en 2000, tras la ruptura de la tregua de Lizarra; y algunos, más tardíos, en 2006, con el atentado de la T4. Y cerca de un 10% cree que su actuación estuvo justificada hasta el final de su actividad.

Frente al mantra de «ETA nunca debió existir», la realidad es que ETA existió, no nació de la nada, y tuvo apoyo social en distintas fases históricas. En lo que podría haber un acuerdo general es en que «ETA nunca hubiera tenido que existir». Que suena parecido, pero no es igual.