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Autoconsumo, la apuesta municipal ante las eléctricas

La sensación negativa sobre las eléctricas ha crecido al tiempo que aumentaba la factura de la luz. Contra su desmedido afán de beneficios, se abren paso alternativas en pueblos de Nafarroa donde habitantes y consistorios aprovechan sus recursos para avanzar hacia la autosuficiencia energética.

Central hidroeléctrica de Izaba que utiliza el Ayuntamiento para generar energía. (Jagoba MANTEROLA/FOKU)

Más allá del duelo bíblico de David contra Goliat, de tomas y dacas con las eléctricas que hacen de la escasez negocio, los proyectos puestos en marcha en Izaba, Garralda, Lizarraga o Gares vienen de lejos y aspiran no solo a abaratar el precio de la energía en un momento de emergencia, sino a transformar la sociedad a través de cambios estructurales en aras de contribuir a un cambio de modelo energético.

En Izaba, todo comenzó hace más de seis décadas. «Un grupo de gente vio que el agua que nos rodea podía ser una fuente de energía y decidieron construir una central hidroeléctrica», explica Aitor Perez, concejal de esta pequeña localidad pirenaica de 400 habitantes. Las aguas de los ríos Belagua y Belabarce abastecen la infraestructura cuya gestión es competencia del Ayuntamiento. «A través de los canales llega el agua a la central y, desde entonces, estamos turbinando. Eso sí, el año en el que hay sequía, estamos a expensas de que llueva», dice.

Pero además de generar energía, el Consistorio es una rara avis en Nafarroa, añade Perez, ya que aparte de producir, distribuye y vende energía. «Normalmente la mayoría del cableado está en manos de las grandes eléctricas, pero en este caso, se quedó en manos del Ayuntamiento y así es más fácil», explica. No obstante, cuando el grupo Uxin aterrizó en el Consistorio para desbancar a la derecha, se percataron de que estos habían cedido la gestión de la red a una gran empresa. «Ahora la gestionamos directamente y ese dinero es para el Ayuntamiento, que lo invierte en el Pirineo», apostilla.

El último paso se dio hace tres años. Fue entonces cuando el gobierno municipal creó una comercializadora, Ezka Ibaia Energia, para completar las tres fases del proceso energético. «Es un proyecto bonito, que no tiene nada de malo. El montante económico que puede manejar es menor, pero es una manera de hacer pueblo», remarca.

La creación de la comercializadora, que cuenta con más de 500 clientes, tiene incidencia también fuera del pueblo. «Está abierta a todo el que tenga una factura en cualquier punto de la Península», y el boca a boca ya ha propiciado que se pregunte por el proyecto desde varios puntos de Euskal Herria.

Lizarraga: proyecto pionero

Lizarraga, valiéndose del sol y el agua, ha materializado un sistema sostenible de energía renovable que abastece el 70% de los consumos municipales. Con ello, esta pequeña localidad que se encuentra a las faldas de la Sierra de Urbasa ahorra casi 10.000 euros en la factura que antes pagaba a Iberdrola, que puso no pocas trabas administrativas para su legalización.

El proyecto se basa en una microrred eléctrica de energía fotovoltaica y tecnología de bombeo de agua. Con ella se almacena energía que luego se utiliza para el alumbrado público de la localidad, así como para abastecer los consumos de la casa del concejo, un pequeño frontón y un punto de recarga de vehículo eléctrico en un pueblo que paralelamente a este proyecto renovó el alumbrado público y sustituyó las bombillas de sodio por otras de tecnología LED.

Gares Energía y Gares Bide

Un estudio socioeconómico realizado en el año 2015 fue la simiente que hizo brotar la iniciativa Gares Energía. «Se realizó para ver qué fortalezas y amenazas teníamos en el pueblo y cómo podíamos resolverlas con nuestros recursos. Se vio que, en el tema de la energía, teníamos bastantes posibilidades, ya que tenemos recursos privilegiados como una central hidroeléctrica abandonada», señala Ohian Mendo, alcalde de Gares.

Junto a Energia Gara, el Ayuntamiento realizó una planificación energética con un objetivo a largo plazo: que Gares fuera autosuficiente energéticamente, al menos los consumos municipales. «Diseñamos un proyecto tractor que motiva a la gente y al Ayuntamiento, que es lo que se ha conocido como Gares Energía. Explicado de manera breve, se trata de recuperar esa central hidroeléctrica, cuyo uso y propiedad es compartida con la comunidad de regantes».

Sin embargo, los regantes llevan utilizando ese canal desde el siglo XVIII y, en época estival, necesitan más agua para el campo, por lo que la central dispondrá de menos agua y producirá menos energía. «Este problema lo compensaremos con las placas que instalamos en la cubierta del frontón, que en verano producen mucho más energía. En invierno es a la inversa, cuando las placas menos producen, los regantes necesitan menos agua y la central producirá más», añade.

El Ayuntamiento comenzó asimismo a presentarse a ciertos concursos, a cambiar los contratos municipales por otros que les garantizasen que la energía era 100% renovable, a instalar «un pequeño autoconsumo» en la escuela infantil. «Fuimos dando pasos, y eso motivó a la gente, que participó en algunos auzolanes», indica.

Tras un proceso participativo, un grupo de ciudadanos «comienza su propio recorrido», dice Mendo, y añade que fue entonces cuando propusieron al Consistorio que esa comunidad energética, en vez de promoverla el Ayuntamiento, fuera la ciudadanía quien la gestionase. «Les cedimos el proyecto y desde entonces han estado formándose en temas jurídicos y energéticos. Para ello el Ayuntamiento ha proporcionado asesoría, pero han sido ellos y ellas los que han ido debatiendo cómo querían que fuese esa comunidad que va a ser Gares Bide», remarca.

El Ayuntamiento ha ofrecido ceder la mitad de la cubierta del frontón para que la usen los propios vecinos, y espera que la central hidroeléctrica pueda estar en marcha «el año que viene o el siguiente». Pero Gares Energía no acaba ahí. «La idea es generar una transformación más social que energética. Si quisiéramos cambiar la manera de producir, ahí tenemos todos los megaproyectos solares, eólicos, que avasallan todo el territorio. Ese no es el modelo», subraya.

Garralda, a expensas de un plan piloto
 
Garralda sufrió en 1898 un devastador incendio que destruyó un 90% de las viviendas y edificios ganaderos, lo que provocó la emigración de un 40% de su población. Pero con la clara idea de que no puede haber fénix si no hay cenizas, a partir de esta catástrofe surgió una voluntad colectiva de garantizar la continuidad del pueblo. Se formó entonces una cooperativa para traer la energía al pueblo, “La Garraldina”, que durante 95 años, junto al Consistorio, ha gestionado y cobrado el suministro de electricidad.

No obstante, en 2009, debido a diversos cambios legales que afectaron al sector eléctrico, se cedieron las líneas y el suministro de energía a Iberdrola, pero, según el alcalde, Gurutz Gorraiz, la voluntad de gestionar la energía permanece intacta, y en torno a ella se han impulsado ideas sobre cómo estimular los servicios de la localidad para abordar la problemática de la despoblación.

«Diseñamos una hoja de ruta analizando todos los sitios de los que podíamos sacar energía y se planteó una línea de trabajo. Convocamos un batzarre con gente que trabaja en ese mundo, a los del departamento de Transición Energética del Gobierno.... Hubo una reflexión colectiva», destaca.

Partiendo de que «hoy no tenemos nada», el alcalde de Garralda explica que «queremos llegar a una estación que es mucho más lejana de lo que otros se plantean: tener la capacidad de generar nuestra propia energía y gestionarla al 100%. El objetivo final es desconectarse de Iberdrola».
 
Fue así, en asamblea, como nació la idea de crear una comunidad ciudadana de energía: Garraldargi. Sin embargo, se han encontrado «con un camino lleno de obstáculos» como inconvenientes legales, ya que la directiva europea de comunidades energéticas «no se ha traspasado al Estado español» y, agrega Gorraiz, en Nafarroa, «la ley de cooperativas tampoco prevé que en la mismas participen instituciones».

Otro escollo es la falta espacio para la instalación de placas. «En varios sitios se usan tejados, pero aquí, o son bienes de interés cultural o no hay tejado público», dice. Es por esto que desean habilitar pequeños huertos solares, pero advierte que «no queremos ver ni en pintura» esos macroproyectos que citaba Mendo.

Asimismo, estudian la posibilidad de utilizar el manantial de Garralda para generar electricidad, y quieren dejar de utilizar el gas que abastece a la escuela comarcal. «No tiene sentido. Si algo tenemos es madera, y ahora que se acaba de instalar un centro en Agoitz, lo que tiene sentido es que generemos con lo que tenemos: placas, agua y biomasa. Sumando la instalación propia, el pueblo es capaz de ser autosuficiente», dice.

Para ello, Garralda será escenario de un plan piloto puesto en marcha por el Gobierno navarro. «Se trata de proyecto europeo, Life Nadapta, que creará un grupo multifuncional para resolver el tema legal, el técnico y el modelo de negocio», dice. Ahora están a la espera de este estudio que para primavera cree que «nos dé varias claves» y poder avanzar hacia la autosuficiencia energética.