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Vostok crea una «alternativa real» a las motos de gasolina

La empresa bilbotarra Vostok Electric ha comenzado la comercialización de su segundo modelo de moto eléctrica. Un desarrollo mejorado de su primer vehículo, con prestaciones más competitivas. Con ella quieren extender su red comercial a todo el Estado.

Maiara Marth y Rachel Lesslar son las dos emprendedoras al frente de esta iniciativa emergente que busca hacerse un hueco en el sector de la automoción. (VOSTOK ELECTRIC)

Desarrollar una alternativa eléctrica real a las motos de gasolina es el objetivo que persigue la empresa bilbotarra Vostok Electric. Al mando de esta iniciativa están la irlandesa-malaya Rachel Lesslar y la brasileña, pero vasca de adopción, Maiara Marth, dos de las cofundadoras de esta sociedad limitada creada en 2019 y que a día de hoy cuenta con un equipo de cinco personas. Se encargan de la parte de ingeniería, imagen y la comunicación inteligente entre la batería, el controlador y el motor. A comienzos de octubre lanzaron su segundo modelo, un equivalente a una 125cc.

La idea de esta iniciativa se ha ido gestando en Lesslar durante años. De padre malayo y madre irlandesa, nació en Malasia donde veía grandes cantidades de vehículos, en especial motos, cruzar el puente que une el país con Singapur, lo que generaba «humo oscuro, mucho ruido y contaminación». Eso le llevó a preguntarse si había otra forma de moverse menos dañina. Años después y tras mudarse a Irlanda, empezó a estudiar Negocios y Chino en Manchester (Inglaterra). Durante la carrera hizo una estancia en el país asiático para mejorar su chino y tuvo la oportunidad de utilizar por primera vez una moto eléctrica. Además conoció a quien sería su jefe en Bilbo, lugar al que se trasladó a trabajar al acabar la carrera. En uno de sus viajes de trabajo a China conoció a Álvaro Escribano, otro enamorado de las motos eléctricas, y a su regreso quisieron encontrar una con «buenas prestaciones, buen rendimiento y buen precio, pero no existía». Hicieron una «exhaustiva» investigación de mercado y encontraron una oportunidad en esa barrera para la transición hacia una movilidad más sostenible. Era 2016, y tres años después, Marth se sumó al proyecto.

Reconocen que sabían poco sobre automoción cuando empezaron, también que el ser dos mujeres jóvenes en un sector masculinizado «a veces choca»; pero Marth matiza que conocen y entienden «muy bien» lo que tienen entre manos. Pueden resolver las cuestiones técnicas sencillas y Lesslar sabe montar y desmontar el vehículo entero sola.

En estos cinco años han diseñado un sistema de comunicación propio que optimiza la conexión entre las piezas. De este modo, «la moto es más eficiente, tienes más autonomía, la batería dura más, el motor es más potente… No es lo habitual. Al disminuir la capacidad de la batería la potencia del motor se reduce, algo que no debiera ocurrir», explica Lesslar. Lanzaron el primer modelo Vostok E7 en 2019 y hace unas semanas hicieron lo propio con el segundo Vostok E7 Plus. Estéticamente son parecidas, pero han mejorado las prestaciones: de un motor de 1.500W, «que ya era bastante competitivo en el mercado», pasa a 2.200W con picos de 3.000W. También han incorporado luces LED y mejorado tanto la batería como las ruedas.

Opción sostenible

No se comparan con las motos eléctricas, sino con las de gasolina, porque su objetivo es ser una alternativa real. «La única forma de hacer que la gente quiera hacer la transición es ofrecer algo igualmente cómodo, a un precio similar, con las mismas prestaciones, que pueda utilizarse libremente sin las barreras que en su momento tenía el eléctrico», apunta Marth. Quieren ser una opción para cualquiera que busque una forma distinta de moverse. Pensaban que interesaría a la gente joven, pero sus clientes son principalmente de entre 35 y 55 años; «a muchos les recuerda a la vespa y al vespino. Se cambian al eléctrico por sus recuerdos de juventud», apunta Lesslar. En el caso de la CAV el número de mujeres es «muy alto», sin ser personas especialmente moteras, «buscan una forma cómoda y segura de moverse».

También se dirigen a empresas de reparto y están en conversaciones con instituciones, ayuntamientos o empresas. Tienen siete concesionarios colaboradores en el Estado y están centradas en la expansión de su red.  Lesslar afirma que reciben «bastante interés», pero quieren crear un negocio sostenible. Si logran replicarlo fácilmente en el Estado, después lo intentarán en otros países.

En estos años de «pelea» Vostok «ha estado a punto de morir muchas veces, ha revivido y sobrevivido mil veces», en parte gracias a las ayudas y el apoyo que ha recibido de las instituciones, en especial, de Bizkaia. Marth considera que emprender es una carrera de fondo y un reto «de los más interesantes y bonitos» que les obliga a evolucionar, ya que «solo puedes ser mejor profesional si eres mejor persona». Por su parte Lesslar destaca la necesidad de alinear esta experiencia con los valores personales y entender que al igual que en la vida, en la empresa hay ciclos. «Un negocio es ir poco a poco. Tenemos que crear una cultura de emprendimiento más sostenible, la de los negocios tradicionales».