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Organizaciones ecologistas piden que los países revisen cada año su reducción de emisiones

La red internacional de organizaciones contra el cambio climático CAN ha señalado que el acuerdo final de la COP26 debe incluir un compromiso para que los países presenten cada año, y no cada cinco, nuevos objetivos de reducción de emisiones, hasta limitar a 1,5 grados el calentamiento del planeta.

Organizaciones ecologistas han solicitado que los países revisen cada año su reducción de emisiones. (Philippee DESMAZES/AFP)

Organizaciones ecologistas agrupadas en la red CAN han pedido que en el acuerdo final de la Cumbre de Glasgow se fije que los países revisen cada año sus objetivos de reducción de emisiones.

En una rueda de prensa en la sede de la cumbre del clima de la ONU, Juan Pablo Osornio, de Greenpeace, y Tracey Caty, de Oxfam, han coincidido en que el borrador de ese pacto, ya publicado, «es flojo», y el texto definitivo ha de incluir «un compromiso claro y sin ambigüedades» que haga viable la aspiración de los 1,5 grados, planteada en el histórico Acuerdo de París de 2015.

Si se cumplieran todas las medidas anunciadas por los gobiernos desde que empezó la COP26 el 31 de octubre –lo que muchos analistas dudan, puesto que no hay obligación–, el calentamiento global del planeta a final de siglo podría limitarse a 1,8 grados, aún lejos del nivel necesario.

Sin las nuevas iniciativas aún por aplicar, la previsión es de un calentamiento de 2,7 grados, lo que tendría graves consecuencias en especial para los países más pobres, que sufren desproporcionadamente los efectos de un cambio climático que no instigaron.

En este sentido, Caty ha instado a los estados que negocian en Glasgow a consensuar un compromiso financiero para hacer frente a «las pérdidas y daños» causados por el clima que ya sufren muchos territorios, sobre todo en África y las islas del Pacífico, y que continuarán aunque se reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero.

«Las pérdidas y daños debidos al cambio climático son una realidad letal, pero los países ricos se niegan a afrontarlo, y los pobres han de pagar la factura por una crisis a la que poco contribuyeron», ha afirmado.

La activista ha citado como ejemplo el caso de Mozambique, que tuvo que pedir un préstamo multimillonario al Fondo Monetario Internacional (FMI) para costear los estragos del ciclón Idai en 2019.

En las islas del Pacífico, las comunidades han de trasladarse tierra adentro, lo que les obliga a reubicar sus pueblos y aprender nuevas formas de vida.

Otro compromiso que debe recoger el acuerdo final de Glasgow es, según la CAN, aumentar de un 25 a un 50 % la proporción de la financiación climática que se destina a que los países pobres se adapten al cambio climático.

Esta financiación, que aportan los países ricos para los que están en vías de desarrollo y que ha de alcanzar 100.000 millones de dólares anuales en 2022, se destina sobre todo a «mitigación», las estrategias para recortar emanaciones.

Osornio ha subrayado además que debe haber una referencia a que «ha de eliminarse el combustible fósil», y ha criticado que en 26 cumbres del clima de la ONU «esto no se ha mencionado aún».

«Nunca alcanzaremos la meta de 1,5 grados si no pedimos que se reduzca la dependencia de los hidrocarburos», ha afirmado, para añadir que «es como escribir un libro para perder peso y no mencionar la comida».

El portavoz de Greenpeace también ha instado a nombrar a los países –como, según ellos, Arabía Saudí o Australia– que ponen palos en las ruedas de las negociaciones.