«Las situaciones extremas sacan lo peor y lo mejor del ser humano»
Nacido en Mallorca en 1953, es uno de los autores más singulares del cine catalán. Películas como ‘Tras el cristal’, ‘El mar’, ‘Pa negre’ o ‘Incerta glòria’ avalan su trayectoria. Ahora estrena ‘El ventre del mar’, una obra esencial con la que ha arrasado en varios festivales.
En 1816, la fragata Alliance de la Marina francesa encalló en las Costas de Senegal. Aquel naufragio dio lugar a uno de los episodios de supervivencia más angustiosos de la Historia. Géricault lo evocó en su célebre cuadro ‘La balsa de la Medusa’ y el escritor italiano Alessandro Baricco en su novela ‘Océano Mar’. Tomando como referencia un capítulo de esta obra, Agustí Villaronga, filma una pieza de cámara que, en origen, iba a ser una obra de teatro pero que el cineasta mallorquín readaptó en pleno confinamiento.
Según usted, la idea de rodar esta película le vino en pleno confinamiento, no sé si un poco frustrado al analizar el modo en que los seres humanos nos comportamos en situaciones límite anteponiendo nuestra individualidad sobre el interés del grupo.
No, tampoco es que se trate de una frustración sino de la constatación de una evidencia. El mal siempre está presente en nuestras vidas y resulta inútil negarlo. Pero no fue eso lo que me inspiró rodar esta película sino que ‘El ventre del mar’ surge casi como un acto de resistencia cultural. Durante la pandemia, de repente, nos vimos con mucho tiempo libre, unos optaron por ponerse a cantar en la azotea de sus casas y a mi me dio por rodar esta peliculita de pequeño formato donde quería evocar, en cierto modo, lo que está ocurriendo en el Mediterráneo. Obviamente se trata de una tragedia y no es un tema como para mostrarse demasiado optimistas pero esa constatación del egoísmo y de las miserias que anidan dentro de cada uno de nosotros ya estaba presente en el propio texto de Alessandro Baricco que inspira la película. Él, en su novela, dice que únicamente el vivir situaciones extremas nos hace confrontarnos con la verdad y yo en parte estoy de acuerdo. Creo que tenemos una tendencia a escondernos ante aquello que nos genera malestar y que nos pone a prueba como personas en lugar de afrontarlo y sacar partido de ello en un sentido positivo que pienso que es algo que podemos y debemos hacer. Como tal, tampoco me parece que el mensaje que subyace en la película sea del todo pesimista.
De hecho, antes del confinamiento, ‘El ventre del mar’ iba a ser un montaje teatral. No sé que queda de aquel proyecto en la película, más allá del trabajo de puesta en escena, porque lo cierto es que cine y teatro son dos medios que exigen un lenguaje distinto ¿no?
Completamente. La obra de teatro era muy diferente o eso creo porque como jamás llegamos a hacerla, tampoco terminé de verla (risas). Pero sí, en mi cabeza aquel montaje era muy distinto a lo que finalmente hemos hecho con esta película. Allí únicamente había dos personajes y todo el conflicto estaba basado en la palabra, porque el teatro es fundamentalmente palabra. En la película la palabra sigue siendo importante pero hay otras cosas, para empezar hay otros personajes que enriquecen la acción y también hay silencios. En el cine la palabra es como un refuerzo emocional de lo que viven los personajes, mientras que sobre el escenario es lo que sustenta sus acciones. Además, en la película pude introducir un elemento que tenía pensado para la obra que íbamos a montar pero que me dijeron que no porque encarecía el montaje y me refiero a ese coro de jóvenes subsaharianos que creo que da una fuerza tremenda al relato.
Ese es un elemento que conecta esta historia, acaecida en 1816, con nuestro presente. Pero en la película también hay otras referencias que inciden en esa idea de deshumanización que está siempre muy presente en tu cine. ¿Esas referencias estaban también en la obra de teatro o emergieron cuando decidiste adaptar la historia al medio cinematográfico?
La película se abre con las imágenes de un rescate de emigrantes en el Mediterráneo y esas imágenes sí que tenía pensado proyectarlas como obertura en el montaje teatral justamente para reflejar ese vínculo, para decirle al espectador ‘esto que os vamos a contar pasó hace doscientos años pero sigue formando parte de nuestro día a día’. A mí el tema de la memoria histórica siempre me ha preocupado, a veces tendemos a olvidarnos de episodios de nuestra Historia que nos definen como individuos. Dicho lo cual no creo que ‘El ventre del mar’ sea una película de denuncia, su función no es esa. Porque lo que está pasando en el Mediterráneo es una cuestión seria que debe abordarse en clave política y el cine funciona en clave poética con lo cual da igual que hagas una película o veinte sobre este tema que eso no va a contribuir a solucionarlo. Pero no está de más visibilizarlo, recordar episodios de nuestra historia y ser capaces de empatizar con la tragedia de aquellos que se enfrentaron a una coyuntura donde lo que estaba en juego era su supervivencia. Las situaciones extremas sacan lo mejor y lo peor del ser humano.
Entonces, más que una película política, ¿estaríamos ante un filme humanista?
Yo pienso que sí. La película tiene un aire casi existencialista, hay como una cosa muy metafísica en esa relación con el entorno, con el mar concebido como un Dios furioso. La relación de estos personajes con el mar tiene un fondo casi religioso.
Esta película, como muchas otras de sus anteriores obras, parte de un episodio situado en los márgenes de la Historia ¿Cree que concentrando nuestra mirada sobre ellos estamos más capacitados para entender lo esencial?
Hace poco estaba leyendo ‘Homo Deus’, de Yuval Noah Harari, y él, en un momento del libro comenta que la Historia de la Humanidad está marcada por tres situaciones que se van repitiendo a lo largo de los siglos: pandemias, hambrunas y guerras. Esas tres situaciones conllevan un enfrentamiento del ser humano con una fuerza superior que le pasa por encima como una apisonadora. Eso no ha cambiado y es un terreno que siempre me ha interesado explorar en mi cine desde el punto de vista de las victimas porque lo que sí que echo en falta, y creo que en eso sí vamos a peor, es la existencia de una mayor empatía hacia esas víctimas.
No sé si la idea de acometer una puesta en escena tan teatralizada tiene que ver justamente con la idea de incidir en ese carácter esencial que tiene la película.
Yo desde el principio tuve claro que quería hacer una película íntima, casi una obra de cámara. En este sentido, cuando me vi obligado a abandonar aquel proyecto teatral y reconvertirlo en un largometraje no lo hice alentado por la idea de tener más medios a mi disposición. ‘El ventre del mar’ fue una película que ya nació pobre (risas). Pero lejos de frustrarme esas limitaciones me inspiraron mucho porque creo que nos dieron un margen de libertad amplio y pudimos concentrarnos en lo esencial. Por otra parte yo creo que el texto de Baricco invita justamente a eso y no a rodar una gran superproducción porque de lo que se trata es de mirar hacia el interior de esas personas y no tanto al escenario que les rodea. De haber tenido más presupuesto igual hubiéramos podido rodar en una balsa real en medio del mar pero no creo que eso hubiera cambiado mucho el espíritu de la película.
¿Cómo trabajó con los actores esa puesta en escena tan teatral que define el espíritu de la película? ¿Fue un trabajo distinto al de sus anteriores largometrajes?
En base a una relación de confianza. A Roger ya le conocía, ya habíamos trabajado juntos. No así a Oscar. Pero al final todo resultó muy sencillo porque el texto del que partíamos resultaba ya de por sí bastante inspirador, de hecho en la película no hay ni una sola palabra que no sea de Alessandro Baricco, con independencia de que luego en la labor de puesta en escena nos hayamos distanciado de su propuesta narrativa. Eso para dirigir a los actores fue un plus porque sus personajes están construidos sobre sentimientos muy básicos: amor, odio, venganza, recelo y eso facilitó bastante sus trabajos de composición, más allá de que luego cada quien buscase información concreta sobre los personajes reales en los que se basa el texto de Baricco. A mí la verdad es que me gusta mucho trabajar con los actores, para mi son la parte fundamental de una película, me gusta observarlos, explorar con ellos las posibilidades de cada personaje y sacar partido de la posición de la cámara en sus interpretaciones.
¿Cree que una obra tan delicada y esencial como ‘El ventre del mar’ representa un desafío hoy en día con las plataformas digitales negando la singularidad del cine de autor?
En las plataformas no hay cabida para las miradas singulares. Lo que prima es la figura del showrunner, el director tiene poco que decir. Tú ves una serie y la mirada del director se diluye, dos capítulos los dirige uno, otros dos otro, porque al final estás supeditado a una unidad estilística. Desde este punto de vista no sé si una película como la nuestra representa un desafío pero sí que es una obra que navega a contracorriente. Pero eso no la hace singular porque yo creo que pese a la homologación de contenidos por la que apuestan las plataformas y las productoras, siempre habrá autores que sigan operando en los márgenes. Ahora si me preguntas que qué futuro tiene este tipo de propuestas, sinceramente, no lo sé. Yo creo que las salas de cine van a quedarse para acoger los estrenos de Marvel y eventos similares, dudo mucho que se recuperen del golpe que ha supuesto la pandemia.