Macron asume que su programa reformista no puede eludir las enseñanzas de la crisis social
Emmanuel Macron ha hecho balance de cinco años de mandato en una entrevista televisada en la que ha defendido su política de reformas aunque, en tono autocrítico, ha asegurado que ha aprendido a «no desdeñar las enseñanzas» que dejan las crisis social y sanitaria.
Hora y media de entrevista grabada, el domingo, en razón de la agenda del inquilino del Elíseo, pero emitida en «prime time» esta noche por la cadena de televisión TF1.
Ese ha sido el formato elegido por Emmanuel Macron para ofrecer un balance de lo actuado desde su llegada a la Presidencia de la República, en mayo de 2017.
Una entrevista en la que, grosso modo, Macron se ha reivindicado a sí mismo aunque quitando las aristas del personaje. Así las cosas, ha perseverado en sus propuestas liberales -en materia de reforma de pensiones o de fiscalidad- pero las ha aderezado con una reflexión social.
«Lo que funciona es lo justo», ha llegado a proclamar Macron. Y ha puesto en evidencia que mantiene su ambición política «de hacer a futuro», pero ha evitado oficializar su candidatura a la reelección escudándose en el reto de gestionar la salida de la quinta oleada de la pandemia.
«¿A dónde se dirige Francia?» ha sido el título que la otrora cadena pública ha otorgado a ese largo monólogo en el que Macron ha repasado los momentos claves de un mandato, muy marcado por la pandemia, pero también por la crisis social evidenciada por el movimiento de los Chalecos Amarillos contra la carestía de la vida, las movilizaciones sindicales contra las reformas antisociales o las protestas por la inacción ante el cambio climático.
Audrey Crespo-Mara y Darius Rochebin han sido los periodistas que han guiado esa entrevista que ha arrancado con una larga explicación de Macron sobre la gestión de la pandemia.
A la vista de la rápida propagación del virus que vive actualmente el Estado francés, Macron ha hecho un llamamiento expreso a acelerar la vacunación, tanto en tercera dosis como con la inmunización infantil, ha insistido luego en el control a través del pasaporte sanitario, y ha solicitado, finalmente, un respeto riguroso a las reglas de prevención.
«No hay control social, sino una sociedad vigilante»
«Todas las leyes han sido objeto de debate parlamentario, no ha habido una renuncia a la democracia, y antes que hablar de control social prefiero considerar que esta es una sociedad vigilante ante una pandemia que ha dejado graves consecuencias», ha expresado al ser cuestionado sobre las dudas razonables que suscitan las restricciones de derechos cívicos que han acompañado la política sanitaria.
Macron ha defendido ese «cueste lo que cueste» que se ha traducido en que el presidente liberal ha activado un vasto programa de intervención pública «para sostener a empresas y a trabajadores» durante la crisis sanitaria.
Ha defendido que el resultado es una «sólida recuperación», con cifras de desempleo, ha destacado, que alcanzan las cotas más bajas en prácticamente dos décadas.
Esa defensa de un desembolso público extraordinario no le ha impedido defender su apuesta por la vuelta al control de gasto y al rigor presupuestario de los que ya hizo gala en la presentación de los objetivos de la presidencia francesa de la UE. que él mismo asumirá en enero de 2022.
Macron ha valorado el esfuerzo social, con alusión a dos sectores esenciales, el educativo y el sanitario, a cuyos profesionales ha rendido homenaje por el esfuerzo realizado durante la pandemia. Ha hablado de un país «en el que persisten las injusticias» y ha declarado «ser hoy más sensible» a la vivencia «muchas veces difícil» de una gran parte de la ciudadanía.
«Creo que no era consciente como lo soy hoy de ciertas urgencias», ha rematado en esa incursión en el mensaje social, que le ha servido de trampolín para reivindicar las reformas de «modernización del país» emprendidas por su gobierno.
Algunas de ellas, como la reforma del desempleo, y la reforma de las pensiones (que se ha quedado por ahora en el tintero), son objeto de un fuerte cuestionamiento por parte de las fuerzas sindicales.
Propuestas que causan malestar
«Algunas de mis propuestas han herido a algunas personas, y este presidente que quería y quiere remover a fondo el estado de las cosas es capaz de decir hoy que hay que encontrar el modo de defender los cambios desde el respeto y sin hacer daño al otro», ha afirmado zafándose con una declaración de humildad de su imagen de presidente «soberbio y arrogante».
Ha aderezado así cada alusión a los momentos de gestión de referencias al encuentro con ciudadanos de a pie, en ese ensayo de humanización de su figura.
La alusión por los entrevistadores al «caso Alexandre Benella», que ha conocido esta semana un nuevo y oscuro capítulo, ha llevado a Macron a volver a la casilla de salida.
De hecho, el presidente galo se ha referido a esa causa que afecta a quien fuera colaborador director de su seguridad como «un affaire de verano más que una cuestión de estado».
Chalecos Amarillos y «banalización de la violencia»
Las protestas de los Chalecos Amarillos ha sido otro de los capítulos de la entrevista en que Macron ha endurecido el gesto, con amonestación expresa «a una minoría violenta y hasta desorientada» a la que ha atribuido «ataques a edificios públicos y servidores del estado».
Ha asegurado que «hubo una violencia extrema, contra bienes, pero que también afectó a manifestantes», con alusión indirecta a la violencia policial y denuncia expresa de «la afrenta» de la ocupación del Arco del Triunfo «a la que hicieron frente las fuerzas del orden».
Ha alertado del «riesgo de la relativización de odio, de la violencia» y ha defendido la necesidad de «defender siempre la legitimidad de las instituciones democráticas», pese a reconocer que «algunas de las crisis vividas emanan del miedo, del sentimiento de no tener una vida digna».
Ha asegurado luego que, a partir del diálogo con «ese país que sufre» ha aprendido a «reformular» esa «revolución para lograr una nación más fuerte» que asegura defender ahora como en 2016, «desde la convicción que hoy tengo de que ese cambio indispensable no puede hacerse dando la espalda a esa exigencia de justicia», ha aseverado.
Ha pasado de puntillas sobre las denuncias de agresión sexual que afectan a un ex ministro de su gobierno, el ecologista Nicolas Hulot, compatibilizando la defensa de «la voz de la mujer que se libera» con la prevención ante «las condenas sin juicio».
La defensa de la laicidad y la denuncia del «terrorismo en nombre de la religión» -con alusión solo al islamismo- han marcado otro de los capítulos de la entrevista en la que Macron ha avalado las ideas y medidas que su gobierno ha incluido en su ley contra el separatismo.
Uniformidad y migración a la carta
«La nación francesa y la República nos une y nos hace fuertes», ha proclamado Macron, abogando por «los valores comunes más allá del origen».
Ha desdeñado, por no ser realistas, las propuestas de «migración 0» que defienden derecha y extrema derecha. No obstante, ha abogado por «una migración por el trabajo, una migración elegida» y ha abogado por un mayor control en las fronteras de la UE, vía una reforma del Tratado de Schengen, «para evitar la migración, las mafias, y la inseguridad».