Nueva York esconde la estatua de Theodore Roosevelt
Una de las estatuas más controvertidas de Nueva York, la del expresidente Theodore Roosevelt (1901-1909) a caballo sobre un negro y un indio,ya no está en la fachada del Museo de Historia Natural, poniendo así fin a otro debate más sobre la memoria que la ciudad debe a algunos de sus próceres.
La estatua, que llevaba varios meses encerrada en unos andamios cubiertos con tela, fue finalmente desmantelada en la noche del pasado martes, según confirmó un portavoz del museo a Efe, que explicó que el proceso fue «realizado con especialistas en conservación histórica» y que culminará en una restauración integral de la plaza donde se levantaba, frente al Central Park.
Su destino final será la Biblioteca Presidencial Theodore Roosevelt en Dakota del Norte, y aunque esta institución no abrirá hasta 2026, la presión para la retirada de la estatua se convirtió en insostenible, sobre todo después del movimiento Black Lives Matter, que propició un debate nacional sobre los símbolos públicos y tiró literalmente al suelo multitud de esculturas, desde Cristóbal Colón hasta generales confederados.
El blanco, el negro y el indio
La polémica estatua, erigida en 1940, mostraba a Roosevelt a caballo, flanqueado por dos figuras a pie por debajo de él: un nativo indio ataviado con plumas y una capa y un negro desnudo, ambos anónimos, representando sencillamente a sus respectivas razas.
«La estatua misma transmite un mensaje de jerarquía racial que el Museo y miembros del público han encontrado perturbadora», reconocía recientemente el museo, un lugar que en 2018 tuvo más de cuatro millones de visitantes.
«Es la narrativa de un hombre que domestica: domestica al caballo, pero también al nativo americano y al negro africano", comentaba la profesora de Estudios Africanos de la Universidad de Columbia en un vídeo producido por el mismo museo.
La Alcaldía de Nueva York ya había emprendido en 2017 un debate sobre las estatuas más controvertidas de la ciudad, y fue entonces cuando el museo organizó una exposición titulada "Hablemos de la estatua" y produjo ese vídeo, donde historiadores de una y otra tendencia opinaban sobre la conveniencia de suprimir la escultura o dejarla como testigo de una época.
Finalmente, y durante estos últimos cuatro años, el museo colocó bajo la estatua una placa donde, en un difícil ejercicio de corrección política, se decía que en esa escultura «unos ven un grupo heroico; otros, un símbolo de jerarquía racial». Algunos de estos últimos emborronaron en varias ocasiones la estatua con pintura.
Un racista «muy querido»
Teddy Roosevelt, como se le conocía popularmente, aparece siempre dentro del grupo de «los mejores presidentes de Estados Unidos», ya sea por consideración popular o de los historiadores, y de hecho es uno de los cuatro padres de la patria, junto a Lincoln, Washington y Jefferson, cuyos bustos aparecen tallados en tamaño gigante en la roca del Monte Rushmore.
A él se deben, entre otras cosas, la creación de los parques nacionales en Estados Unidos y el impulso de una política conservacionista que explica que fue su imagen la que presidía el Museo de Historia Natural, famoso por sus esqueletos de dinosaurios, sus animales salvajes disecados o su planetario.
Pero una personalidad impetuosa como fue la de Roosevelt era también la de un racista recalcitrante, autor de frases hoy inconcebibles. De los indígenas americanos decía: «No voy a decir que el indio bueno es el indio muerto, pero creo que eso valdría para nueve de cada diez, y no indagaría mucho sobre el décimo. El cowboy más depravado tiene más altura moral que el indio medio».
De los negros escribió que, «como raza en conjunto, son inferiores a los blancos», y a un senador le dijo que «la mayoría de los negros del sur son inhábiles para el sufragio», y darles derecho a voto «rebajaría partes del sur al nivel de Haití».
No puede decirse que la estatua no reflejara cabalmente el hombre que Roosevelt fue, pero en 2022 esa imagen se hacía insostenible.
El museo ha optado finalmente por retirar la estatua, pero se comprometió en su mensaje a que su antiguo emplazamiento «continúe siendo el lugar del memorial oficial a Theodore Roosevelt».
En el lugar donde estaba la estatua, hoy un friso recorre la plaza vacía. Sobre el friso puede leerse todavía esta descripción de aquel presidente: «Hombre de estado - Autor - Historiador - Humanitario - Soldado - Patriota».