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Entrevista
Emmanuel Carrère
«En un muelle de Normandía»

«En esta década la precarización de las condiciones laborales ha ido a más»

Nacido en París en 1957, es uno de los autores más aclamados de las letras francesas. Sus logros como escritor no le disuadieron de probarse como director de cine, debutando en el medio con el documental «Retour à Kotelnitch». Quince años después, vuelve al cine con «En un muelle de Normandía».

Emmanuel Carrère. (SSIFF | Alex ABRIL)

Desde que se publicó en 2010 ‘El muelle de Ouistreham’, de Florence Aubenas, se convirtió en todo un fenómeno editorial en el Estado francés. Este libro-reportaje que pone el foco en las penosas condiciones laborales en las que desarrolla su labor el personal de limpieza de barcos y cruceros tuvo muchas tentativas de ser llevado al cine. Emmanuel Carrère asumió la dirección del filme sugerido por la propia autora del texto original.
 
Acostumbrado a la escritura, que es una actividad que se suele acometer en soledad, y después de más de quince años sin ponerse detrás de la cámara, ¿cómo afrontó el rodaje de ‘En un muelle de Normandía’?
Escribir, tal y como acabas de comentar, es un trabajo que te condena a la soledad y esa sensación, aunque por momentos puede resultar bastante enriquecedora, también puede llegar a ser muy angustiosa, pues te empuja a interpelarte continuamente a ti mismo. Por eso, para mí hacer cine representa una especie de alivio. Tener un contacto fluido con otras personas mientras estoy trabajando es algo que me hace enormemente feliz. Acostumbrado a crear en soledad, estar pendiente de las mil y una exigencias que te plantea un rodaje resulta bastante estresante pero me compensa el estado de confort sicológico que conlleva compartir esas responsabilidades con un equipo.
 
Pero, ¿por qué ha tardado tanto entonces en volver a rodar una película? ¿Le paraliza una sensación de intrusismo?
No, no me siento para nada un intruso cuando decido rodar una película, tampoco es un medio, el cine, que me genere inseguridad. Simplemente las cosas se han dado así y tampoco sé si en un futuro próximo volveré a dirigir, porque ahora estoy enfrascado en una novela muy larga y bastante compleja que me tiene absorbido. Ignoro si me hará falta alguna que otra vida extra para dirigir un cuarto largometraje (risas).
 
¿Y de qué trata esa nueva novela en la que está trabajando?
No, eso no se lo puedo decir. Al menos por el momento.
 
Volvamos entonces a la película. Uno de los aspectos más interesantes de esta es el modo en que denuncia el clasismo que proyecta la intelectualidad francesa en su acercamiento a la realidad de las clases trabajadoras. ¿Fue esto lo que le interesó de cara a adaptar el libro de Florence Aubenas?
No creo que el libro de Florence Aubenas rezume un espíritu de denuncia, más bien se trata de una crónica escrita en primera persona por alguien que, en un momento dado, decide compartir la condición social de un grupo de trabajadoras pertenecientes a una clase que no es la suya. ¿Se puede cuestionar o criticar desde un punto de vista político este empeño? Puede que sí, aunque tampoco es algo de lo que estoy seguro. En todo caso, el libro de Florence Aubenas, desde que apareció publicado hace diez años, ha sido una obra socialmente útil en la medida en que ha contribuido a dar visibilidad a las condiciones laborales de esas trabajadoras.
 
Pero a través de la protagonista de la película usted, en cierto modo, se cuestiona sobre el sentido de la responsabilidad civil de los intelectuales, de los escritores, cuando estos optan por erigirse en portavoces de unos colectivos a los que no pertenecen y que tampoco han solicitado ese apoyo. ¿En qué medida el personaje de Juliette Binoche le representa a usted?
Es una pregunta interesante y justa. Digamos que el libro de Florence Aubenas no entra en ese tipo de consideraciones, en parte porque está estructurado como un reportaje periodístico, con lo cual la autora no habla de los escrúpulos que le pudo llegar a generar el hecho de mentir a aquellas a las que está retratando en su obra tras haberse ganado su confianza y haber conseguido infiltrarse en su mundo. Sin embargo, yo soy alguien que no puede dejar de interrogarse sobre el sentido de mi trabajo, de ahí que, cuando me propusieron adaptar el libro al cine, lo primero que hice fue preguntarme a mí mismo cómo habría manejado yo, como autor, una investigación semejante, qué dudas o qué recelos me hubiera suscitado. En ese sentido, sí que quise servirme del personaje que interpreta Juliette Binoche para plantear esas cuestiones. Frente a la protagonista del libro, ella es alguien que se mueve en un espacio de ambigüedad respecto a sus compañeras a las que apoya desde el cariño y desde el afecto pero a las que, al mismo tiempo, utiliza y traiciona para llevar a buen puerto su investigación.
 
A tenor de esa diferencia de enfoques resulta curioso que fuera la propia autora la que le propusiera para adaptar al cine su libro. ¿Cómo recibió el encargo?
Fue extraño. La verdad es que, como he dicho antes, desde que en 2010 vio la luz, el libro de Florence fue un auténtico fenómeno editorial en Francia. Muchos han sido los que han querido adaptarlo al cine y bastantes las actrices que se han postulado para liderar el proyecto. Juliette Binoche fue de las más interesadas y también de las más insistentes. Durante casi una década, una vez al año Juliette quedaba a cenar con Florence para intentar convencerla de que le vendiese los derechos del libro y aunque ella, de inicio, se mostraba reacia, finalmente accedió poniendo sobre la mesa mi nombre. La verdad es que tampoco sé cómo se dio la cosa, solo sé que en un determinado momento Juliette me llamó y me dijo que si me quería hacer cargo del proyecto. A mí al principio me dio un poco de recelo porque sentía que se trataba de una obra muy personal, pero me tranquilizó bastante el hecho de que Florence se desentendiera de la adaptación, algo que, por ora parte, me parece la postura más inteligente que puede adoptar un escritor. Yo, de hecho, suelo hacer lo mismo: cuando adaptan una de mis novelas al cine, no intervengo para nada en el proceso creativo, ni lo deseo.
 
Florence Aubenas escribió su libro al calor de la crisis de 2008, pero, en años sucesivos, las tensiones sociales en el Estado francés se han venido acrecentando. No sé si esto confiere una vigencia adicional a la película.
Completamente. En esta última década esa precarización de las condiciones laborales que denunciaba Florence Aubenas ha ido a más y el movimiento de los chalecos amarillos lo que hizo fue poner en evidencia esa degradación. De hecho, muchas de las trabajadoras que aparecen en la película podrían formar parte de ese colectivo.
 
Corríjame si me equivoco, pero, la mayor parte del reparto del filme está integrado por actrices no profesionales. ¿Cómo fue poner a interactuar a estas actrices con una estrella como Juliette Binoche?
Fue fácil porque Juliette es cualquier cosa menos una estrella. Yo no tenía ninguna duda de su talento como actriz, pero lo que sí me dejó gratamente sorprendido fue su entrega, su generosidad de cara a ayudar a las otras actrices, de apoyarlas. Tanto es así que hubo momentos en que tuve la sensación de que Juliette ejercía de directora de la película con mucha mayor determinación que yo (risas). Lo curioso fue que, de inicio, las actrices no profesionales mostraban un cierto recelo ante ella, un poco como pasa con sus personajes en la película, que no se fían de esa mujer que se sumerge en su mundo cuando aparentemente es alguien alejada totalmente de este pero, poco a poco, Juliette fue ganándose su confianza y finalmente muchas asumieron que de cara a ganar confianza como intérpretes, tener como coach a Juliette Binoche era un lujo que no podían desaprovechar.