INFO

Lo que el 15M no pudo cambiar

Roosevelt habría invitado a los sindicatos a ejercer de contrapoder para facilitarle tomar unas decisiones que si no, presionado por los lobbies empresariales, no podría tomar. El modelo sindical de UGT y CCOO no puede estar más lejos de esta manera de entender el sindicalismo.

Los secretarios generales de UGT y CCOO, Pepe Álvarez (i) y Unai Sordo, conversan en un encuentro organizado por ambos sindicatos sobre la reforma laboral. (Claudia Alba | Europa Press)

Ahora que la aprobación de la reforma laboral y todos los debates que ha generado van quedando atrás, me gustaría poner el acento allá donde, si no me equivoco, nadie lo ha puesto.

La reforma laboral aprobada el 3 de febrero es el resultado de una correlación de fuerzas. Europa impuso el marco: como condición para recibir una nueva partida de «fondos europeos para la reconstrucción», 12.000 millones de euros, el Gobierno español debía acordar una reforma laboral con patronal y sindicatos. El Gobierno y las fuerzas políticas que lo componen aceptaron el marco. El acuerdo de Gobierno y el acuerdo firmado con EH Bildu, que recogían la derogación de la reforma laboral, eran así incumplidos.

Descartada la derogación, la reforma laboral era la apuesta fuerte del Gobierno y, en particular, de Yolanda Díaz, y su no aprobación habría sido una catástrofe política para el Gobierno y para el espacio a la izquierda del PSOE. Siendo esto así, los de Pedro Sánchez han defendido sus intereses de partido: seguir gobernando tratando de evitar sobresaltos y recibiendo los millones de Europa. No se podía esperar otra cosa del PSOE.

Unidas Podemos no estaba en posición de rechazar el marco impuesto por la UE y enfrentarse al PSOE. Con la correlación de fuerzas actual, la coalición de izquierdas poco podía conseguir y poco ha conseguido. No ha tenido margen para mucho y su prioridad ha sido vender la reforma laboral para fortalecer la figura de Yolanda Díaz. Era una opción arriesgada porque el mensaje implícito es que no hay alternativa, que no se puede aspirar a más, pero ser honestos y transmitir que han hecho lo que han podido y que la correlación de fuerzas da para lo que da también era arriesgado, ya que la futura candidata a la presidencia del Gobierno habría proyectado debilidad. Pero habrían sido honestos. La posición de Unidas Podemos es criticable pero también es comprensible.

La patronal ha defendido sus intereses y, si bien es cierto que ha cedido en algunos aspectos, ha priorizado la estabilidad y la llegada de los millones de Europa, seguramente pensando en que ya llegarán tiempos mejores en los que el Gobierno sea más afín y la correlación de fuerzas les sea más favorable.

El tercer actor de la mesa de negociación eran los sindicatos. UGT y CCOO no han hecho absolutamente nada durante la legislatura para situarse en posición de fuerza de cara a la derogación o reforma de la reforma laboral de 2012. Cuando el acuerdo se hizo público, la patronal se dio prisa en decir que si se introducían cambios en el Congreso, no contaría con su apoyo. En el Congreso había correlación de fuerzas para introducir mejoras beneficiosas para la clase trabajadora. Pero UGT y CCOO no solo no protestaron por el veto de la patronal; Pepe Álvarez llegó a afirmar que la reforma no debería pasar el trámite parlamentario y Unai Sordo le regaló a la prensa un titular antológico: "No hay alternativa".

En 1934, el presidente de los EEUU Franklin Delano Roosevelt se reunió con los representantes de los sindicatos. Estos le plantearon sus reivindicaciones y se dice que Roosevelt les dijo: «me habéis convencido. Ahora, obligadme a hacerlo». Roosevelt habría invitado a los sindicatos a ejercer de contrapoder para facilitarle tomar unas decisiones que si no, presionado por los lobbies empresariales, no podría tomar. El modelo sindical de UGT y CCOO no puede estar más lejos de esta manera de entender el sindicalismo.

En Euskal Herria, los sindicatos de matriz estatal van perdiendo posiciones con respecto a los sindicatos independentistas. En Nafarroa bajaron del 50% de representatividad en 2016. Su modelo sindical contrasta con el de ELA, LAB y otros sindicatos, que rechazan el diálogo social y movilizan a los trabajadores. En el caso de ELA y LAB, los grandes sindicatos abertzales, ambos tienen cajas de resistencia que facilitan a los trabajadores hacer huelgas prolongadas y, en el caso de LAB, sostener económicamente luchas sindicales que van más allá de la huelga y, en consecuencia, la consecución de conquistas que jamás obtendrían con el modelo sindical de UGT y CCOO.

Según el estudio sobre la huelga en Euskal Herria publicado en diciembre de 2020 por Jon Las Heras y Lluís Rodríguez, la dinámica de huelgas del bloque formado por ELA y LAB tiene un impacto económico 32 veces mayor que la del bloque formado por UGT y CCOO y Euskal Herria es con diferencia el país con mayor índice de huelgas de la UE (sin contar a Grecia). Resumía Jon Las Heras en Twitter que «los triunfos de la negociación colectiva se han traducido en índices de afiliación sindical más elevados y una mayor legitimación social que la media española».

Por otro lado, la fundación Ipar Hegoa, en su informe "Ikusmiran 08" de noviembre de 2021, afirmaba que «la reforma de la negociación colectiva supuso un duro golpe para las y los trabajadores que estaban bajo la protección de los convenios colectivos y, por tanto, también a sus condiciones laborales. La recuperación que se está produciendo en los últimos años no es un proceso casual. La lucha de los y las trabajadoras y las movilizaciones son determinantes en la recuperación de los convenios».

En la mesa de negociación, la correlación de fuerzas les falló a los trabajadores debido al vacío provocado por el modelo sindical de UGT y CCOO. El 15M trajo grandes cambios a la izquierda estatal y sepultó el bipartidismo, pero no puso fin a este bisindicalismo que, con un modelo sindical basado en el acuerdo sin movilización, lleva décadas decantando la lucha de clases en favor de los intereses de la patronal. Es significativo que defendieran la reforma laboral como la única del período constitucional que no ha sido regresiva con los derechos de los trabajadores.

Esto ha sido así gracias a que un actor nuevo, Unidas Podemos, está en el Gobierno. No gracias a UGT y CCOO, que ya existían durante los 35 años en los que cada reforma laboral supuso un retroceso.