Un Casado acorralado convoca el Congreso Extraordinario mientras Feijóo comienza a dejarse ver
Arrecian los rumores de que la renuncia del líder de la oposición sería cuestión de horas. Teodoro García Egea, su mano derecha y número 2, ha dimitido tras negarse a hacerlo durante días. El miércoles el presidente del PP reunirá a los barones, que no lo apoyan.
Son horas decisivas y culminantes en el partido alfa de la derecha española. Con el típico vértigo de estos tiempos de política líquida y redes sociales, el cataclismo en el PP se asoma hacia su desenlace y aunque la dimisión de Pablo Casado aún no sea un hecho, sí lo es que su etapa al frente de la formación está acabada, mientras que Alberto Núñez Feijóo comienza a dar señales de poder dar el salto a liderar el partido.
En medio de un sinfín de rumores y especulaciones, lo claro es que la jornada del martes ha sido un derrotero de renuncias y de malas noticias para la dirección del PP estatal. Por la tarde, la noticia esperada llegaba, pero tarde: el secretario general del partido y mano derecha de Casado desde 2018, Teodoro García Egea, presentaba su dimisión.
La noticia fue confirmada por fuentes del PP a NAIZ, y menos de media hora después, las mismas fuentes informaban de otra noticia más relevante aún: la convocatoria el martes próximo para un Congreso Extraordinario que reelija las autoridades partidarias, adelantando esa decisión que iba a llevarse a cabo en julio.
«Casado mantiene la agenda de reunión con presidentes territoriales y al menos una semana sigue en cargo», filtraron desde el PP a NAIZ, por lo que, salvo una reacción imprevista, el presidente del partido tiene decidido seguir en funciones, acorralado y atrincherado.
Lo que ha hecho Casado es entregar a los barones (presidentes autonómicos y secretarios generales de todas las regiones en donde no gobiernan) una ofrenda para que le den una tregua, un ruego por un poco de oxígeno para rearmarse y ver si puede encontrar una salida más digna o permanecer en el cargo.
Este giro al estilo Sánchez de Casado tiene poca opción, porque al todavía líder no le alcanza su luz propia
Esto es así porque en el encuentro que tendrá el miércoles en Génova con ellos, Casado sabía que iba a escuchar que tenía que irse y que había que convocar a un congreso anticipado que decida las nuevas autoridades, o ratificar a las actuales. Finalmente, en un acto desesperado por resistir, el líder del PP ha entregado la cabeza de García Egea y poco después deja trascender que en la reunión de la Junta Directiva Nacional, convocada para el martes 1 de marzo (postergada un día después por el Día de Andalucía), se ofrecerá la convocatoria a un Congreso Extraordinario.
El texto aprobado internamente con el visto bueno de Casado que luego vio la luz en Twitter es el siguiente: «El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, convoca la Junta Directiva Nacional para el próximo martes día 1 de marzo para la celebración del XX Congreso Nacional, que tendrá carácter extraordinario”» Es decir, que ha decidido adelantar lo que iba a suceder en julio sin dimitir y, se sobreentiende, mantiene expectativas de inclusive volver a competir.
Este giro al estilo Pedro Sánchez, mostrándose en contra de que lo echen a través de los poderes fácticos y los barones y por una manifestación reducida que cerque el edificio de Génova, tiene una limitación: en su momento Sánchez no tenía otro líder que concentrara más simpatía que él y nunca las encuestas le dieron la espalda frente a otro rival interno. Ese es el quid de esta cuestión: hace meses que a Casado no le alcanza su luz propia y le hace sombra la luz de la presidenta de Madrid, a quien con una torpeza política pocas veces vista, convirtió en víctima y peor enemiga la semana pasada.
En tanto, Ayuso no para: a través de su cuenta oficial de Twitter ha vuelto a quejarse que le han robado a su familia la presunción de inocencia y ha ratificado su interés en quedarse en la órbita política madrileña, mientras que su equipo dejó trascender el malestar por haber sido excluida de la reunión de presidentes de este miércoles. Además, Anticorrupción informa de que abrió una investigación por el contrato de mascarillas del que cobró su hermano Tomás. La investigación se centrará en la adjudicación del contrato y los movimientos bancarios y fiscales de Tomás Díaz Ayuso.
Un día para la historia
Vienen siendo todos días históricos pero lo que se ha vivido este martes ha sido pocas veces visto. Una cascada imparable de malas noticias, rumores y renuncias masivas que sólo ratificaban el aislamiento del tandem Casado-García Egea, quienes sobre el final prácticamente no tenían dirigentes de peso que mantuvieran su apoyo a ellos.
Por la mañana, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, confirmó su dimisión al frente de la portavocía nacional del PP, cargo al que había llegado en agosto de 2020 de la mano del presidente de la formación, cuando hizo una reforma de sus cuadros y echó a Cayetana Alvarez de Toledo de la portavocía del grupo parlamentario.
En rueda de prensa y entendiendo el contexto de ruptura interna y guerra por el poder en el PP, Almeida aclaró frente a cámaras: «Sé que esto se puede interpretar de varias formas en este momento, pero interprétenlo en el sentido que esto ha sido de común acuerdo y en conversaciones con el presidente del partido».
Además, con respecto a su rol como alcalde, afirmó: «No puede haber confusión y equívoco con los madrileños». Y es que desde la mañana del lunes el equipo del alcalde había dejado trascender que había tomado la decisión de apartarse de la cúpula del PP estatal y abocarse a sus tareas en el mayor municipio del Estado.
Las causas son simples: Casado está en retirada y su permanencia tras el Congreso Extraordinario será un milagro; Almeida tiene buenas posibilidades de ser reelegido al frente del consistorio y la campaña comienza de facto un año; y el escándalo del espionaje a Díaz Ayuso salpicó al alcalde por haberse perpetrado desde la órbita municipal. De hecho, la semana pasada, apenas desatado el culebrón, dimitió el coordinador general del municipio, Angel Carromero, señalado como el presunto instigador de las investigaciones irregulares.
Otra renuncia menos mediática pero sí importante -y que en cierta forma fue la ficha que disparó el movimiento en dominó- fue la del lunes a la noche de la jefa del Comité Electoral del PP estatal, la diputada por València, Belén Hoyo. Se trató de la primera dimisión del núcleo duro de Casado y ocurrió el día en que mantuvo una maratónica reunión con el comité de dirección política del partido en Génova.
El mayor nocáut ha venido de la insurrección del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso
La mañana ha seguido siendo una sucesión de noticias vertiginosas con hechos que también fueron inéditos para cualquier partido de gobierno de cualquier país democrático. El mayor nocáut venía por parte de la insurrección del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso, el principal de la oposición y el segundo de las Cortes.
Siete diputados del PP han emitido un comunicado en el que exigen a Casado la renuncia inmediata de su mano derecha y secretario general. «Desde la lealtad al PP y el respeto al presidente del partido» (nótese que no se incluye lealtad para Casado), los legisladores –encabezados nada más ni nada menos que por el secretario general del grupo parlamentario, Guillermo Mariscal– reclamaban la «destitución inmediata» del número 2 del PP.
En la misiva los diputados rebeldes le han pedido a Casado convocar por los cauces estatutarios un Congreso Extraordinario para elegir a las «nuevas autoridades» del partido. Pocas veces una insurrección partidaria fue tan grotesca: el número dos del grupo parlamentario del líder de la oposición le pide que se vaya o se haga reelegir.
También ha habido otras renuncias al comité de dirección del partido, como los de las de Andrea Levy y Ana Belén Vázquez. Un inciso aparte merece la carta abierta a Casado que ha hecho pública el diputado extremeño Víctor Píriz, quien con mucha emoción y nostalgia, incluso citando a su hijo y la relación que lo une con Casado, le pide al líder que dimita: «Tienes que saber irte, con dignidad, con hombría de bien. Porque te quiero y por lealtad bien entendida, te digo que debes replegar velas».
Feijóo asoma
Seguramente no sea casual que una de las que renunció sea una diputada por la provincia gallega de Pontevedra. Vázquez es un ariete en las redes y en los medios contra la izquierda y ascendía en el PP post Alvarez de Toledo. En entrevista con Telemadrid, aseguró: «Desde el jueves venimos pidiendo una reacción, los afiliados no nos lo iban a perdonar, y en vez de hacer eso siguen anclados. Continuaré con mi escaño de diputada, que ahora hablen las bases y es momento de tener un congreso extraordinario. En la calle nos increpan, los afiliados nos llaman, no podemos seguir».
Es la sintonía que viene desde el fin de semana desde Galiza. El presidente de la Xunta comienza a desperezar su silencio y envía señales. En diálogo con los medios desde las Rias Baixas, Feijóo afirmó este martes: «Necesitamos cambios, necesitamos nuevas etapas. Todos debemos tomar decisiones, yo entre ellos».
Fuentes del PP de Galiza preguntadas por NAIZ se mostraron herméticas y en extremo cautas. Sin querer desvelar los pasos de su líder (que lleva gobernando hace 13 años la comunidad autónoma), se limitaron a responder: «La frase de Feijóo es bastante elocuente».
«Tomaré las decisiones en función de lo que observemos en el partido y el partido pida que haga», ha sido la declaración más rotunda del presidente de la Xunta, en la que por primera vez deja ver que está abierto a irse a Madrid o al menos tomar las riendas del partido.
Quizás la outsider Cayetana Alvarez de Toledo tenga razón en sus declaraciones de esta mañana y Feijóo sea el piloto de la tormenta hasta que el PP defina un nuevo candidato, y que podría ser Ayuso, que ha negado (quizás estratégicamente) su voluntad para ir a las generales. ¿Una etapa peneuvista en el PP con un presidente distinto a candidato? ¿O el dirigente gallego aprovechará el consenso que despierta y será líder y candidato en 2023? Al enigma le quedan menos días.