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Las barcas de los migrantes se transforman en violines en la cárcel milanesa de Ópera

Los presos de la cárcel de Ópera, en Milán, transforman en violines las barcazas que utilizan los migrantes para intentar encontrar una vida mejor en Europa. Las barcas se recogen en la isla italiana de Lampedusa y después las transportan a la luthería de la prisión.

Un participante del proyecto ‘Metamorfosis’ elabora un violín a partir de los restos de una barca que se utilizó para cruzar el Mediterráneo. (Casa Dello Espirito e Delle Arti)

Como bien indica su nombre, en el proyecto ‘Metamorfosis’, de la cárcel milanesa de Ópera, los presos transforman las barcas que utilizan los migrantes para cruzar el Mediterráneo en violines. Así, las barcas que llegan a la isla italiana de Lampedusa se convierten en cultura y arte por medio de la iniciativa de la Fundación Casa de Espíritu y de las Artes, que trabaja con los prisioneros desde hace años.

El filántropo, escritor y poeta Arnoldo Mosca Mondadori, cofundador de la fundación con Marisa Baldoni, ha explicado que el proyecto pretende, por una parte, «contar el drama de la migración y dar esperanza al convertir las barcas en objetos de belleza y arte» y «por otra, dar esperanza también a las personas detenidas que transformarán las tablas de las barcazas en instrumentos de música».

Vicenzo, Claudio, Nicolae y Andrea aprenden a construir violines Stradivarius bajo las directrices de Enrico Allorto. (Casa Dello Spirito e Delle Arti)
Vicenzo, Claudio, Nicolae y Andrea aprenden a construir violines Stradivarius bajo las directrices de Enrico Allorto. (Casa Dello Spirito e Delle Arti)

Por eso, esta semana han llegado a Roma diez barcazas abandonadas en las costas de Lampedusa y que se convertirán en instrumentos como violines, violas o violonchelos para que los niños y niñas puedan practicar música y crear una pequeña «orquesta del mar».

La iniciativa comenzó cuando una de estas barcas llegó al taller de fabricación de violines de la prisión de Ópera, donde trabajan detenidos desde 2013 bajo la dirección de prestigiosos maestros del Instituto Stradivari de Cremona, y empezaron a fabricar un violín. «Al principio no pensábamos que se pudiera tocar. En cambio, no solo pudo, sino que dio vida a un sonido que toca el alma», asegura Mondadori.

Así nació el ahora famoso ‘violín del mar’, construido a partir de las láminas coloreadas de las barcazas de los migrantes y que hace algunos días fue presentado al papa Francisco y tocado por Carlo Maria Parazzoli, primer violín de la Orquesta Nacional de la Academia de Santa Cecilia, para iniciar a continuación un periplo internacional.

El Papa Francisco sostiene uno de los violines elaborado por los reclusos. (Casa Dello Spirito e Delle Arti)
El Papa Francisco sostiene uno de los violines elaborado por los reclusos. (Casa Dello Spirito e Delle Arti)

Luego se contactó con la ministra de Interior, Luciana Lamorgese, con el fin de que esta levantase el bloqueo judicial que recaía sobre algunas barcazas, varias de ellas restos de naufragios, para poder trasladarlas de las costas de Lampedusa al taller de carpintería de la cárcel situada en las afueras de Milán.

«El objetivo es que los reclusos construyan estas herramientas, asignándoles un trabajo valioso. Cuando los instrumentos estén terminados, queremos prestarlos a los mejores músicos para que cuenten el drama contemporáneo de la migración», explica el fundador.

«Los niños y las personas más frágiles se amontonan en el fondo de tan solo 80 centímetros de las barcazas y cuando estos barcos vuelcan en el mar, son los primeros en quedar atrapados», denuncia Mondadori, que tiene previsto llevar a las escuelas a la cárcel para que puedan conocer ambos dramas: la migración y de la pérdida de la libertad.

Con las diez barcazas transportadas a la prisión se fabricará un segundo violín, una primera viola y un primer violonchelo, mientras se espera que en 2023 los internos fabriquen seis violines supervisados por el artesano Francesco Tuccio y el luthier Enrico Allorto, que ayudará personalmente a los presos a elaborar los instrumentos.

En diciembre, los instrumentos estarán listos para formar un primer cuarteto de cuerda: la fundación creará un programa musical para que los instrumentos puedan ser tocados y transmitan «una cultura de conocimiento, aceptación e integración a través de la belleza y la armonía».

Los reclusos invierten entre dos y tres años en aprender a hacer un violín y necesitan unos dos meses para construir el primero. Pero, según Mondadori, no hay prisa: «El tiempo es un tesoro y en la cárcel lo que más sobra es tiempo».