Ha llegado la hora cero de la política exterior y militar alemana
El ataque de Vladimir Putin contra Ucrania ha cambiado los parámetros políticos de Berlín. El tripartito del canciller Olaf Scholz redefine su política exterior, militar y energética. Con unas fuerzas armadas en sus mínimos y su política exterior hecha añicos, empieza desde cero.
Aunque los misiles rusos no hayan alcanzado territorio alemán, sus ondas expansivas sí han destruido el resto de confianza y esperanza en una solución dialogada del conflicto entre Rusia y Ucrania. Además silencian a las voces rusófilas. En este nuevo ambiente el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) del canciller Scholz y sus socios de Gobierno –los Verdes de la ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, y el Partido Liberaldemocrático (FDP) del ministro de Hacienda, Christian Lindner– han iniciado un giro político de 180 grados en cuestión de pocos días. Este cambio radical encuentra su reflejo en las manifestaciones masivas de varios centenares de miles de personas que se protagonizaron el domingo en Berlín y el tradicional ‘Lunes de Rosas’ del carnaval de Colonia. La solidaridad con Ucrania es tan incondicional que el Ejecutivo ha de tener cuidado con que esta dinámica no se le vaya de la mano convirtiéndose en rusofobia.
En el debate extraordinario que el Bundestag celebró el domingo, Scholz se esforzó en dejar claro que «Putin, no el pueblo ruso se ha decidido por la guerra». La decisión del mandatario ruso «ha hecho añicos el orden de seguridad europeo», subraya el canciller.
Aunque Scholz no lo dijo, el primer obús que explotó en Ucrania, hizo volar por los aires la Ostpolitik del SPD. En los años 60 su histórico canciller Willy Brandt quiso superar el belicismo de los gobiernos anteriores practicando «el cambio a través del acercamiento» basado en las relaciones económicas. El actual SPD pensaba que Putin no arriesgaría el negocio energético con Alemania que importa la mitad del gas, petróleo y carbón de Rusia.
Con las sanciones en marcha, Berlín ha optado por acelerar su cambio energético para independizarse de Rusia y de otros importadores. El ministro de Economía y Clima, Robert Habeck, de los Verdes, se muestra dispuesto a revisar el cierre definitivo de los centrales nucleares y de carbón, si fuera necesario. Hasta ahora los ecologistas se mostraban poco flexibles cuando se trataba de su tema estrella, la protección del clima, despidiendo a los carburantes fósiles y la energía atómica. «Cuanto antes ampliemos las energías renovables tanto mejor», subrayó Scholz.
La actual situación ha callado a las voces rusófilas, ante todo la de su correligionario, el excanciller Gerhard Schröder. Su partido le ha instado que deje todos sus cargos en empresas estatales rusas. Ante su negativa, los cuatro empleados de la Cancillería que trabajaban en la oficina que le corresponde como excanciller han pedido su traslado a otros puestos. La ministra-presidente de Mecklenburgo-Antepomeranía, Manuela Schwesig (SPD), se ha visto obligada a anunciar el cierre de la fundación ecologista Nord Stream que respalda políticamente al segundo gasoducto germano-ruso de mismo nombre.
La socialista Sahra Wagenknecht (Linke) ha tenido que reconocer públicamente que se había equivocado respecto a las intenciones de Putin.
El cambio político que Alemania vive es tan radical que Scholz ha podido anunciar 100.000 millones de euros extra para poner al día sus fuerzas armadas. El gasto militar anual es de 50.000 millones de euros. Además ha anunciado que cada año Berlín invertirá en su ejército el 2% de su PIB, que ronda el billón de euros. De esta forma Scholz reacciona al comentario que el máximo militar, el teniente general Alfons Mais escribió el jueves: «Y la Bundeswehr, el Ejército de Tierra, que se me permite mandar, están más o menos desnudos».
Los problemas se deben a la política de austeridad de los Ejecutivos anteriores y a la mala organización interna de las fuerzas armadas. Actualmente la Brigada ‘Estado Libre Sajonia’ (5.000 efectivos) que la OTAN quiere desplegar no está operativa porque ha de pedir material prestado a otras unidades.
Scholz anuncia que se comprará el «eurodron» y que se adquirirá otro armado, el israelí Heron. Hasta hace poco el SPD se oponía a esta compra. En adelante la Luftwaffe contará con caza-bombarderos F-35 de EEUU porque son aptos para cargar las bombas nucleares que Washington guarda en Alemania. «Nuestro objetivo, que también es mi objetivo, es que en esta década tengamos uno de los Ejércitos más operativos, más combativos en Europa», promete el ministro de Finanzas, Lindner, que siempre optaba por reducir al máximo el gasto público.
Aún así este rearme carece de una nueva doctrina militar que responda al nuevo escenario geopolítico, pero la ministra Baerbock ya esboza el nuevo panorama: «Nuestro mundo es otro después de esta guerra de agresión de Putin, contraria al Derecho Internacional». Da por terminada la «especial y solitaria reserva» de Alemania en la política exterior y de seguridad. «Si nuestro mundo es otro ahora, entonces nuestra política ha de ser otra también», matizó.
En 1999 el bipartito de Schröder, formado con su SPD y los Verdes, llevó a Alemania a su primera guerra desde 1939, primero contra Yugoslavia, y luego, en 2001, contra Afganistán. Ahora ambos partidos abren otra etapa. El principal partido de la oposición, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Friedrich Merz, ha anunciado que apoyará al Gobierno de Scholz en su nueva política exterior y militar.