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Entrevista
Azu Muguruza
Entrenadora de IDK Euskotren

«Nunca he tenido la maleta hecha; siempre la he tenido en Donostia, jamás me planteé otra cosa»

La entrenadora donostiarra de IDK Euskotren recibía este viernes el VII Premio Carmen Adarraga por una trayectoria que ya roza los 30 años al frente del primer equipo de baloncesto femenino de Donostia, nueve de ellos en la máxima categoría. Con todo, ella y su club aspiran a seguir creciendo.

Azu Muguruza, en el Gasca. (Andoni CANELLADA / FOKU)

IDK Euskotren es uno de los equipos señeros de la Liga Endesa, con nueve años ya en la máxima categoría, siempre con Azu Muguruza al frente de su banquillo, pero ya para 2013 la entrenadora donostiarra llevaba 20 años comandando el banquillo de su club: primero como UPV/EHU y luego, bajo la nomenclatura del club Ibaeta Basket, llegando a suscribir los patrocinios de hoy día.

En todo ese tiempo en el que el club ha ido consolidándose en la élite, Muguruza ha experimentado el crecimiento de la entidad, pero con la paradoja de no dejar su «trabajo de las mañanas», como profesora en la Ikastola Ekintza de Donostia. Considerada como Mejor Entrenadora por la Asociación Española de Entrenadores de Baloncesto en 2015 y 2017, Muguruza  recibía este viernes en la Kirol Etxea de su cuidad el VII Premio Carmen Adarraga por una trayectoria de casi 30 años de manos del departamento de Cultura y Deportes de la Diputación de Gipuzkoa.

Todo ello en la víspera de visitar el polideportivo Mendizorrotza el domingo a las 12.00, para vérselas en el derbi vasco frente a Kutxabank Araski, un equipo gasteiztarra que comanda Madelen Urieta en el banquillo, siendo ellas dos dos las únicas entrenadoras principales de la Liga Endesa en la actualidad.

Entre el derbi y el galardón, veo que tiene la semana ocupada. ¿Es mejor verse asediada a entrevistas durante una semana o un mes sin más información que las previas y los partidos?

Evidentemente, mejor que te asedien, porque si se da el caso es porque hay algo que comentar y que visibilizar. Pero un equilibrio tampoco estaría mal (sonrisa).

En este caso, la concesión del VII Premio Carmen Adarraga, no sé si es motivo de alegría o es incluso algo más.

Este premio sobre todo es entrañable porque no es un premio a que hayas ganado algo, sino ya más extenso a una trayectoria, por el trabajo a la visibilización del deporte femenino… Implica muchas cosas y de muchos años y eso, ¡claro que es bonito!

Y arrimando el ascua a la sardina del basket, Carmen Adarraga, aunque también hizo hockey, balonmano y demás, también fue capitana de la selección española de basket, allá por los años 40.

Sí, fue una pionera. en aquellos años en los que las chicas hacían poco deporte porque tenían muy pocas posibilidades, la verdad es que le dio a todo.

¡Y poca broma! Porque además tenían que hacerlo todo: jugadoras, entrenadoras, preparar toda la infraestructura… El premio está muy bien ilustrado con Carmen Adarraga.

Koro Fuentes, Mari Ayestaran, las Raquetistas, Nieves Alza, Arantza del Puerto Astiz, Carmen Díez Mintegui, y ahora usted, Azu Muguruza. ¿Son todas ustedes unas pioneras?

Yo no me considero una pionera. Antes que yo ha habido mujeres que han ejercido tanto en el deporte como en otras facetas. No sé si por la de años que llevo, por el aguante, por la razón que hayan considerado, me ha tocado a mí y es un orgullo.

«Desde el momento en que «tenemos que reconocer» a una mujer porque hace algo, o existe la sensación de que «hay que» para que «parezca que» y para que parezcamos iguales, se evidencia que no lo somos»

Dijo usted: «Seguimos en una sociedad machista, por mucho que nos quieran contar lo contrario». ¿Es ese el «reverso» de premios como este?

Efectivamente. Desde el momento en que «tenemos que reconocer» a una mujer porque hace algo, o existe la sensación de que «hay que» para que «parezca que» y para que parezcamos iguales, se evidencia que no lo somos.

Si tenemos que tener el Día de la Mujer Trabajadora el 8 de marzo para que ese día todas salgamos a decir lo que somos, evidencia que, por otro lado, tenemos un problema, creo. Para mí, la reivindicación tiene que ser día a día. Hablando del deporte femenino, si queremos que de verdad tenga aceptación, ¿por qué no vamos a verlo? ¿Por qué vamos el 8 de marzo a actos y demás, y no venimos cualquier día al Gasca a ver a Bera Bera, a ver a IDK Euskotren… o a cualquier otro deporte?

No es, ni mucho menos, el primer premio que le conceden. Entre otros, la AEEB, le concedió el Premio Antonio Díaz-Miguel a la Mejor Entrenadora de la Liga Femenina en la temporada 2014/15 y en la 2016/17, un premio que lo votan los propios entrenadores. ¿Le hizo especial ilusión que sus propios compañeros la eligieran?

Cada premio ha sido diferente. Muchos premios de esos han sido por una buena temporada y por eso deciden que, por el buen hacer el equipo, te dan un premio. Este premio del Carmen Adarraga es ya más largo, a toda una trayectoria, no a un año concreto o a una competición concreta.

Al final, cuando te dan un reconocimiento es un motivo de alegría. Si nadie te llama, parece que no existieras, pero tu trabajo es el mismo. Por tanto, cada reconocimiento tiene su parte importante y todos son bonitos, pero en este caso, hablamos de un premio más amplio, más global.

De hecho, creo que al respecto del premio de la AEEB habría que darle una vuelta, porque por haber, hay más entrenadoras capacitadas aunque no estén en la Liga y se les puede reconocer su trabajo en la temporada. Es un poco aburrido que en varios años nos hayan dado ese premio a Madelen Urieta o a mí como si fuera un «ahora tú; ahora yo».

Hablando de aguante. Lleva usted casi 30 años, desde 1993, al frente del banquillo del mismo club, aunque en distintas categorías. ¿Cuánto ha evolucionado Azu Muguruza y en qué se sigue pareciendo a entonces?

Yo he cambiado porque, ante todo, la edad te hace cambiar, sea o no dentro del deporte. Todo el mundo en la vida, según va creciendo y va cumpliendo años, esa experiencia te hace cambiar. Aprendes de las situaciones; a veces mejoras; otras cosas intentas no repetirlas; otras no las acabas de mejorar… Pero además de eso, está el cambio como entrenadora. Primero va asociada a tu persona, en tu cambio como persona, lógicamente cambias como entrenadora, pero cambias en la forma de actuar, en la forma de dirigirte, de tratar a la gente…

Lo que no cambias es la ilusión, la pasión, el trabajo, en el querer siempre que las cosas vayan bien o que vayan todavía mejor, la exigencia personal que te marcas… Ahí no se cambia tanto porque lo lleva una adentro y al revés, ves que con la experiencia acumulada, sabes que no puedes fallar en ese aspecto.

Ya son casi 30 años en el club y casi diez, desde la campaña 2013/14, en la élite. ¿El siguiente paso: ganar títulos o jugar en Europa?

Creo que ganar títulos se nos queda un poco lejos (sonrisa), porque todos sabemos lo que hay en la Liga. Jugar Europa sería lo más asequible que tenemos. Pero primero tienen que acompañar los resultados, y en una liga tan exigente como esta, no es fácil, porque tienes que clasificarte en los puestos que determinan cada año quienes van a Europa y luego tienes que tener los recursos para poder jugarla. Pero sí, nuestro siguiente objetivo debiera ser básicamente poder jugar en Europa.

«En 2018 pensamos que era más importante arraigar el proyecto en la élite y a partir de ahí, si en otra ocasión nos clasificábamos, ver si ya estábamos preparadas para dar ese paso»

De hecho, el club en el año 2018 ya se ha clasificado alguna vez para jugar la Eurocup, pero ha renunciado. ¿Por qué?

Quizás nos pilló todavía muy «tiernos» económicamente, sin la suficiente experiencia en la Liga como para afrontar dos partidos semanales… Porque te clasificas para la Eurocup, pero sabes que para ello has jugado solo un partido a la semana, has podido hacer tu trabajo semanal y que todo ha ido muy hilado. Y por eso, aparte de los recursos económicos, que tampoco los teníamos, también nos daba un poco de vértigo la falta de experiencia en general, en todos los estamentos del club: de las jugadoras, del staff técnico, del propio club...

Pensamos que era más importante arraigar el proyecto en la élite y a partir de ahí, si en otra ocasión nos clasificábamos, ver si ya estábamos preparadas para dar ese paso.

En ese sentido, ¿que la presidenta, Carmen Muguruza, sea su hermana influye, facilita, dificulta… su trabajo diario?

Yo llevo casi 30 años y Carmen lleva los últimos nueve años. Hasta entonces, estaba Kike [Calvo] –uno de los fundadores del club Ibaeta Basket– y otra gente alrededor, y yo realmente tampoco noto tanta diferencia. Es mi hermana pero creo que tenemos una relación laboral buena, sabiendo perfectamente cada una dónde está, a lo que llega cada una y sobre todo, tenemos muy claro que queremos lo mejor para el club y que en el momento que sea, cualquiera de las dos tiene que aceptar lo que la otra diga porque sabe que es por el bien del club.

Cuando tienes ese sentimiento tan arraigado, sabes que no hay otra opción, las decisiones se acatan, y ya está.

Con 30 años en el club y 10 en la élite, ¿ya se puede dar el proyecto por arraigado?

No se trata solo de que el proyecto haya arraigado y que consigamos unas posiciones estables, sino que también el club ha ido creciendo. No podíamos dar un paso a Europa cuando el club estaba aún haciéndose.

Porque más allá del equipo, es que cuando subimos a la máxima categoría, no teníamos nada; éramos, como se suele decir, «cuatro y un tambor» y entre todos lo hacíamos todo y claro, ponte en esas circunstancias a afrontar una competición europea con todo lo que hay que hacer, contando solo con ese «plantel». Así, el siguiente paso que dio el club al ver esa debilidad, y por eso creo que lo que ha hecho el club ha sido crecer como estructura de sí mismo. Todavía creo que podemos crecer más, eso sí.

Un hobby que «se fue complicando»

Dijo usted: «Tengo dos hijos y he estudiado la INEF. Trabajo de ello por la mañana y por la tarde, entrenamientos». ¿Sigue sin poder dedicarse en exclusividad a entrenar?

Bueno… el problema no creo que fuera económico. Yo tengo un «trabajo de las mañanas», profesora en la Ikastola Ekintza. Es un trabajo que me gusta, un trabajo con el que pude empezar a sacarme la vida y a todo, porque el baloncesto en ese momento era un hobby. Y yo siempre consideré que ese, el de la docencia, era mi trabajo. El baloncesto estaba ahí, que me encantaba y era mi pasión, y que lo ejercía por las tardes a nivel amateur.

Pero es verdad que, en el buen sentido, el baloncesto se fue «complicando», como una relación que llega a algo más. Las cosas empezaban a salir, cada vez te veías más y más y más arriba… y un día te ves en la élite. Pero en ese momento tú no sabes para cuánto va a ser eso, si tú eres la persona adecuada para estar ahí, si el club va a poder estar ahí muchos años, si tú vas a poder dar el nivel… Por eso, siempre consideraba que  mi trabajo era el otro.

Ahora mismo… ¡puf! Podría dejar uno, sí. ¿Pero cuál dejo? He ahí la pregunta. Económicamente, sí podría dedicarme exclusivamente al baloncesto, porque además mis hijos ya son mayores y mi situación personal también ha cambiado mucho. El problema no es económico, sino que no es fácil para mí apostar por una sola cosa.

También añadió: «No creo en un baloncesto itinerante». Es decir, que de no haber salido la opción de Ibaeta Basket, no hubiera apostado por otros banquillos de la Liga, sino que se hubiera quedado en Gipuzkoa, aunque fuera en categorías inferiores.

Sí. Yo nunca he tenido la maleta hecha, como otros entrenadores. Siempre la he tenido aquí y hasta adonde hubiéramos llegado. De hecho, jamás me planteé otra cosa. La idea era crecer con el proyecto del baloncesto femenino hasta donde se pudiera, y no teníamos muy claro hasta dónde se podría… No podría decir qué hubiera pasado de no haber ascendido… porque nunca he tenido la maleta preparada.

Cito sus palabras: «El camino, para ser entrenadora, está lleno de barreras. Todas las entrenadoras lo somos porque estamos dispuestas a afrontarlas y superarlas». En las escuelas de entrenadoras de baloncesto, hay más mujeres, pero en la Liga, hoy, solo están Madelen Urieta y usted como primeras entrenadoras.

Es difícil porque una persona, sea hombre o mujer, para llegar a la élite necesita pasar un proceso. Durante ese proceso o bien te han preparado estudiando un oficio o una carrera universitaria o lo que sea. Lógicamente, para los 24 o 25 años ya tienes la posibilidad de trabajar en lo que te hayas formado, porque quieres seguir adelante con tu vida.

Pero si dices «yo quiero ser entrenador –o entrenadora– profesional», ¿cuántos años tienen que pasar, con lo que se paga en categorías de formación? Por tanto, mucha gente decide tirar ya por su carrera profesional y deja el baloncesto como algo que podemos llamar un «hobby por las tardes». No es tan fácil decir «me dedico al deporte profesional» y quizá en el fútbol, sobre todo en el masculino, sea más fácil porque durante tu formación ya tienes opciones de al menos ir tirando con ello. Pero los demás…

«Hay entrenadoras ya capacitadas y dedicadas única y exclusivamente al baloncesto y preparadas para entrenar en la Liga. Todavía cuesta dar ese paso y hay que intentar impulsar que se dé eso también»

¿Pero qué hay que hacer para que Madelen Urieta y usted dejen de ser las únicas en la élite?

Hay entrenadoras ya capacitadas y dedicadas única y exclusivamente al baloncesto y preparadas para entrenar en la Liga –como en su día Anna Caula, Carme Lluveras, o Anna Montañana, que también ha sido ayudante del Fuenlabrada en la Liga ACB–. ¿Por qué no apuestan por ellas? No lo sé. Todavía cuesta dar ese paso y hay que intentar impulsar que se dé eso también.

Se ha mejorado en todo estos últimos años, hay que decirlo: en directivas, preparadoras físicas, fisioterapéutas, entrenadoras ayudantes algunas, árbitros, aunque a veces parece que las hayan metido con calzador… excepto en la figura del primer entrenador. Parace que cuesta dar a una mujer esa responsabilidad total. Y en las ligas del Estado español, donde menos. En muchas selecciones a día de hoy ves que la primera entrenadora es una mujer –Marina Maljkovic, seleccionadora de la Serbia medalla de oro del último Eurobasket; Valerie Garnier, seleccionador a femenina francesa desde 2013 en adelante–. Pero…

Eso sí, hay que reconocer que la Liga  tiene un nivel muy alto de entrenadores y hay que ser honesto y por eso considero que hay que poner en ese puesto a quien se considere mejor en ese momento.

Entonces, supongo que de Gipuzkoa Basket, ni hablamos.

(Sonríe) Por no haber, no ha habido ni un acercamiento, ni creo que haya habido intenciones de ello en ningún momento. Y de lo que no va a pasar, no te haces a la idea. Hay que reconocer que sigue siendo un deporte machista.

No se lo tome a mal. ¿Qué ha hecho su hijo, Ander Barrenetxea para, con 20 años, haber ganado ya más dinero y ser más conocido que usted?

(Sonríe) Es cierto que la gente te vacila y te dice «ya no eres Azu, ahora eres "la madre de…"», pero yo no me veo así, y simplemente, yo lo veo a él como un chaval que desde pequeño siempre quiso dar su vida por y para el fútbol y ha conseguido ese objetivo. Al final, Ander ha conseguido su objetivo y yo el mío, pero en cada deporte, las condiciones son diferentes. Por tanto, no merece la pena compararnos con el fútbol, incluso para cualquier otro deporte practicado por los hombres, es imposible.