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«Nos vamos a quedar sin vacaciones»: cuando el litro de gasolina supera los 2 euros en Europa

En París, Frankfurt o Londres, muchos automovilistas, enfadados o fatalistas, han pagado este lunes 2 euros o más por el litro de carburante, un nivel nunca conocido, consecuencia de la guerra en Ucrania, que está disparando los precios del petróleo.

Los precios de los combustibles también se han disparado en las gasolineras británicas tras la invasión de Ucrania por Rusia. (Glyn KIRK | AFP)

La escalada de los precios de los combustibles está dando lugar a nuevas prácticas entre quienes dependen del coche de una u otra manera.

Los taxis, por ejemplo, prefieren dejar de rondar vacíos, como señala este conductor que AFP ha encontrado cerca de la circunvalación de París y que suele hacer 200 kilómetros al día. «Lo único que puedo hacer es limitar el tráfico vacío –explica Aziz Brahmi, de 38 años, hastiado–. Esperamos que los clientes vengan a nosotros y ya no los buscamos».

En Londres se ha observado el mismo fenómeno: los famosos 10.000 taxis negros de la capital británica, que funcionan con diésel, prefieren esperar aparcados a los clientes.

Colin, un mensajero londinense de 55 años, se ha visto directamente afectado, ya que llenar el depósito es cada vez más caro y, en cambio, los ingresos no aumentan. A partir de ahora, prefiere «caminar antes que seguir perdiendo dinero» ante los precios ingleses: 1,61 libras (casi 2 euros) el litro este lunes en su habitual estación de servicio.

Los precios han estado subiendo continuamente durante las últimas diez semanas. En el Estado francés, la gasolina 95 sin plomo superó los 1,88 euros de media la semana pasada. El litro de gasóleo ha subido 14 céntimos en una semana y ahora está a 1,8831 euros el litro.

Pero ésta solo es la media del Hexágono, porque en París o en las autopistas los precios ya superan fácilmente los 2 euros por litro.

Además, el diésel cuesta ya tanto como la gasolina, como ocurre en Suecia, donde se registran los precios más altos de Europa. Este lunes, el diésel se colocó por encima del umbral récord de 25 coronas (2,31 euros) por litro en muchas gasolineras de este reino escandinavo.

La misma mecánica de precios se está produciendo en Alemania, donde un litro de Super E10, equivalente a 95 sin plomo, cuesta ahora de media 1,827 euros, mientras que el diésel está a 1,756 euros.

Transporte colectivo o en bici

Ante el surtidor, Sébastien Boudineau, parisino de 38 años, se muestra pesimista: acaba de pagar 77 euros por 38 litros de gasóleo. Vive en la región de Île-de-France, «en el campo remoto», y trabaja en una empresa de ascensores en París. Para él, el coche es fundamental: «Es un presupuesto extra, menos dinero en nómina y, sobre todo, menos salidas (de ocio) para compensar este aumento».

Lo mismo le sucede a Abdellatif Helaoui, conductor de ambulancia de 28 años que cada día recorre «más de 25 kilómetros para venir a trabajar». «Es un presupuesto de unos 200 euros al mes. Así que nos vamos a tener que privar de algo más, quizás de unas vacaciones», explica.

«Puede que se esté añadiendo etanol, la tentación es grande», comentan en una gasolinera

Por su parte, Micheline Pouriel, jubilada de 91 años, aún no ha dejado de conducir pero se lo piensa ante una situación que considera «catastrófica y demencial».

«Dependiendo de la gasolinera, estamos observando caídas del 5 al 10% en las ventas. La gente viaja menos, usa el transporte público, comparte el automóvil», informa a AFP Francis Pousse, representante de las estaciones de servicio francesas. «Y puede que se esté añadiendo etanol (en los coches con motor de gasolina). La tentación es grande», comenta.

Otras, en cambio, relativizan la situación, como hace en una gasolinera cerca de Frankfurt, en Alemania, Alexandra Koch, una trabajadora de 37 años que ha venido a repostar su todoterreno y dice estar preparada para afrontar sucesivos aumentos: «Si estos precios son la contribución que puedo hacer a nuestra independencia (energética) frente a Rusia, entonces estoy lista para hacerlo».

Quienes viven en una zona urbana tienen cierta ventaja: las bicicletas, los autobuses o los trenes pueden reemplazar en ocasiones al automóvil individual.

«En la ciudad, ahora tomo el transporte público en lugar del automóvil, por los precios. Porque 30 euros adicionales por depósito lleno duelen», comenta Marco Senfter, barman de 39 años, que ha dejado su Audi en el garaje.

Marius Scheidemann, 23 años y paisajista, todavía conserva su coche para ir al trabajo, pero intenta cambiarse a la bicicleta para el ocio. Aunque no para hacer la compra: «Si tengo que conducir, intento circular a un máximo de 100 km/h por autopista», añade. Una solución para reducir el consumo cuando no puedes reducir los kilómetros.