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Cabezudo niega los abusos y asegura que sus modelos no hicieron «nada que no quisieran»

Tras solucionar unas cuestiones previas, la segunda sesión del juicio contra Kote Cabezudo se ha centrado en la declaración del acusado, que a preguntas de la Fiscalía y de su defensa ha negado todas las acusaciones de delito sexual contra sus modelos.

Segunda sesión del juicio contra Kote Cabezudo. (Maialen ANDRÉS | FOKU)

Kote Cabezudo, el fotógrafo donostiarra acusado de distintos delitos de índole sexual contra varias de sus modelos, algunas menores de edad, ha negado haber abusado de ellas y ha asegurado que cuando se desnudaban para sus sesiones nunca hicieron «nada que no supieran» o que «no quisieran».

Cabezudo ha respondido así a preguntas de la Fiscalía durante la segunda jornada del juicio que se celebra en su contra en Donostia. Ha explicado que en todos los casos las chicas firmaron un contrato «totalmente informado», y que, en el caso de las menores, fue suscrito con el conocimiento de alguno de sus progenitores, salvo en una ocasión en la que, según ha comentado, la propia chica lo habría falsificado.

Ha asegurado además que en caso de que durante las sesiones, en las que conocían que iban a ser fotografiadas desnudas, ellas se hubieran visto obligadas a hacer algo que no quisieran, «cogen y se van».

Ha insistido en este sentido en que ellas realizaban el trabajo «voluntariamente, de manera agradable», sin que «nunca» haya habido ninguna «mala gaita ni enfados ni nada. Todo perfectamente, y han cobrado, que yo no sé si venían por arte o por dinero, han cobrado sus dineros».

Ha manifestado además que «nunca jamás ha habido ninguna protesta, ninguna objeción absolutamente nada, incluso cuando han estado trabajando juntas, cuando si algo iba mal ya había dos personas juntas para protestar».

Respecto a una sesión que llevó a cabo con dos menores, de 17 años de edad, ha señalado que las fotos fueron captadas en una conducta «sensual» y «no abiertamente sexual», y que las chicas eran «suficientemente maduras para saber lo que estaban haciendo».

Durante las preguntas de su defensa ha mantenido la misma tónica, insistiendo en que nunca forzó a ninguna de ellas ni les chantajeó para que accedieran, a cambio de no hacer públicas las fotografías.

Internet y redes sociales

Ha explicado que él disponía de tres páginas en internet gestionadas por una empresa externa en las que colgaba las imágenes ya que, según los contratos, tenía «autorización» para hacerlo, si bien posteriormente detectó que otros portales estaban replicando estas instantáneas e incluso vendiéndolas sin su autorización por lo que les escribió para que las retiraran.

«Lo intenté por activa y por pasiva», pero resultaba «imposible» dar con ellos porque «cambiaban los servidores de sitio», ha relatado el procesado, quien ha aclarado que, aunque él sólo tiene conocimientos de usuario, ni un «especialista» informático pudo lograrlo.

Ha comentado que intentó actuar de la misma manera, también sin éxito, respecto a imágenes que aparecían en Youtube, mientras que en cuanto a Facebook ha dicho que no pudo evitar que de una de las fotografías que si quitó de esta red social quedara aún una «miniatura» de la foto.

Respecto a la «sintomatología ansioso-depresiva» que aseguran sufrir varias de sus víctimas, ha descartado que se deba a sus sesiones fotográficas y ha opinado que podría deberse a la «educación» recibida durante su infancia o a problemas personales «anteriores» que él ha «notado» en algunos casos, aunque no ha llegado a conocer más porque no le gusta «inmiscuirse».

Cabezudo ha comparado su trabajo con el del fotógrafo británico David Hamilton, que realizaba retratos eróticos de adolescentes y que se suicidó tras ser acusado de abusos sexuales. Ha añadido que la venta de los libros de Hamilton «es libre», y que si se tratara de «pornografía infantil, no se venderían».

«Puedo entender que haya gente a la que no les gusta, con mentalidades hacia la religión y determinadas maneras extremas de pensar», ha comentado, recordando que realizó sesiones con «más de 600 mujeres y hombres».

Dos contratos como pruebas

La sesión ha comenzado con la resolución de las solicitudes presentadas la víspera por las partes para añadir nuevas pruebas o testigos a la causa. Así, se ha admitido que testifiquen el novio de una de las víctimas y un profesor que propuso la defensa, pero no la alcaldesa de Belauntza.

El letrado de la acusación particular del caso Kote Cabezudo, Mario Díez, ha solicitado al tribunal que se derive testimonio contra Cabezudo por la eventual comisión de un delito de aportación de documentación falsa a un procedimiento judicial.

Mario Díez ha hecho esta demanda a raíz de una petición de los abogados de la defensa para que se admitan como prueba dos contratos del acusado con dos de sus presuntas víctimas, en las que, en opinión de Díez, podría haber indicios de falsedad.

El letrado ha sugerido que algunas fechas de los contratos podrían haber sido modificadas para que parezca que las víctimas eran mayores de edad cuando los suscribieron y ha recalcado que en este momento del juicio no es factible cotejar su «autenticidad» mediante una pericial caligráfica.

Se da la circunstancia de que Cabezudo ya fue condenado en otra causa separada por este asunto principal por aportar contratos falsos.

Por estos motivos se ha opuesto a su admisión como prueba, al igual que ha rechazado también la posibilidad de que declare como testigo un profesor que había sido propuesto por la defensa.

Asimismo, ha solicitado que se permita a las víctimas declarar ante el tribunal sin mascarilla a fin de que el tribunal pueda ver sus caras durante la declaración, «conscientes» de la importancia de su testimonio.

Tras retirarse a deliberar, el tribunal ha admitido los contratos, aunque ha advertido de que si durante el juicio las víctimas no los reconocen o se acredita que pudieran ser falsos, derivará testimonio al acusado.

Lo que no ha admitido es unos libros de fotografías con los que la defensa pretendía demostrar «la naturaleza artística» del trabajo de Cabezudo.