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La respuesta de la UE a la crisis energética amenaza sus objetivos climáticos

La intención de la Unión Europea de rebajar su dependencia energética de Rusia podría reavivar al carbón, que es responsable del 40% de las emisiones globales de efecto invernadero, y poner en riesgo sus objetivos climáticos.

Parlamento Europeo. (Frederick FLORIN | AFP)

Las medidas planteadas por la Comisión Europea para acelerar la desconexión del gas ruso y amortiguar la escalada de precios en el mercado eléctrico colocan la urgencia geopolítica en la primera línea de acción energética y arrebatan la prioridad a los objetivos climáticos de la Unión Europea.

El Ejecutivo comunitario cree posible, aunque difícil, que la UE reduzca su dependencia gasística de Rusia en un 66% en un año a través del aumento de las importaciones de gas natural licuado y de hidrógeno, mejorando la eficiencia y acelerando el despliegue de renovables.

2030 es la fecha clave. La UE se fijó hace menos de un año la obligación legalmente vinculante de reducir en al menos un 55% sus emisiones de CO2 para el final de la década en comparación con los niveles de 1990 y Bruselas ha presumido reiteradamente de ambición y vanguardia climática ante la comunidad internacional.

Sin embargo, el deseo de alejarse del gas ruso y el desorbitado precio de esa materia prima están volviendo a poner de moda el carbón, un combustible que libera más bastante más CO2 que el gas y que es responsable del 40% de las emisiones globales de efecto invernadero. Alemania, por ejemplo, ha reactivado plantas de generación con carbón.

«Es una decisión soberana de cada estado miembro», ha dicho esta semana el vicepresidente de la Comisión Europea responsable del Pacto Verde, Frans Timmermans, quien insiste en que los países tendrán que cumplir el compromiso de la UE para 2030.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) informó este martes de que las emisiones mundiales de CO2 registraron un incremento «histórico» del 6% en 2021 debido a que el alto precio del gas hace que se esté quemando más carbón, que libera más dióxido de carbono.

No obstante, ese aumento de las emisiones no se sale de la tendencia esperada, pues algunas proyecciones anteriores a la escalada de precios energéticos del último año ya apuntaban a que se alcanzaría un pico global de emisiones hacia 2025 para luego reducirse gradualmente.

Pero los Veintisiete tendrán que profundizar en el recorte según avance la década, y a medida que estén operativos los parques de generación renovable cuya construcción se quiere acelerar ahora, pues el objetivo de 2030 es obligatorio por ley.