El SARS repunta en la zona «zero covid»
El mundo ha superado la ola de ómicron, pero los casos se estancan en un nivel que duplica el pico de las ondas precedentes. El fin de restricciones frena a Europa y el virus se ha disparado en el Sudeste Asiático.
La incidencia del coronavirus ha estado cayendo en la mayor el planeta desde que tocara techo el 19 de enero, con 4,21 millones de casos, hasta la semana pasada. La reducción apenas entiende de fronteras y se da en ambos hemisferios. No se trata de que los países con mayor tasa de vacunación hayan hecho descender la onda, mientras que el resto vaya más apurado.
La excepción a la regla son los países del «zero covid», como Nueva Zelanda, que ha pasado de los 200 casos diarios de las navidades, a los 20.000. O, más dramático aún, el de Hong Kong, donde el desborde de casos se ha sumado a una vacunación escasísima a edades altas (solo uno de cada cuatro mayores de 80 se ha vacunado) disparando las muertes. Otros países del Sudeste Asiático (Vietnam, Corea del Sur) también viven ahora los peores momentos.
Existe, asimismo, un segundo foco de preocupación en el norte de Europa, donde los casos vuelven a subir coincidiendo con el levantamiento de restricciones. Suben (poco por ahora, puede que solo se hayan estancado) Alemania, Finlandia, Austria o Reino Unido. No lo hace Dinamarca, pese a haber levantado todas las restricciones. El frenazo del descenso semanal en Euskal Herria también está siendo muy notable (ya no cae al 40% semanal, sino al 10%).
La incidencia en Euskal Herria ya no cae al 40%, sino al 10%
Es el Sudeste Asiático y el estancamiento del norte de Europa – que, pese a todo, sigue desescalando–, lo que motiva el último de los repunte registrado, ante el que, sin duda, hay que permanecer atentos.
No parece darse una traslación clara de la climatología en el descenso. La incidencia cae en países del hemisferio norte que avanzan hacia temperaturas más cálidas y más propicias para contener a un virus respiratorio, pero la situación es muy similar en países del hemisferio sur que empiezan a enfriarse. En cosa de un mes, los casos diarios en Brasil han caído a la quinta parte, por ejemplo.
Las ondas mundiales se han correspondido con los momentos de expansión global de cada variante
No es la primera vez que una caída generalizada sucede a nivel mundial. A efectos planetarios, la de ómicron sería la cuarta ola. Hasta la fecha, las ondas que se aprecian en la gráfica mundial se han correspondido con los momentos de expansión global de las distintas variantes.
Así, la primera de las ondas la generó la cepa original, la de Wuhan, que alcanzó su cénit en las navidades de 2020-2021. Antes de esa fecha, cuando sucedieron los grandes confinamientos, los mecanismos de detección masiva no se habían extendido lo suficiente y, probablemente, la gráfica muestra una imagen bien distinta de la realidad.
En febrero de 2021, el virus estaba en retirada debido al inicio de la vacunación, la vuelta a una vida más rutinaria con menor interacción y la progresiva mejoría climatológica en el hemisferio norte (donde vive el 80% de la población y se monitoriza mejor al virus).
La gripe también genera estos valles, pues no encuentra la temperatura idónea en la mitad norte pues ya es demasiado cálido, ni en el sur, donde el frío no ha terminado de llegar.
Lo que resultó atípico, pues no respondía a un patrón estacional, fue la subida que se aprecia desde finales de febrero. Lo que sucedió en esas fechas fue que la cepa británica había comenzado su expansión masiva fuera de la isla.
A la variante británica (alpha) se la doblegó, principalmente, gracias a la vacunación masiva. Hubo, en aquellos momentos, otras variables de riesgo, como la nigeriana o las brasileñas P1 y P2, que tenían cierta capacidad de evasión de vacunas, pero finalmente alpha fue quien se impuso. Y visto el salto cuantitativo que supusieron después delta y ómicron, hoy se puede afirmar que todas tenían características similares.
La tercera de las ondas arrancó con todo en contra: buen tiempo y tasa de vacunación al alza. En el subcontinente indio, donde vive una de cada cinco personas, evolucionó una variante de virus muy diferente a las demás. Mientras alpha, beta y el resto de variantes en las que la OMS centraba su atención estaban incorporando las mismas mutaciones (popularizadas como Erik, Doug o Nelly), delta encontró un camino evolutivo diferente y más efectivo.
Aunque haya habido cuatro ondas en la gráfica mundial, una por cada variante hegemónica, delta fue responsable de dos: la que duró de julio a septiembre y la que arrancó en noviembre pasado. Lo que sucedió fue que la onda de ómicron se encabalgó sobre la que había iniciado delta.
La regla no se cumple
Que la variante india cayera a lo largo del verano septentrional y se recuperara después en noviembre supone, hoy, un mal precedente. No es descartable que ómicron funcione de forma similar y sea capaz de repuntar en con fuerza en otro momento, sea a inicios de otoño, o en cualquier otra fecha.
Ninguna variante ha tenido tiempo suficiente como para generar dos ondas completas
La experiencia de epidemias pasadas dice que las ondas generadas serán sucesivamente menores a consecuencia de la inmunidad que van despertando. En la relativamente corta experiencia con el nuevo virus ninguna variante ha tenido tiempo suficiente como para generar, a nivel mundial, dos ondas completas debido a la rápida evolución del virus. Delta inició la segunda, pero desconocemos cuál hubiera sido el pico real de no haber aparecido ómicron de por medio.
Asimismo, basta con ver la gráfica para comprender que la máxima de que las ondas son sucesivamente menores, no se cumple a rajatabla.
Los datos de países del Sur mueven a la esperanza. La onda se agotó a enorme velocidad sin que tuvieran la fortuna de contar con vacunación o suministro suficiente de mascarillas y sin que todo se pueda achacar al clima (la onda empezó y se agotó en verano). Se podrá argumentar que esta falta de materiales hace que los sistemas de rastreo sean poco fiables, pero sí fueron lo suficientemente buenos para captar con nitidez el pico que supuso ómicron. Además, si el rastreo es igual de malo siempre, la diferencia de casos entre un momento y otro sigue apreciándose, aunque acercarse al volumen real de contagios resulte más complejo. El Congo tuvo un pico clarísimo el 3 enero, Mozambique en diciembre, Argentina a mediados de enero y Bolivia a finales de ese mismo mes.
Los países del hemisferio sur ahora van a sufrir un invierno con ómicron, una realidad que aún no conocen
Serán los países del hemisferio sur los que ahora van a sufrir un invierno con ómicron, que es una realidad que aún no conocen. En muchos casos, el virus llegará evolucionado en su versión Ba2, que es algo más transmisible (ya es responsable de la mitad de las infecciones en Euskal Herria).
La letalidad del virus, sin embargo, no es la misma. Con aproximadamente el doble de casos por millón que en el pico de las olas anteriores, las muertes diarias se corresponden con las registradas en los momentos de la parte bajad las ondas. Mueren unas 7.000 personas cada día a causa del covid. El pico de muertes superó de 18.000 y data de enero del 2021, hace más de un año.