Punto de Vista y las soledades en buena compañía
Arranca la edición 16 de Punto de Vista. El Festival de Cine Documental de Iruñea tiene nueva cabeza visible en su dirección artística. Manuel Asín reemplaza a Garbiñe Ortega con la promesa (forzosamente continuista y expeditiva, a la vez) de asentar a la cita en las fronteras de la no-ficción.
Seguimos estando mal, no hay más que leer el periódico cualquier día de estos para constatarlo pero, en cierto modo, también podemos concedernos alguna pequeña victoria con respecto a donde venimos. Este lunes ha arrancado el festival Punto de Vista, una cita que se prolongará hasta el sábado 19.
El año pasado, por ejemplo, seguimos el festival desde la distancia artificial del hogar. Sin salir de casa, impedidos por unas restricciones pandémicas que penalizaban los viajes y aún más el placer de congregarse en una sala de cine. La última edición de Garbiñe Ortega al mando de la dirección artística de este festival la vivimos con la pena de no poder estar físicamente en Iruñea… y con el engorro de perdernos el título que se acabaría alzando con el premio a la Mejor Película.
‘The Works and Days’, de Anders Edström y C.W. Winter, «larguísimometraje» de 480 minutos de duración (esto es, una jornada laboral entera) fue una de las pocas propuestas que quedó al margen del online en el que nos tocó refugiarnos los que, por aquel entonces, no podíamos salir de Catalunya. Un privilegio reservado a un formato presencial que, por suerte, vuelve a nuestras vidas. Con un coronavirus en aparente retirada, nosotros recuperamos algo del terreno perdido, volviendo por fin a la capital navarra. Manuel Asín se estrena en el puesto de director artístico de uno de los certámenes fílmicos más relevantes dentro del panorama del cine documental.
La Sección Oficial
Una cita siempre decidida a empujar la primerísima primera línea de una no-ficción que, de la mano de su equipo de programación, luce como un vehículo de expresión libre, desbocado, estimulante. La previa de la edición que nos ocupará en los próximos días está marcada por la práctica ausencia, siempre sobre el papel, de grandes nombres. Pero esta circunstancia para nada importa; al revés, pues a estas celebraciones hemos venido a jugar, a descubrir. Nuevas realidades, nuevas maneras de relacionarnos con ellas; nuevos personajes, nuevas personas… nuevos cineastas.
Y así mismo empezamos este lunes esta nueva aventura en Punto de Vista, viajando; dejándonos llevar por el primer programa de la Sección Oficial. Un díptico compuesto por ‘Narciso’ y ‘Baleh-baleh’, un corto y un mediometraje firmados respectivamente por Julio Fermepin y Pascale Bodet, dos nombres que hará unas horas no estaban en nuestro radar, pero que ahora, desde luego, ya sí.
El primero nos lleva al recóndito valle argentino del Río Grande, morada de la comunidad indígena de los Hornaditas. Allí seguimos el día a día del hombre que pone título a la propuesta, el encargado de que el ecosistema donde ahora nos encontramos, siga respirando, bebiendo… viviendo.
A nivel visual, ‘Narciso’ deslumbra gracias a su filmación en 16 mm. La imagen química del celuloide exprime al máximo los colores de una cotidianidad convertida de repente en una especie de milagro. Un hombre se dedica a irrigar unos parajes que, por lo que vemos, bien podrían ser obras pictóricas que buscan lo sublime a partir de la fuga de la mirada; un efecto casi-óptico. Estamos en compañía de flores, plantas, frutas, animales más o menos domesticados… de una tierra cuya aridez se revierte gracias a la sabia intervención de una mano que parece esculpida en arcilla.
Entre el retrato realista y el relato soñado: pura esencia Punto de Vista. Una vez más, el certamen disuelve unas barreras que, a la hora de la verdad, son caminos transmisores. Lo mismo sucede en la siguiente proyección, a cargo de Pascale Bodet. ‘Baleh-baleh’ es un sofisticado mecanismo narrativo revestido de una sencillez que desarma por la honestidad esgrimida.
Un hombre anónimo recibe, de la mano de la propia directora, un cuento ancestral, proveniente de tierras remotas. Una fábula de metamorfosis y de deseos frustrados y realizados a partes iguales. El resultado esto es un film familiar de humildad digital, en el que la fantasía es la herramienta perfecta para conocerse a uno mismo pero, sobre todo, para conectar con los demás.
Podría pasar por un juego; por una tontería... si no fuera porque es una brillante maniobra para documentar los anhelos, decepciones y alegrías de la clase popular. De un pueblo cuyas vivencias y memorias perviven, para siempre, a través de los relatos que se transmiten las sucesivas generaciones.