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Marine Le Pen: a la tercera, la misma ultraderecha

Nacimiento: 5-8-1968. Cargos: Diputada por Pas-de-Calais desde 2017. Eurodiputada (2004-2017). Presidenta del FN, luego RN, desde 2011. Patrimonio: 1,3 millones en inmuebles; 150.000 euros de ingresos anuales.

Esta es la tercera campaña presidencial de Le Pen. (Ludovic MARIN | AFP)

Tras una breve carrera como abogada, en 1998 entró a formar parte del Frente Nacional (FN), el partido de extrema derecha que dirigía su padre, Jean-Marie Le Pen, y que ella ha dirigido desde 2011, en los últimos años rebautizado como Rassemblement national (RN, Agrupación Nacional).

También siguió los pasos de su padre –con quien mantiene vivas discrepancias sobre estrategia política– al presentar su candidatura a la Presidencia de la República. Lo hizo por primera vez en 2012, quedando en tercera posición con el 17,9% de los votos válidos, y repitió en 2017, logrando superar la primera vuelta con un 21,3% de votos. Su padre también pasó a segunda vuelta en 2002, lo que supuso un auténtico terremoto político, aunque fue barrido en el enfrentamiento definitivo con Jacques Chirac: 82% frente a casi un 18% de los votos válidos.

En aquel debut de la extrema derecha en una segunda vuelta presidencial el resto del arco político decidió levantar un ‘dique republicano’ (barrage républicaine) para frenar a J-M Le Pen, lo que fue ampliamente secundado por el electorado. Lo mismo sucedió quince años después, ya que su sucesora recibió la mitad de votos que Emmanuel Macron.

Pero el ‘dique’ mostró una gran fisura: más de 4 millones de votos blancos-nulos. Y esa grieta es la que quiere ampliar Marine La France –como se presenta en su programa de esta tercera campaña–, para lograr un trasvase de electorado tanto desde la derecha como desde la izquierda que le permita llegar al Elíseo con el ‘reagrupamiento’ de los más de tres millones de díscolos que en la primera vuelta han preferido a Zemmour o Dupont-Aignan.

Aunque muchos analistas insisten en la moderación de sus intervenciones en los últimos tiempos, ante los micrófonos de los medios y ante sus seguidores en los mítines, lo cierto es que Le Pen sigue enarbolando las banderas clásicas de la ultraderecha, por lo que su ‘desdiabolización’ en el Estado francés responde más a un cambio social que a una deriva política.

Entre las prioridades de su programa está la organización de un referéndum sobre la inmigración, al tiempo que aboga por instaurar la «preferencia nacional» para acceder al empleo y las prestaciones sociales o plantea la prohibición de portar el velo como símbolo religioso musulmán. Respecto a la UE sí ha variado su discurso, puesto que ya no incide tanto en el rechazo a todo lo que llegue de Bruselas, sino en reforzar la soberanía estatal, tanto en el ámbito económico como en el internacional.

Sobre este último punto, su aprecio por Vladimir Putin se ha enfriado tras la invasión de Ucrania, pero no comparte la política de sanciones contra Rusia, al tiempo que, como ‘Mujer de Estado’ (‘Femme d’État’ como resalta en sus carteles electorales), no ha entrado en críticas por la actuación del presidente Macron en este delicado asunto.

Otras de sus promesas son instaurar el referéndum de iniciativa ciudadana y la proporcionalidad en las elecciones legislativas, o rebajar el IVA de los productos energéticos del 20% al 5,5%.