Pedro Sánchez descabeza al CNI
El escándalo del espionaje a políticos catalanes y vascos, seguido por el reconocimiento de intrusiones en móviles a Pedro Sánchez y varios ministros se ha llevado por delante a la directora del CNI, Paz Esteban. Las explicaciones de la Moncloa resultaron poco creíbles.
Margarita Robles anunció ayer el cese de la jefa de los servicios secretos desde el año 2019, Paz Esteban. Las explicaciones para adoptar tamaña decisión ofrecidas por la ministra de Defensa resultaron poco convincentes. No solo se negó a vincular la destitución al escándalo del espionaje por el que había comparecido en el Congreso tan solo cinco días antes, sino que fue más allá y se negó incluso a calificarla como «destitución». Se trata –dijo– de una «sustitución», y nada más.
La caída de Esteban constituye un espaldarazo a la propia Robles, cuya cabeza también habían pedido los partidos que sostienen a Pedro Sánchez en la Moncloa, incluidos tanto los partidos cuyos líderes han sido espiados, como Podemos, que comparte gobierno con el PSOE.
La nueva responsable de los servicios secretos será la mano derecha de Robles desde hace décadas, Esperanza Casteleiro, que actualmente ejercía como secretaria de Estado de Defensa.
La nueva responsable de los servicios secretos será la mano derecha de Robles desde hace décadas, Esperanza Casteleiro.
La comparecencia se enmarañó entre el escándalo del espionaje a políticos vascos y catalanes y las posteriores noticias de hackeos a teléfonos del presidente del Gobierno y varios ministros, incluida la propia Robles. Y se confirmó en esa rueda de prensa el ataque a Fernando Grande-Marlaska en fechas en las que la tensión con Marruecos por Melilla era muy elevada.
Ni por incompetencia por no haber sabido proteger ni por haber asumido en la comisión de secretos del Congreso que se espió a 29 personas (once sin amparo judicial). Por ninguna de las dos la cesan, insistió la ministra con requiebros a las preguntas de periodistas que no entendían semejante grado de inmadurez en sus respuestas.
Y como era de esperar, el no dar explicaciones favoreció que cada actor interpretara la destitución a su manera. La derecha y la ultraderecha, obviamente, pusieron el grito en el cielo. El más gráfico y pomposo de todos, probablemente, fuera el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, que aseguró ayer que Esteban «es una funcionaria ejemplar sacrificada en el altar del independentismo».
El PP, Vox y Ciudadanos asumieron que la directora del CNI es una de los suyos y pasaron a encumbrarla. El perfil de Esteban, además, les gusta. Entró en los servicios secretos españoles, entonces CESID, en 1983, cinco años después de que hubieran dejado de llamarse SECED, que es la denominación que les dio Luis Carrero Blanco tras unificar las distintas ramas del espionaje franquista. En el momento de su incorporación, los servicios secretos estaban dirigidos por Emilio Alonso Manglano.
Además de ser la primera mujer en dirigir los servicios secretos, Esteban era también la primera directora que venía de la «casa».
Además de ser la primera mujer en dirigir los servicios secretos, Esteban era también la primera directora que venía de la propia «casa». La dirección del servicio secreto siempre ha estado a cargo de militares y no de espías. Jorge Dezcállar, Alberto Saiz, Félix Sanz Roldán han sido los directores desde que se adoptó el nombre de Centro Nacional de Inteligencia en 2001.
En consonancia con la tesis compartida por PP, Vox y Ciudadanos y que tan gráficamente expresó Martínez-Almeida de que la destitución constituye una cesión al independentismo, varios líderes independentistas catalanes saludaron el movimiento con indisimulada satisfacción.
Oriol Junqueras –que había pedido expresamente la asunción de responsabilidades ayer mismo a través de una entrevista en “El País”– calificó como una reacción «normal» la destitución como respuesta al escándalo. Sin embargo, también demandó mayor transparencia. «Lo que seguro es una exigencia de ERC, como lo es de cualquier demócrata y cualquier persona de bien, es la máxima transparencia y saber cuánta gente ha sido espiada, en qué condiciones, durante cuánto tiempo, quién lo ha ordenado y garantizar que esto no se puede reproducir».
Podemos califica la maniobra como un intento de «cierre en falso». Idéntico calificativo llega desde el PNV.
Y es que, sin dejar de ser lo ocurrido ayer un movimiento llamativo y de calado, resulta bien difícil que la crisis del espionaje se cierre con el cese de Esteban. Podemos califica la maniobra como un intento de «cierre en falso». Idéntico calificativo llega desde el PNV. EH Bildu lo ve como una oportunidad de cambio a una dinámica perversa de décadas.
Y la oposición de derechas tampoco va a soltar el hueso. Alberto Núñez-Feijóo lo califica como «afrenta imperdonable».