MSF realiza mil atenciones de salud mental a desplazados de Ucrania con «miedo en el alma»
Los equipos de salud mental de Médicos Sin Fronteras han ofrecido más de mil sesiones de salud mental a desplazados de Ucrania con «miedo en el alma», según señalan los afectados. Ansiedad, depresión y estrés son algunos de los problemas que presentan cuando se cumplen cien días de guerra.
Cuando se cumplen cien días de guerra, Médicos Sin Fronteras ha hecho balance de la atención en salud mental que ha prestado a desplazados ucranianos y que han superado las mil sesiones para ayudarles, según ha informado a través de un comunicado.
«Siento el miedo en el alma. Mis dedos y mis manos empiezan a enfriarse», explica Vira, una mujer mayor que huyó de la región de Donetsk y ahora busca refugio en Ivano-Frankivsk, en el suroeste del país.
«Estoy preocupada por mis familiares, que siguen en casa; por mi hijo, que sigue viviendo donde hay combates. No siento pena, lo que siento está dentro de mí, en lo más profundo de mi alma y me hace llorar de inmediato. No puedo describir cómo es», añade.
En Ucrania, las personas que escapan de los bombardeos y se preocupan por sus seres queridos en las zonas de conflicto no suelen tener en cuenta su salud mental, advierten los sicólogos de Médicos Sin Fronteras. Como resultado, las consecuencias sicológicas del conflicto actual «pueden parecer invisibles, pero están ahí».
Tras cien días de guerra en Ucrania, MSF destaca que sus equipos de salud mental a lo largo y ancho del país «alertan de los preocupantes síntomas sicológicos que están viendo».
«Muchos de los niños y niñas que hemos visto y que han experimentado la explosión de una bomba padecen insomnio, se orinan en la cama y tienen pesadillas», afirma Oksana Vykhivska, supervisora de salud mental de MSF en Kiev. «Las personas mayores, que a menudo se encuentran solas tras verse separadas de sus seres queridos, están en constante ansiedad y rompen a llorar», explica.
Los equipos de MSF han prestado apoyo en salud mental en refugios para desplazados, en clínicas móviles en pueblos remotos y en estaciones de metro. Entre mediados de abril y mediados de mayo, la ONG realizó más de mil sesiones de salud mental individuales y de grupo. En ellas, los profesionales de la organización han observado que «la gente sufre miedo intenso, estrés continuo, preocupación persistente, desesperanza y ataques de pánico».
En concreto, los equipos de MSF han realizado atenciones de salud mental a personas desplazadas en Béregovo, Járkov, Chernígov, Vínnytsia, Ivano-Frankivsk, Úzhgorod, Kropinitski, Dnipró y Zaporiyia.
Muchas de las más vulnerables, como las personas mayores, están aisladas, ya que han sido separadas de sus vecinos y familiares que formaban una red de apoyo. Mientras tanto, los niños suelen contagiarse del estrés que sienten los adultos a su alrededor.
«Uno de los problemas que tratamos es el estrés relacionado con el trauma. Por ejemplo, los recuerdos de las personas que se esconden en los sótanos durante los intensos bombardeos pueden desencadenarse por palabras, sonidos, olores o escenas que recuerdan el trauma original», explica Vykhivska. «También vemos personas con muchos síntomas relacionados con la ansiedad, como insomnio y preocupación constante por el futuro», detalla la especialista de MSF.
Lidiar con el miedo a la muerte
Kateryna tuvo que huir de su casa en Irpin junto a su madre cuando su pueblo fue atacado. Fueron evacuadas y ahora viven en un refugio en Mukáchevo, en el extremo oeste de Ucrania. En ese lugar, Kateryna acude a un sicólogo de MSF, ya que sufre ataques de pánico desde que escapó de su pueblo.
«Una de las cosas con las que estoy batallando es el miedo a la muerte. Tengo miedo de fallar en algo, o de hacer algo mal y no lograrlo. Pienso en ello una y otra vez, y eso me impide hacer nada», afirma.
«Estas reacciones no son inusuales cuando se vive una guerra», explica Lina Villa, responsable de actividades de salud mental de MSF en Dnipró y Zaporiyia, donde los equipos de la organización visitan los refugios donde cientos de miles de personas han escapado de los intensos combates en el este y el sur del país.
Ahí, los sicólogos tratan de estabilizar a los pacientes identificando los problemas a los que se enfrentan, y posteriormente les ayudan a encontrar mecanismos para afrontarlos.
«Intentamos ayudar a nuestros pacientes a recuperar cierto nivel de control en una situación muy imprevisible e incierta ayudándoles a comprender y expresar lo que sienten. Intentamos tranquilizarles diciéndoles que el estrés, el miedo, la ansiedad y el insomnio son reacciones normales ante esta situación anormal», cuenta la sicóloga colombiana.
«Es de vital importancia —continúa Villa— que las personas puedan expresar y ejercitar sus sentimientos y emociones tras enfrentarse a situaciones traumáticas. Si no se abordan, estas emociones pueden convertirse en una bola de nieve y agravarse».
Manualidades para calmar a los niños
En Béregovo, los sicólogos de MSF trabajan con niños y niñas evacuados de zonas de conflicto. Del 4 de abril al 20 de mayo, 375 niños participaron en sesiones de salud mental grupales e individuales. Los niños muestran síntomas del trauma que han sufrido tanto antes como durante la evacuación, como ansiedad, baja autoestima, ataques de pánico y tristeza.
«Muchos tienen problemas para dormir, algunos han empezado a tartamudear, otros se orinan en la cama», señala Valerii Kucheriaviy, sicólogo de MSF en Béregovo.
Para ayudarles a sobrellevar la situación, los sicólogos tienen diferentes métodos y estrategias que trabajan con los niños. Uno de ellos es hacer pájaros de papel. Los niños los recortan y doblan las alas mientras expresan sus emociones y pensamientos positivos en este proceso. «Les recomiendo que duerman con este pájaro, porque puede ayudarles a calmarse», añade Valerii.
Aunque MSF está proporcionando apoyo en salud mental y formación adicional al personal sicológico de centros médicos de toda Ucrania, la ONG advierte de que «se necesita mucho más».
«Es necesario un incremento urgente de los servicios de salud mental en todo el país», asevera Vykhivska. «Tanto el sistema nacional de salud como otras organizaciones deben garantizar que la respuesta a las necesidades de salud mental y los recursos que la respaldan lleguen a las personas más vulnerables, especialmente en las zonas rurales, donde la gente suele estar aislada y no tiene acceso», urge la experta.
«Es crucial que este apoyo se preste a las personas allí donde estén y que involucre a las comunidades para que todos los que necesiten ayuda la reciban», concluye.